sábado, 21 de noviembre de 2015

"Memoria de un sueño", la obra de Baltasar Lobo (parte II)

En el viaje que supone la exposición “Memoria de un sueño. Colección de 1954”, de la Sala de Exposiciones del Museo de La Pasión encontramos la obra de Baltasar Lobo, un zamorano (nació en Cerecino de Campos) muy poco conocido por el gran público, a pesar de que en su ciudad natal tiene un Museo dedicado a su obra y que sus esculturas potencian el urbanismo de ciudades como la misma Zamora, Madrid o Caracas. 

"Madre y niño"
Plaza de Zorrilla (Zamora)
Lobo será uno de esos artistas que llega a París una vez finalizada la Guerra Civil, pero no encontrará una ciudad amable sino una ciudad que practicaba una política represiva con los extranjeros. Su compañera Mercedes, será quien sufra esa represión, ya que permanecerá retenida durante unos meses. Lobo tendrá más suerte, gracias a la intermediación de un amigo periodista, se librará del internamiento. Serán años difíciles. Entra en contacto con Picasso el cual, además de animarle a seguir haciendo dibujos, le presentará a Julio González o a Pevsner entre otros. Con todo lo aprendido en su formación en España y en París su obra consigue despegar, un trabajo que define de la siguiente manera: "...figurativo; es decir, abstracto. Parte forzosamente de una figuración. Se hace abstracción que se simplifica, se sintetiza. Y por simplificar esa realidad entiendo concentrar la emoción con el fin de sentirla, de comunicarla..." En su evolución su obra se va haciendo más abstracta dotándola de un movimiento ondulante que se aprecia en sus trabajos de los años 70.

Sus obras son bloques que va desbastando, eliminando material para sacar la idea primigenia que está en el interior, algo que también decía Miguel Ángel. Cuando contemplamos sus esculturas, podemos observar mentalmente el bloque imaginario de dónde salió, enmarcarlo en líneas, llenar los huecos de material y acercarnos a la idea de desbastar para sacar lo que hay en el interior. Su obra se diferencia de la de González o Picasso en que la de éstos se componía a base de elementos ensamblados y la de Lobo, en cambio, se trabaja desde fuera hacia adentro extrayendo el material. Es un tipo de escultura que se puede denominar como escultura-embrión y que enlaza con las ideas que también desarrollaron sus maestros: Jean Arp, Constantin Brancussi o Henry Moore (Oteiza también se inspirará en éste último). Sus esculturas convergen con la de ellos en la búsqueda de la materialidad, de las formas onduladas de superficies brillantes muy pulidas en las que el material, siempre de muy buena calidad, adquiere un nuevo significado, en la utilización de formas humanas y en la búsqueda y avance hacia formas figurativas con una gran carga de abstracción. En el caso de Jean Arp su obra se transforma desde una figuración surrealista a otra antropomórfica. Y diverge en que tanto Arp como Moore buscan elementos de vacío en sus obras.

Se aprecian además influencias de las culturas prehistóricas y primitivas, como de las Venus prehistóricas de formas muy redondeadas que potencian la idea de la maternidad, recordemos que en la Prehistoria destacaban aquellas partes del cuerpo que se relacionaban con la fertilidad, y es que, la maternidad, se convierte en el tema favorito en la escultura de Lobo junto con los torsos. Se relaciona también con las esculturas primitivas por la forma de bloque y por la simplicidad que busca en sus representaciones, buscando los elementos fundamentales y prescindiendo de los accesorios. La obra de Lobo es bella por eso, por la unión de la simplicidad y por el pulido del material,  que se convierte en elemento imprescindible. Pero el tema de la maternidad también enlaza con lo que comentaba antes de la escultura-embrión, la madre como generadora de vida, la semilla que germina desde dentro hacia fuera, como su escultura. Baltasar Lobo comienza a hacer maternidades cuando observa los juegos de las madres con sus hijos. Son obras vitalistas, tiernas, llenas de contrastes que equilibran la obra. En los torsos destacan los femeninos ya que sus formas más redondeadas le sirven para desarrollar la práctica escultórica. Un ejemplo le encontramos en la exposición motivo de ésta entrada.
"Torse Penché" (1970)
Mármol de Carrara.
Juega así mismo con las formas angulosas, como Jean Arp, pero de acabados sutiles y siempre insertas en un bloque imaginario que hace que apenas existan salientes incómodos.

Baltasar Lobo murió en París en 1993, pero sus maternidades salpican muchas de nuestras ciudades. Cuando paseéis por ellas o por cualquiera de las obras tanto de Lobo como de otros artistas, deteneros a contemplar las esculturas que nos acompañan en el día a día y que a veces por las prisas no reparamos en ellas ni en su calidad. Los museos rompen sus fronteras y salen a la calle.

El torso que podemos contemplar en "Memoria de un sueño" se enmarca perfectamente en las ideas que he comentado. Está colocado en la sacristía del edificio, rodeado de grabados de Picasso, según yo lo veo, no resalta ni la calidad, ni los acabados, ni la idea que Lobo pretende transmitir. Y es que cómo repito en otras ocasiones, el montaje museográfico no ayuda ni a las obras ni al discurso museológico. No se trata de colocar obras diseminadas en la sala, que por otra parte es maravillosa, se trata de que las piezas se relacionen entre sí para poder crear un discurso, que en éste caso debería ser cronológico debido al tema que trata. En ocasiones parece que el único interés es mostrar y no enseñar, volveríamos así a la idea de museo decimonónico, a un museo que no tiene en cuenta al espectador y tampoco la obra, sólo la acumulación indiscriminada sin tener en cuenta criterios expositivos. Las obras adquieren significado no sólo en el espacio que ocupan sino también en relación con el resto de obras con las que se relaciona y ésto, es lo que se tiene que tener en cuenta a la hora de montar una exposición. Colocar paneles explicativos, cómo habitualmente se ha hecho, también ayudaría en la creación de un recorrido que nos ubique en el tiempo y en el espacio. En anteriores manzanas hablaba de cómo el Arte Contemporáneo encuentra dificultad para llegar al gran público, por lo tanto habrá que hacer que se inserte en la sociedad con discursos legibles, con ideas adecuadas, con montajes que atraigan y doten de significado a la obra expuesta. No se puede dar al público sólo obras hay que darles también los elementos necesarios para que las doten de contenido, para que sepan el cómo y el porqué.



A pesar de ello, y como siempre, os recomiendo la visita a la exposición "Memoria de un Sueño. Colección 1954", eso sí, completando vosotros lo que falta, recordad es una colección privada con las lagunas correspondientes.


Información práctica 

Sala Municipal de Exposiciones Museo de La Pasión  
De martes a domingo de 12 a 14 y de 18:30 a 21:30

Hasta el 10 de enero de 2016 








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"El arte tiene la bonita costumbre de echar a perder todas las teorías artísticas" (Marcel Duchamp)