martes, 19 de julio de 2016

Caravaggio



Hoy he decidido titular esta entrada únicamente con el nombre con el cuál, Michelangelo Merisi, ha pasado a la Historia del Arte: Caravaggio. Su nombre alude a la ciudad en la que se refugiaría  junto a su familia para escapar de la peste. Él nacería en Milán. El motivo no es otro que su importancia, su originalidad en la composición y en la técnica y su grandeza como pintor, no necesita de más aditamentos ni subtítulos. Lo mismo pasaría con Miguel Ángel, Velázquez o Rembrandt, sus conquistas para el arte fueron tan importantes que sus nombres o apellidos recogen toda su importancia. 

Caravaggio está de moda!!!! El Museo Thyssen y Patrimonio Nacional nos deleitan con sendas exposiciones que tienen como eje a nuestro pintor. En el caso del Thyssen se centra más en su obra y en las influencias que a través de ella se dejaron sentir durante todo el S.XVII y que traspasarán las fronteras de Milán o Roma donde se forma y trabaja, llegando a Alemania, Francia y los Países Bajos. En el caso de la exposición que podemos ver en el Palacio Real de Madrid el viaje es a través de obras y artistas destacados del Barroco, algunos de los cuales se contraponen a lo que Caravaggio estaba imponiendo en pintura. De hecho de él sólo hay una obra, aún así es un buen momento para poder ver este conjunto de artistas reunidos: Bernini, Velázquez, Ribera, Guercino o Guido Reni. Pero también objetos suntuosos provenientes de los monasterios reales. 

¿Dónde radica la fascinación ejercida por Caravaggio? A mi de Merisi me atrae su biografía y su carácter que se reflejan en el tipo de pintura que realizó: rompedora y rupturista contraviniendo las normas. Representa mejor que nadie al genio incomprendido y atormentado, en su obra, lo podemos equiparar a los fuertes contrastes entre luz y sombras, dando lugar al tenebrismo que heredará José Ribera "El Españoleto". Pero también fue un espíritu libre reflejado en la tendencia naturalista de su obra, eligiendo para ellas a prostitutas, mendigos y personas habituales que se encontraba en su día a día; no elige la idealización para representar a la Virgen o a los Santos, prefiere las arrugas, el paso del tiempo y de la vida marcado en los rostros con gran fuerza psicológica acentuada por un juego de luces y sombras que inciden en el dramatismo de la acción. La carencia de estar sujeto a las normas que imponía la Contrarrforma (a pesar de encontrar en ella un filón en la que desarrollar sus pinturas de carácter religioso); el carácter rupturista e indomable de su obra y espíritu es lo que más nos atrae de su pintura llena de acción, color, técnica y perfección. Dos edades estarán representadas en sus obras: los jóvenes imberbes y los ancianos. Pero el logro de su arte, no está en su rebeldía, sino en todas las innovaciones que a través de ella podemos ver en los casi 50 lienzos atribuidos. Si Miguel Ángel componía buscando el equilibrio, en composiciones de movimientos congelados y pausados, con portentosos estudios corpóreos de una gran belleza, tal y como el Renacimiento demandaba, Caravaggio lo hará en escenas equilibradas a través del tenebrismo, de las diagonales y de un desorden ordenado donde se busca lo feo, lo teatral y el movimiento, donde la perspectiva viene impuesta por magistrales escorzos. Los brazos y las piernas tanto de Jesùs, los Apóstoles o Cupido se adelantan en grandes diagonales, o entran en un plano posterior pareciendo que no existiese lienzo y que es el espacio real el cual nos presenta el pintor. 



Observando "Judith y Holofernes" o "La Muerte de la Virgen" me ha venido a la memoria otra obra: "La muerte de Viriato" del neoclásico José de Madrazo, por la tela que aparece en el fondo. En el caso de las obras de Caravaggio es rojo pasional, en el caso de "Judith y Holoferrnes" es el rojo de la sangre que brota del cuello degollado y en el de la Virgen crea el cierre de la escena acogida como si de un friso se tratase, la otra línea horizontal vendría dada por el vestido, también rojo, de María. Es un tono que aporta luz cálida pero también hace el espacio más pequeño y acogedor. En el lienzo de Madrazo es de tonos fríos que incide en el distanciamiento y ausencia de sentimientos desbordados tan propio del Neoclasicismo. Pero ambos buscan la teatralidad de las escenas y delimitan el espacio, evitando la distracción de nuestra mirada y llevándola hacia la escena principal.



Cardenales, familias poderosas como los Colonna en Nápoles y los Sforza en Milán y una Orden, la de los Caballeros de Malta, a la que perteneció y de la que será expulsado, fueron sus protectores y mecenas, aunque a ninguno se lo puso fácil debido a las constantes riñas en las tabernas y en las calles. Tras el asesinato, después de un partido de pallacorda (una especie de tenis), de Ranuccio Tomassoni, cabecilla  de una banda callejera en Roma, Caravaggio huye de la ciudad a la que intentará volver en 1610 cuando la muerte le sorprenda a medio camino. Había conseguido el perdón del Papa y volvía a su amada urbe, algunos historiadores señalan la obra "David con la cabeza de Goliat" como el pago que Caravaggio da al Cardenal Borghese para que este intermediaria ante su tío, el Papa Pablo V y la vuelta a Roma y por lo tanto el perdón, fuese posible. Pero Michelangelo jamás volverá a ver la ciudad eterna y abandonado y enfermo, muere en julio de 1610, solo, en una playa de Porto Ercole, mientras el barco que debía haberle llevado a Roma se alejaba llevándose también las esperanzas del mejor pintor que la gran ciudad acogió.



Caravaggio aprendió en Lombardía y en el Veneto las novedades barrocas basadas en el naturalismo y el claroscuro. No tuvo discípulos, pero sí seguidores como Velázquez o Rembrandt; pero nadie como él consiguió hacer suyas y desarrollar dos características, que de no haber sido por su figura, no hubiesen llegado a ser más que dos elementos barroquizantes que contribuían a la teatralidad que buscaba el nuevo estilo; las interiorizó e impregnó de su vida tanto, que hoy no podríamos entender el Barroco sin él.

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"El arte tiene la bonita costumbre de echar a perder todas las teorías artísticas" (Marcel Duchamp)