miércoles, 19 de diciembre de 2018

Jaume Plensa, un pensamiento lleno de inmensidad.




Mi primer contacto con Jaume Plensa (1955) se produjo hace unos años, a raíz de una exposición en mi ciudad, organizada por la Fundación ICO. Desde ese día me declaro fan incondicional de este artista que utiliza el material perfectamente pulido, el cuerpo humano y el lenguaje para componer sus delicadas obras. Este primer contacto se produjo con una obra muy especial, una de sus famosas "cortina de letras", la que lleva por título "Mcbeth and the Porter" (2005). Esta instalación es un compendio perfecto de sus recuerdos infantiles, ya que evoca a través de ellas las cortinas que tenían a la entrada las tiendas, para evitar que entrasen las moscas, pero a la vez nos trasmite su gusto por la poesía de Shakespeare y lo que para el artista es el arte. Si tuviésemos la oportunidad de hablar y os preguntase que sentido o sentidos entran en juego cuando contemplamos una obra de arte, seguro que todos contestaríamos que el visual, ya que las obras están hechas para ser contempladas visualmente, o al menos esa es la idea, por ese motivo a través de la vista apreciamos la belleza o la falta de ella. Las obras de Jaume Plensa no son solo visuales, ni tampoco son solo bellas. Sus obras, y deteniéndonos en esta instalación, van más allá de la belleza que contemplamos, es una belleza que trasciende la simple visión, es una belleza que sentimos, tocamos, escuchamos y pensamos, pero donde lo más importante, es el silencio que genera la observación y la captación de todos esos matices, que luego se diluyen en la nada. ¿Analizamos los sentidos que entran en juego en esta cortina de letras? Primero el visual para captar la obra en toda su dimensión. El ojo no solo nos permite ver lo que tenemos delante también lo que se proyecta detrás, el juego de luces y sombras que hace que las letras queden reflejadas en la pared que hay al fondo. Aunque ya solamente entrase en juego este sentido, la contemplación sería maravillosa, y estaríamos cautivados por esta instalación y este artista. La cortina está colocada a una distancia de la pared en la que se proyecta, así se consigue que la sombra de las letras, ocupen todo el espacio, pero al mismo tiempo, permite que ese espacio sea practicable, podemos pasear por él y sentir que formamos parte de la instalación. La obra no es solo el objeto, es también el espacio que la rodea inundado por la luz que es parte integrante de ella. Pero vamos a adentrarnos en otro de nuestros sentidos, en este caso el táctil. Las obras de Plensa, están hechas, según sus propias palabras, para ser tocadas, pero tocadas no significa, recrearse, significa acariciarlas, pasar suavemente la mano por ellas, sentirlas. El tacto nos trasmite mucha información, pero sobre todo, nos hace disfrutar. En este caso las letras están realizadas en hierro, si las pudiésemos tocar sentiríamos el frío del material pero también la superficie pulida, que nos transfiere una suavidad cargada de sensualidad. Un elemento fundamental en la obra de este artista son las calidades que transmite al trabajar los diferentes materiales, algo que no se queda solo en un simple acabado de la obra, para que luzca más perfecta. Sigamos, al tocarlas, estas chocan suavemente unas contra las otras produciendo un perfecto y maravilloso sonido, que roza la musicalidad, lo cual también tiene que ver con su niñez, cuando oía a su padre tocar el piano, y por el sonido que producían las cortinas en las que se inspira, por lo tanto, aquí entra en juego otro de nuestros sentidos, el oído. Y finalmente, aunque no es un sentido, también están hechas para ser entendidas, ya que nos intentan mandar un mensaje. Con lo cuál, cuando estéis frente a una obra, tenéis que poner a trabajar vuestra materia gris, esta tiene que preguntarse el por qué de los colores, de las formas, de los materiales o incluso de la ubicación en un determinado lugar, por ejemplo en este caso ¿por qué se proyecta en una pared? No os quedéis en la simple contemplación. Si situados frente a esta cortina nos preguntamos cuál es el motivo de que utilice letras para componerla o por qué se titula de esta manera, podéis encontrar en ella, las respuestas. La cortina no es una sucesión de letras, si comenzáis por la izquierda, es decir en nuestro sentido de la lectura, y dejáis que vuestros ojos se deslicen desde arriba hacia abajo, leeréis un fragmento de La tragedia de Mcbeth. Una advertencia, a pesar de que el artista está de acuerdo con que sus obras puedan ser acariciadas, esto, afortunadamente, está prohibido en los museos, así que, si tenéis la suerte de ver sus obras, por favor no las toquéis, respetadlas, sé que nos privaremos de una parte importante de la información y del disfrute, pero lo más importante es la conservación, haced caso de las recomendaciones y de las explicaciones de los educadores de museos y disfrutad de la contemplación.



Jaume Plensa es un artista de prestigio internacional, cuyas obras no solo forman parte de colecciones y exposiciones, sino que se encuentran diseminadas por diferentes ciudades y pueblos del mundo. A pesar de que sus obras nos puedan parecer conceptuales, según sus propias palabras, es un artista físico, ya que materializa la poesía en la que se inspira o la captación del mundo, pero también la idea a la que convierte en tangible pudiéndose tocar. Por lo tanto, si tuviésemos que definir su obra, hablaríamos de los valores de una escultura clásica donde lo principal es lo físico, el volumen, el espacio y lo tangible.

Invisibles, 2018.
Palacio de Cristal (Madrid)

La obra de este catalán se caracteriza por varias constantes, una de ellas es la de relacionar el fragmento con el todo, lo pequeño con lo grande, es decir, el cuerpo del que se sirve para crear muchas de sus esculturas, en relación con el mundo que le rodea y que observa sus obras. Esta idea se aprecia perfectamente en las cabezas y en los cuerpos formados por letras. Por un lado parte de letras, de la unidad más pequeña, pero esas letras, como apuntaba antes en la cortina, no están aisladas, sino que forman diferentes alfabetos y unidas crean palabras, en ocasiones mezcla, en una misma obra,  alfabetos de culturas distintas, lo que nos sitúa ante algo más genérico, pero también diversificado. Todas ellas dan forma a un cuerpo, nos encontramos de esta manera ante un hecho más global y con más implicaciones. Para acabar, el cuerpo, formado por letras que cobran significado cuando las unimos con las adyacentes, formarían el elemento narrativo que se completa al insertarse la instalación o bien en un espacio abierto, en una calle o en un parque, o bien en un espacio expositivo, que se convierte en un microcosmos, ya que las personas que pululan por los museos y las salas son todas diferentes y su intereses, como en la sociedad, también lo son. Por lo tanto, hemos ido de la pieza más pequeña a la más grande. De lo singular a lo general. Las letras serían los elementos fundacionales, al igual que lo son los cuerpos. En ocasiones, estos cuerpos o las cabezas formadas de la misma manera, están hechas para meternos dentro, cuando lo hacemos, por un lado nos sentimos aislados del mundo exterior, pero a la vez protegidos por nuestra atalaya, nos convertimos en observadores. Pero al mismo tiempo, las letras que nos rodean, de alfabetos distintos, nos hacen ser ciudadanos del mundo, nos involucran en otras realidades, en otras diversidades culturales. Uno a uno somos únicos pero entre los demás somos uno más, formamos parte de un todo, que a la vez, es lo que es y se enriquece por la existencia de cada uno de nosotros. Si hay algo que destaca en su obra, y ahora hablamos de esta como concepto, es la idea de diversidad que aparece representada por los distintos tipos de letras como anotaba unas líneas más arriba. Esta idea conlleva la aceptación y valoración de esa diversidad que nos perfecciona, que nunca nos excluye, si nosotros no tenemos la voluntad de ser excluidos. Desde mi punto de vista es lo más importante, porque esa es la esencia misma del arte. Siempre que puedo, defiendo la importancia que tiene el arte en la formación de todos, ya que contemplando obras de diferentes artistas, períodos y procedencias, podemos ser capaces de aceptar sin ningún tipo de exclusión y rechazo lo que para nosotros puede ser diferente simplemente por el hecho de no estar familiarizados con ello o por esa idea de superioridad entre los distintos mundos. Por eso, es fundamental, que desde pequeños visitemos museos, ya que a través de la contemplación y entendimiento de las obras, se van formando los valores sociales fundamentales para la convivencia. La otra constante que se repite es la utilización de la figura humana y el uso de la poesía que materializa a través de sus obras.


Spiegel I y II.
Pero sus obras no son una sucesión de letras, ni tampoco un material muy pulido, sus obras tiene alma y esta, se convierte en la pieza clave ya que es lo que sigue creciendo. Esta idea, me recuerda en cierto modo la teoría artística de Jorge Oteiza, sobre la materia y la ausencia de ella. Oteiza, trabajaba habitualmente con formas geométricas, normalmente con cubos, pero no con cubos completos, sino que prescindía de partes de esas figuras, aunque en el fondo las aristas que las componían se dibujaban mentalmente en el espacio y completaban la obra. Pero ese acto de completar, de percibir el todo, tenía que hacerle nuestra alma, nuestra mente al contemplarla.

Caja vacía. Conclusión experimental nº 1, 1958.
Jorge Oteiza (1935-1975

Sus obras no son anónimas, aunque no busca el retrato, pero las cabezas están basadas en modelos, y el cuerpo, es el suyo propio, ya que el artista asegura que es el que mejor conoce debido a que le ha visto como iba variando a lo largo del tiempo. En este sentido sigue una línea muy parecida a la que inició Rembrandt, en sus famosos autorretratos que se tomó en diferentes edades para mostrarnos, como el paso del tiempo modificaba su aspecto. Pero ¿por qué utiliza cabezas? Porque es la parte más importante de nuestro cuerpo, donde todo sucede, es nuestra gran casa donde surgen las ideas.



Jaume Plensa es un artista que esta de moda en España, cuando hace mucho tiempo que ya es valorado fuera de nuestras fronteras. Ha tenido que esperar mucho tiempo para ser reconocido como una gran escultor cuyo trabajo, la calidad de sus instalaciones, el significado de las mismas y su humildad, han sido valoradas como aportación fundamental en el desarrollo del arte contemporáneo. En el año 2013 le otorgaron el Premio Velázquez, el equivalente al Cervantes en Literatura, por la renovación del lenguaje plástico en el que integra poesía y conceptualización. Pero son muchos los reconocimientos que atesora por su labor. Plensa se ha mantenido alejado de las corrientes comerciales que marcan el devenir del arte, fiel a su estilo ha sido reconocido internacionalmente en el mercado del arte, esto nos habla de que cuando hay calidad puedes seguir tus objetivos y conseguir tus metas. Quizá porque como él declara haber nacido a mitad de un siglo y ser el puente entre este y el siguiente, como también lo fue su admirado William Blake, ha hecho que no pertenezca a ninguna escuela o movimiento, declarando que situarse al margen de las corrientes establecidas es el mayor logro de un artista.


The hearts of trees, 2007.

En la actualidad en España se han puesto en marcha diferentes exposiciones, como la del Palacio de Cristal, sede de las exposiciones temporales del Museo Reina Sofía y también en Madrid, se está terminado de instalar en la Plaza Colón, una de sus cabezas de 12 metros de altura que lleva por título "Julia", creada ex profeso para este espacio. Y si nos trasladamos hasta Barcelona, su ciudad de origen, el MACBA acoge una gran retrospectiva del artista. Un lugar donde podemos disfrutar de su obra de forma permanente, es en el pueblo minero inglés de St. Helens, que cuenta con una cabeza, "Dreams", de 20 metros de altura, y que surgió de las charlas entre Plensa y los antiguos mineros.

Dreams, 2011
St.Helens (United Kingdom)

Localizar si en vuestra ciudad, existe una escultura o una instalación de Plensa y lanzaros a disfrutar de ella.

Si hay una frase que destacar de este genial artista es la siguiente: "lo que más me ha hecho crecer es aceptar mis límites". 

martes, 4 de diciembre de 2018

Leyendas mitológicas en el arte y en nuestras vidas.


El Olimpo. Batalla de los gigantes, 1764
Francisco Bayeu (1734-1795)
Museo del Prado, Madrid.
¿Sabéis por qué se emplean palabras como odisea o por qué utilizamos la expresión canto de sirenas cuando nos referimos a algo que se nos antoja seductor pero que esconde algo oscuro de lo cual no nos fiamos? ¿O quién fue el Can Cerbero y por qué se les llama así a los porteros de fútbol? En este caso utilizaríamos el término cancerbero. ¿O por qué cuando hablamos de nuestras debilidades decimos que es "nuestro talón de Aquiles" y cuando obtenemos un logro inútil decimos que es "una victoria pírrica ? ¿O qué era la manzana de la discordia, que además da título a mi blog? ¿O por qué a las personas que se gustan mucho las llamamos narcisistas? ¿O por qué cuando oímos nuestra voz que se repite y pierde en la lejanía hablamos del eco? ¿O quiénes eran las arpías y por qué se denomina así a las personas que tienen malas intenciones? ¿O por qué se utilizan cipreses en los caminos que nos conducen a los cementerios? Para encontrar la respuesta a estos interrogantes, deberíamos remontarnos a la Antigua Grecia y a la creación de los mitos por parte de los habitantes de esta isla.

El rapto de Europa, S. IV a.c.
Museo del Louvre, París.

Cuando en mi época de estudiante, escuchaba a mi profesora de mitología clásica, describirnos los diferentes mitos o contarnos historias sobre los dioses, que enamorados de mortales, abandonaban el Olimpo para bajar a la tierra y adoptando diferentes formas, ya fueran humanas o animales, intentaban seducir a los humanos o la lucha de los Titanes o ¡los castigos! exagerados y eternos que imponían a diferentes personajes para recordarlos que la desobediencia hacia ellos tenía una cruel penitencia, al escuchar todas esas historias, me quedaba boquiabierta. Me imaginaba como debió de ser el sufrimiento de Ticio, hijo de Júpiter y Elara, condenado a que su hígado fuese devorado una y otra vez por un águila durante toda la eternidad en el Tártaro. El mismo castigo le impuso Zeus al titán Prometeo, por robar el fuego eterno y dárselo a los hombres. Pero ¿qué significado tenía el fuego para que Zeus se enfadase tanto? El fuego era el raciocinio, la inteligencia. El dios del Olimpo, no contento con castigar a Prometeo, el más inteligente de los titanes, decidió castigar también a toda la humanidad y lo hizo a través de Pandora. ¿Cuántas veces habéis oído la expresión "la caja de Pandora"? Pandora fue la primera mujer sobre la tierra, creada por Hefestos (Vulcano) según orden de Zeus. Pero este no la hace de forja y fuego, sino que la modela de barro y lágrimas, es decir, de dolor y pena. Cada uno de los dioses la dota de un don, de ahí su nombre y la regalan un phyto, que por una mala traducción en el S.XVI, convertirían en caja. Este phyto no podía abrirse, pero los dioses, dotaron a Pandora también de la curiosidad y esta, será la que haga que ella abra el recipiente. Cuando lo hace comienzan a salir todos los males, rápidamente cierra el phyto quedando solo en su interior la esperanza. La lectura es fácil ¿no? Mientras que Prometeo do a los hombres el raciocinio,  los dioses les otorgaron una vida salpicada de elementos negativos, pero ante las adversidades, siempre nos quedará la esperanza, lo único que no se escapó de la vasija. Cuando decimos que se ha abierto la caja de Pandora, nos referimos a que están saliendo a la luz, secretos o elementos que no debían descubrirse y que van a traer cosas poco positivas. ¿No os recuerda otra historia en esta ocasión relacionada con el catolicismo? Como último dato en esta historia, os diré que Prometeo fue liberado de su castigo, pero la argolla que le sujetaba a la roca para que no huyese, se convirtió en un anillo que de por vida le recordaría su penitencia. ¿Qué curioso lo del anillo, no?

Ticio, 1565
Tiziano Vecellio (1490-1576)
Museo del Prado, Madrid.

Escuchando estas historias, llenas de violencia, amor, celos y traiciones, me di cuenta que realmente los mitos clásicos y las explicaciones que los griegos daban a los asuntos que les preocupaban, aún estaban muy presentes en nuestras vidas y sobre todo, que no nos eran tan ajenas, ya que a través de ellas cobraban sentido algunas expresiones y actos. Los hombres de la Antigüedad crearon historias míticas para buscar un sentido a todo aquello que les preocupaba y que tenía que ver con la sociedad y sus valores, con lo político, con las relaciones familiares o con el  más allá, con lo espiritual y el mundo de las creencias. 


Dánae, 1612
Artemisia Gentileschi (1593-1654)
Saint Louis Art Museum, Missouri. 

¡Las tramas que urdían eran impresionantes! Cuando hablamos del Olimpo, nos lo imaginamos como un lugar paradisíaco, tranquilo, lleno de bondades, pero conociendo como se las gastaban sus moradores, más se nos asemeja a un lugar lleno de envidias, deseos y venganzas. Quizá por ello, la mitología se convirtió en una fuente inagotable, de la que los artistas de todos los tiempos, podían nutrirse. En España, esta temática, comienza a desarrollarse durante el Barroco. Entre los artistas españoles que cultivaron este tema, destacan Ribera y sobre todo Velázquez, el cuál abarcó todos los géneros imperantes en su época. Y así, de su primera etapa, nos ha dejado una bella obra, "La fragua de Vulcano". ¿Os acordáis de la obra? Vulcano o Hefestos, era el dios menos agraciado del Olimpo, pero eso no fue impedimento para que se casase con la más bella, con Venus. La historia sería genial, el triunfo del amor por encima de lo físico y por fin podríamos aplicar esa frase tan manida como incierta, de que la belleza está en el interior, pero no. Venus además de bella era adúltera, pero como todos los dioses, ahí tenéis a Zeus, que adoptaba todas las formas posibles para llevar a cabo sus conquistas ¡hasta en polvo de oro se convirtió para poseer a Dánae! Siguiendo con Vulcano y Venus, Velázquez recoge el preciso momento, narrado por Ovidio en Las Metamorfosis, en el que Apolo se encuentra en el taller de Vulcano haciéndole sabedor del engaño del que estaba siendo objeto. El dios del fuego y de los herreros, parece sorprendido por la noticia, sus ojos desorbitados así lo manifiestan, al igual que los rostros incrédulos de los cíclopes que le acompañan. Esta forma de representar a los personajes, como sorprendidos en la realización de sus tareas cotidianas, era además muy propia del Barroco. Si seguís mi blog, ya sabéis la admiración que en mi causa Velázquez. Esta admiración no es solo por la plástica o las aportaciones a la técnica y a la historia del arte, lo es también, porque a pesar de que buscaban la representación de la verosimilitud, Velázquez nunca se recreó en lo desagradable o en las deformidades de los personajes que representaba. En esta obra podía habernos mostrado a Vulcano, como nos le describe la mitología en su aspecto físico y recrearse, a través de él, en el hecho lastimoso del engaño que estaba sufriendo. Pues bien, nuestro pintor evita el morbo o el drama, obvia el momento de indignación por el que está atravesando, no existe un solo rasgo de humillación, ni en su físico ni en la vivencia por la que atraviesa. Solo ligeramente, nos deja ver que Vulcano sufría de cojera y lo hace muy sutilmente, sin recrearse, lo podéis apreciar en la disposición del torso el cual crea una ligera diagonal desde su hombro derecho hacia su cadera izquierda. Incluso a los cíclopes les dota de dos ojos, cuando la mitología nos relata que solo tenían uno. La delicadeza no solo en el tratamiento del tema o en la captación de los personajes, también en las poses que adoptan cada una de las figuras de la composición, nos hablan de un gran maestro. ¡Cómo veis el amor no solo mueve el mundo, también hizo tambalear el Olimpo!

La fragua de Vulcano, 1630
Diego Rodríguez de Silva y Velázquez (1599-1660)
Museo del Prado, Madrid.

Pero no solo la pintura se adueñó de estos temas, también lo hizo la escultura. Gian Lorenzo Bernini nos dejó un soberbio ejemplo de la historia de Apolo y Dafne, la cual para no ser capturada por Apolo y en el preciso momento en el que la está dando alcance, se convierte en laurel. Bernini capta perfectamente la expresividad en el rostro de Dafne, así como las calidades de los cuerpos jóvenes, tersos, bellos y delicados, en contraposición con la dureza y el tacto áspero del árbol en el que la ninfa se está convirtiendo. Bernini utiliza un solo material, el mármol, pero sabe como darle las características propias de cada elemento. Entre sus obras también labraría el colchón sobre el que descansa una bella obra, la "Hermafrodita dormida", que se conserva en el Museo del Louvre.

Apolo y Dafne, 1625
Gian Lorenzo Bernini (1598-1680)
Galería Borghese, Roma.

Hermafrodita o Hermafrodito, era hijo de Hermes y de Afrodita o de Mercurio y Venus en la mitología romana. La leyenda cuenta, como la ninfa Salmacis se enamoró de él, pero este la rechaza aunque acepta bañarse en su pozo. Ella decide bañarse junto a él con un objetivo, abrazarle y rogarle a los dioses quedarse unida a él por siempre. El deseo se hizo realidad y así nació Hermafrodita, uniéndose en un solo cuerpo ambos sexos. El museo parisino conserva una copia griega del S.II a.c, donde apreciamos la voluptuosidad de las formas de Hermafrodita, representada como un ser bisexual. De la obra destaca, además del tema, la perfección formal, lo sensual del personaje que recostado sobre la cama nos muestra sus formas mitad hombre mitad mujer, mientras que vuelve su cabeza hacia un plano posterior, si rodeamos la escultura podemos ver su delicado rostro. A favor de la sensualidad, juega de nuevo, la utilización del mármol y el uso de una sábana enredada en las piernas de Hermafrodita.

Hermafrodita dormida
Copia griega
Museo del Louvre.

















Unas líneas más arriba os preguntaba sobre el eco. ¿Quién fue Eco y que relación tiene con la voz que en la lejanía se repite y acaba desapareciendo? Eco era una ninfa de cuya boca solo salían bellas palabras a la cual Hera castigo dejándola sin voz y a repetir, únicamente, la última palabra que su interlocutor dijera. Por ello, la ninfa decide recluirse en un apartado lugar y allí se enamora de Narciso. Ella ayudada de los animales del campo le declara su amor pero Narciso la rechaza, por ello, la ninfa decide recluirse en una cueva alejada de todos. Algunas versiones cuentan que es Eco quién decide vengarse de él, otras que es Némesis la que lo castiga. Pero en ambas, el deseo o el castigo, es que este se enamore sin ser correspondido por rechazar a todas las que hasta él se acercaban. Ese deseo o castigo se cumplió, de nuevo. Narciso se enamoró, sin saberlo, de su propio reflejo en el agua, debido a ello, su amor era imposible. Ahora ya sabéis de donde proviene el término narcisista aplicado a alguien que se gusta mucho. Narciso estaba desesperado de que el joven que veía y habitaba el río no le correspondiese a su amor. Cada día, se acercaba hasta el mismo lugar para estar cerca de su amado e intentar conseguir su propósito. Pero un día, se inclinó tanto hacia el agua para poder acercarse más al joven que veía, que cayó muriendo ahogado. En ese mismo lugar nació una flor a la que dieron el nombre de Narciso. La leyenda cuenta que mientras que Narciso estaba absorto en la contemplación de su reflejo, en la lejanía, se oía a la ninfa Eco repetir su nombre. 

Así que, si en algún momento escucháis, como a lo lejos resuena vuestro nombre, pensad que quizá es algún enamorado al que olvidasteis y que aún os llama.

Narciso, 1599
Caravaggio ( 1571-1610)
Galería Nacional de Arte Antiguo, Roma (Italia)


lunes, 19 de noviembre de 2018

American Gothic ¿El icono americano?





A mediados del S.XIX, se desarrolló en Estados Unidos, un estilo arquitectónico denominado Carpenter Gothic, al que podríamos definir como una reinterpretación, muy libre, del estilo gótico europeo, a través de la utilización del arco apuntado u ojival. Y digo, muy libre, ya que solo toma la idea visual, el arco que utiliza es demasiado puntiagudo, no sigue la forma de un verdadero arco apuntado gótico, formado por la intersección de dos circunferencias que al cruzarse crean un ángulo. El que utilizan aquí nace de dos líneas rectas que se unen en el centro. Además no es estructural como lo fue el que les sirve de inspiración. Durante el gótico, el arco apuntado tuvo una importante misión arquitectónica: la de repartir las fuerzas y los empujes hacia el suelo, con lo cual se conseguían varias cosas, elevar la altura de los arcos, conseguir la eficiencia de los materiales utilizados y aligerar los muros permitiendo que se hiciesen mucho más delgados e incluso pudiesen ser sustituidos por vidrieras, como vemos en las Catedrales. No sólo el arco, los contrafuertes también sirvieron para que las cargas fuesen a parar directamente al suelo. Nacen así edificios mucho más esbeltos que los románicos, cuyo arco de medio punto distribuía las fuerzas no solo a través de la línea de fuerza que discurría por el interior del arco, sino hacia los muros, es decir vertical y horizontalmente, lo que obligaba a hacer los paramentos mucho más gruesos para soportar parte de las cargas del edificio. El Carpenter Gothic, toma los elementos que caracterizaron al gótico europeo pero con un sentido muy decorativo y banal, creando casas de un gran eclecticismo al mezclar decoraciones que tienden a lo vertical, como las que se aprecian en las ventanas ojivales, con estructuras apaisadas como las que forman los aleros de grandes dimensiones que recorren el perímetro de la casa. 


"Dibble house", 1881
Eldon, Iowa.

Pues bien, uno de estos edificios, la Dibble house, en Eldon, Iowa, se convirtió sin quererlo, en el escenario de una de las obras más conocidas de Grant Wood (1891-1942), American Gothic y también en una de las más misteriosas, ya que al contemplarla, los rostros serios de los protagonistas y sobre todo la horca que lleva el hombre, nos sugiere algo "gótico", en el sentido que los americanos dieron a este término años después, relacionado con asesinatos en la América más profunda, con lo siniestro. Con esta obra, Grant Wood, se adentra en un tipo de pintura llamada Regionalismo americano, la cual trataba de poner de relieve los aspectos y tipos más populares y tradicionales del sur y del Medio Oeste de los Estados Unidos, durante los años 30 y 40 del siglo pasado. En España, por ejemplo, el Regionalismo se había desarrollado años antes con pintores como Joaquín Sorolla o Ignacio Zuloaga. En el caso americano surge como una reacción al mundo urbano, ya que buscaron en las comunidades rurales la esencia de los tipos, las actividades y de las tradiciones que en ellas se llevaban a cabo,  en definitiva, de lo que podemos denominar el Folklore, en su sentido original y no despectivo. Esta reacción contra lo urbano tenía su punto de partida en el rechazo hacia los movimientos y sobre todo hacia los artistas de vanguardia europeos que estaba intentando introducir Alfred Stieglitz en Estados Unidos, donde lo urbano tenía mucho protagonismo, el principal es que estas vanguardias se formaron en las principales capitales. Las vanguardias europeas comenzaron a difundirse a través de la exposición "Armory Show" que entre febrero y marzo de 1913 se celebró en Nueva York. En esta exposición, no solo se mostraron obras europeas, también de la vanguardia americana, aún así se levantaron voces contrarias a ella, ya que un porcentaje muy bajo de obras pertenecían a los movimientos americanos. Y este, fue el otro elemento, que hizo nacer el Regionalismo en esta parte de América. Aunque para ser justos, la reacción de desagrado también se produjo por el elevando número de obras representativas de la vanguardia francesa en detrimento de otros focos europeos, como Alemania o Italia que también jugaron un papel destacado en el nacimiento de importantes estilos durante el primer tercio del S.XX, sobre todo Alemania. 


La reacción fue la lógica y habitual. En todos los países ha estado presente contrarrestar lo que viene impuesto de fuera mediante la búsqueda de la esencia genuina del país propio. Y para ello se rastrea en la sociedad más primitiva rescatando los elementos identitarios, aquellos que nos hacen diferentes y originales. Y no solo sucede en el arte, en todas las manifestaciones de la vida, por ejemplo en la forma de vestir, también se observó esta rebeldía. 


American Gothic, 1930
Grant Wood
Art Institute Chicago. 

Grant Wood con American Gothic, se convirtió en representativo de este estilo simplificado, que puede recordarnos la pintura Naïf, por lo ingenuo de las representaciones y por concebirlas desde la más absoluta sencillez en colores, composiciones y temas. La sencillez de la pareja encaja con la del medio que les rodea. Sencillas son las líneas que componen la casa o las copas perfectamente redondas y casi infantiles de las copas de los árboles. Es un conjunto bien avenido, como lo pueda ser la supuesta pareja que vemos. Y junto a la sencillez, la verticalidad, que observamos primero en el propio formato de la obra y a partir de ahí en los diferentes elementos que la componen, como en los rostros y cuerpos alargados de la pareja que tienden a lo ascensional, como hizo el gótico. O las tablas de madera que construyen la casa Y para subrayarlo aún más, el hombre sujeta firmemente una horquilla de tres dientes que se elevan al cielo y que replican los rostros de los personajes. Pero aún hay una tercera característica: el carácter frontal que el artista imprime a la obra. Frontalidad que evoca al arte flamenco. Aunque nos pueda parecer que el granjero y su acompañante focalizan nuestra atención, otros es el elemento que se convierte en destacado, la ventana del fondo. Lo utiliza como recurso para mostrarnos lo más característico de este estilo constructivo propio de un momento determinado y de una comunidad que engendra, supuestamente, valores superiores. Pero la ventana también ayuda a buscar la verticalidad, y en cierto modo, ventana y horquilla siguen las mismas formas, y así, el primer y el último se abren y cierran respectivamente, con la misma forma, ayudando a potenciar más la sensación de verticalidad. Y por último y hablando de la influencia de la pintura flamenca, la ventana, además de ayudar a conseguir una obra muy frontal compuesta para ser contemplada desde un único punto de vista, el que tenemos si nos colocamos frete a ella, también nos recuerda la búsqueda de la profundidad, aunque el punto de fuga, en este caso, se encuentra en el vértice que forma la techumbre. La obra recuerda las de los primitivos flamencos, pero en esta ocasión invertida, en vez de representar un interior representa un exterior, pero al estar el encuadre tan ajustado las copas de los árboles que se vislumbran al fondo no nos dan sensación de una escena completamente exterior, sino más bien interior lo que nosotros podríamos contemplar a través de una ventana. Grant Wood viajó a Europa en los años 20 del siglo pasado y aquí conoció la obra de los flamencos en la que se inspiraría para esta composición. ¿Quizá la frontalidad de El Matrimonio Arnolfini, de Van Eyck, esté presente aquí, junto con el recurso del espejo que en esta ocasión ha sido sustituido por una ventana?

Hasta aquí lo que vemos, y ahora lo que no vemos. Esta obra surgió cuando el artista viajaba a través de Iowa, lugar donde nació. Allí, en Eldon, fue donde vio la casa a partir de la cual se imagino una escena tradicional americana, ubicada en los tiempos en los que el Carpenter Gothic se desarrolló. La imagen tenía que completarse con granjeros sencillos, que evocasen el espíritu americano de fines del S.XIX. Para ello eligió como modelos a su hermana, Nan Wood Graham y a su dentista, Byron McKeeby. Aunque al ver una pareja, inmediatamente nuestra mente nos pueda llevar a pensar en un matrimonio, lo que realmente Wood quiso representar era a un padre y a su hija, encarnando los valores rurales del Medio Oeste, entre ellos el del trabajo por eso utiliza el tridente y el de la fortaleza que aparece representada a través de la mano del granjero que sujeta fuertemente la herramienta con la que trabaja. La composición la terminó en el garaje de su estudio, que le servía para exponer sus trabajos de artes decorativas lo que muestra su apego por las formas más tradicionales de expresarse, a través de la artesanía se recupera la esencia del trabajo tradicional hecho con cariño y que en cierto modo, relaciona con esta obra, por todo lo que subyace en ese tipo de trabajos. Pero estos valores les extrapola al momento por el que los americanos están atravesando, los momentos álgidos de la Gran Depresión. Esta crisis se desarrolló a nivel mundial aunque tuvo su origen en el desplome de la bolsa estadounidense, el 29 de octubre de 1929, lo que se conoce como Martes Negro. 



Nam Wood Graham y Byron McKeeby.

En un momento de decaimiento a todos los niveles, Wood quiso, a través de lo que representa esta obra y que ellos podían perfectamente entender, a buscar los valores de fortaleza y prosperidad que caracterizaron a la nación en un momento determinado y que les podían servir para sobrellevar la crisis. Era un canto a la esperanza y al optimismo y quizá por ello, los colores son alegres y las formas sencillas evocando una vida tranquila, idílica y próspera, en la que las preocupaciones modernas relacionadas con lo urbano, con la banca y lo bursátil no tenían cabida. Una prosperidad que volvería a fines de los años 30 con la aparición de la economía de guerra. 

Pero hay algo más que puede desprenderse de esta obra, eso sí, para ello hay que tener en cuenta, ya no a la sociedad utópica y ciertamente idealizada, sino a la más crítica y tradicional a la represiva y opresiva, y al propio Grant Wood. Quizá la obra no sea un canto a la esperanza sino una crítica a lo retrogrado que convive con los otras características antes mencionadas. Wood era homosexual y a través de esta obra trasmite sus ansias y su ansiedad ante su propia situación. El lugar donde él vivía, era pequeño y posiblemente opresivo, un ambiente que estaría encarnado por los dos protagonistas y el carácter que dejan traslucir en sus rostros y en su vestuario. Yo soy de la idea, de que la vida en el campo está sobredimensionada ya que la ciudad aporta valores y libertades que en lugares más cerrados se niegan. La ciudad quizá es mas impersonal, más independiente y solitaria, pero es ahí donde podemos encontrar la libertad a nuestra personalidad y poder expresar quién somos cada uno realmente, sin temer la crítica o la humillación. A través de American Gothic alienta al avance para salir de la crisis, pero al mismo tiempo, ese avance que reclama, también debería hacer salir a la sociedad de la rigidez moral en la que se encontraba. 


Grant Wood (1891-1942)

 ¿Cuándo, cómo y por qué le llega la fama a Grant Wood? Wood era un artista local que residía en una pequeña población llamada Cedar Rapids. Parece que sus deseos de ser artista se veían limitados por su lugar de residencia. Pero en 1930, el destino, la suerte o lo más importante para triunfar: creer en uno mismo, hizo que presentase esta obra a la exposición que cada año se llevaba a cabo en el Instituto de Arte de Chicago. En una primera vuelta, la obra fue rechazada, pero curiosamente y en el último momento deciden que la obra, a pesar de no tener nada que ver con el resto de obras presentadas, sea tenida en cuenta en una segunda ronda. Finalmente el lienzo se hace merecedor, no del primero, pero si del tercer puesto y obtiene la medalla de bronce Norman Wait Harris, curiosamente un banquero fundador del Harris Bank de Chicago. Pero lo que realmente hizo que su obra comenzase a ser estudiada y su figura tenida en cuenta, fue que el Instituto de Arte de Chicago decidió comprarla por 300 $, el precio de venta libremente fijado por el artista. 


"Medalla Norman Wait Harris"

Desde entonces, la obra, ha sido reproducida y parodiada hasta nuestros días, eso sí obviando el significado o significados latentes tras los personajes, el ambiente y los colores.



viernes, 2 de noviembre de 2018

Van Gogh, ese loco del pelo rojo.

"Autorretrato pintando", 1887
Museo Van Gogh, Amsterdam.
Vincent Van Gogh. 

Cuando hablamos de Vincent Van Gogh, creo que siempre lo hacemos desde una perspectiva nada halagüeña. La imagen que de él tenemos va más allá de la de un pintor, la imagen que proyectó Vincent, o al menos es lo que yo veo cuando pienso en su vida, es la de un hombre, un hombre muy carismático pero muy débil a pesar de tener un fuerte carácter. Solo cuando contemplo sus obras veo al Vincent pintor y en ellas, en algunas ocasiones, veo reflejadas sus experiencias vitales, esas, que a todos nos llevan a ser lo que somos. Y digo en ocasiones, ya que su obra no es un canto a la desesperación, como lo fueron las últimas obras de Goya, utilizando una paleta ennegrecida o la de Gutierrez Solana o Darío Regoyos, que proyectaban la desesperación, no de sus vidas, sino de la sociedad, de lo que se dio en llamar la España negra, en paletas de idénticos colores. Podríamos pensar en comparar la obra de los españoles citados con las de la primera etapa del holandés, como sus "Comedores de patatas", en la que nos muestra la dureza de la vida en el campo y el genial artista en el que se está convirtiendo, a pesar de las críticas hacia las figuras y hacia las tonalidades demasiado oscuras, pero estas tonalidades aluden al color que tiene la patata cuando es sacada de la tierra de labranza. Lo que él buscaba y que quizá sus contemporáneos no entendieron, era trasmitir el mensaje de la dura vida rural.



"Los comedores de patatas", 1885
Museo Van Gogh, Amsterdam.
Vincent Van Gogh. 

En la obra de Van Gogh yo veo un canto a la vida, a la luz, a la libertad del campo o al renacer, a una vida sencilla cargada de trabajo, pero complaciente. Y ese renacer, que puede ser el suyo propio, se muestra en obras como el "Almendro en flor" donde además es muy clara la influencia que sobre él ejerció la estampa japonesa. El deseo de un hombre de sentirse libre de sus ataduras mentales, de su ánimo. Por eso su obra muestra escenas de la vida diaria. En ella abundan los girasoles, como bien sabréis, estos durante el día van girándose buscando la luz y el sol. Así se mostraba nuestro pintor, como un girasol que buscaba la vida, pero que por diferentes motivos se le hacía más difícil encontrar un elemento que le aportase la luz que necesitaba. Seguramente, ese elemento, no era otro que pintar, que reflejar en sus múltiples lienzos lo que tenía delante de sus ojos: los campos y los paisajes urbanos de Arlés, la luz que influyes notablemente en los amarillos, las noches estrelladas o su habitación pero introduciéndoles también en la magia de su propia visión de artista.

"Almendro en flor", 1890
Museo Van Gogh, Amsterdam.
Vincent Van Gogh. 
Se ha hablado mucho que la paleta cromática que utilizaba reflejaba su estado anímico. Cuando hablamos de estado anímico pensamos en el aspecto más negativo. Van Gogh pasaba de la alegría a la desesperación en poco tiempo, por lo tanto, sus obras, deberían marcar ambos estados, pero ¿realmente lo hacen? Esta idea es válida en muchos pintores e incluso puede serlo en el caso del propio Van Gogh, pero no debemos tomarlo al pie de la letra, hay que tener en cuenta otros condicionantes y uno de ellos sería el cambio que van experimentando las artes a partir de las Vanguardias y como se utiliza a partir de entonces el color. El utilizó, por ejemplo, en muchas de sus obras, los azules, pues bien, quiero que os fijéis en alguna obra de la etapa azul de Picasso y la comparéis con una de Van Gogh y entonces, pensad, si os trasmite lo mismo una y otra. Pero por favor, ya sé que es difícil, abstraeros de lo que sabéis de uno y de otro, solo contemplad las obras. Y si os apetece podéis dejar vuestros comentarios. Quizá la obra más difundida en estas tonalidades, sea "La noche estrellada" (1889). ¿Qué os trasmite este lienzo, tristeza, agitación o calma? ¿Sabéis en que momento pintó esta obra? ¿Dónde se encontraba? ¿Qué pasaría un año después? Los azules nos dan sensación de calma a pesar de ser tonalidades frías, o quizá también por ello. Los colores cálidos como el rojo o los naranjas, en cambio provocan más agitación. Y según sus palabras el rojo y el verde le servían para expresar las "terribles pasiones de la humanidad". El color no es lo que determina su estado de ánimo, o al menos no como elemento final, las pinceladas largas que forman remolinos en el cielo, también tienen mucho que decir, ya que nos pueden hablar de un alma que no encuentra la paz, y es en ellas, a mi juicio, en donde se concentra toda la expresividad. Ambos, el color y la pincelada se necesitan y complementan. Esta fuerza expresiva, de la cual Van Gogh era totalmente consciente, le llevó a decir que muchos pensarían que era una forma de suplir la técnica. Pero en realidad, era tan meticuloso que aprendió la técnica a la perfección, y la aprendió de los mejores, de los grandes maestros holandeses. De Rembrandt y de Frans Hals tomó el gusto por los colores oscuros, de los que más tarde se desaprendería al entrar en contacto con Toulouse- Lautrec o Paul Signac. Es una obra que tiene mucho de evocador y de poético, pero en el sentido más literal. Camille Pissarro, llegó a decir que la inmediatez que parece estar presente en las obras de Van Gogh, no es tan cierta, ya que subyace una profunda elaboración que en algunos casos, como en el que nos ocupa, tenía como fuente de inspiración los poemas de Walt Whitman. Y quizá por la idea de que sus obras reflejan lo inminente pensemos en sus estados anímicos. Esa idea se desmonta cuando hablamos de un trabajo meditado y calculado. Debido a eso y a pesar de que nos pueda parecer un paisaje real, Van Gogh pocas veces pintaba lo que tenía delante, esas visiones las mezclaba con otras provenientes de sus sueños y de su imaginación. Por eso y en esta obra que nos ocupa, se ha hablado mucho sobre el pueblo que se ve. Siguiendo las teorías de la inmediatez, podría ser Saint Rémy, pero según algunas investigaciones el pueblecito que se ve estaría en su invención y la aguja de la iglesia evocaría la de su ciudad natal en los Países Bajos, Zundert. ¿Dónde estaría el antecedente de esta obra? ¿No os recuerda "La vista de Toledo" de el Greco? Por lo imaginativo en la concepción de los lugares que representan. El Greco Pintó Toledo pero alteró el curso del río. Nos dio una visión un tanto fantasmagórica de la ciudad. Lo que ambos están haciendo es anteceder el Expresionismo en el arte.

"La noche estrellada", 1889
Museo de Arte Moderno de Nueva York
Vincent Van Gogh.
Si viajáis a Nueva York, no os olvidéis de visitar el MoMa, allí os estará esperando "La noche estrellada" y como sabéis, nada tiene que ver la explosión del color real con lo que nuestra pantalla nos devuelve. Es entonces, cuando se tiene un lienzo frente a frente, cuando realmente se experimenta sensaciones y sentimientos, por eso es tan importante visitar los diferentes museos. 

"Laboreur dans un champ", 1889
Colección privada
Vincent Van Gogh

Otro color que se convirtió en su preferido, fue el amarillo, recordad de nuevo los girasoles. Para vosotros ¿qué representa esa tonalidad? Seguramente lo primero que nos viene a la mente es el astro rey. El sol es vida, es la alegría de un comienzo, de un nuevo día y de nuevas oportunidades. Quizá cuando Van Gogh utiliza este tono esté lanzando un mensaje implícito, el anhelo de un renacer. Como os decía, a pesar de esa imagen que tenemos de él, disfrutaba de la vida, de lo que veía y así lo dejó escrito en algunas de sus cartas, en ellas no solo se lamentaba de que no vender ni un solo cuadro. En 1888 escribió desde el sur de Francia a Émile Bernard: "¡Oh! Ese hermoso sol de verano aquí."

"Girasoles", 1889
Museo Van Gogh, Amsterdam.
Vincent Van Gogh. 

Todas estas obras son de sobra conocidas por todos, en cierta manera nos trasmiten lo idílico, lo que tiene de sugerente otros tiempos primigenios donde el tiempo se detiene y solo es necesario contemplar, eso es lo que quiso mostrar Van Gogh. Quizá esta es la clave de su triunfo entre el gran público, nadie tendría en su casa una reproducción de una obra de la cual se desprenden elementos negativos. Pero yo quiero acercaros otras, que quizá no han sido tan reproducidas y que a través de ellas y de lo dicho hasta ahora, nos sirvan para indagar más en la personalidad real del pintor. Me estoy refiriendo a sus calaveras y esqueletos. ¿Os podíais imaginar que además de las obras que todos conocemos tiene otras tan diferentes? Y no por favor, controlad vuestra imaginación, no hagáis asociación de ideas, no penséis en calaveras, muerte y su destino trágico ya que nada tiene que ver con eso. Quizá en un principio os cueste reconocerlas como obras suyas, esto es debido a la imagen que se ha proyectado de él. Van Gogh fue en gran parte autodidacta pero si que asistió a la Escuela de Bellas Artes de Amberes, allí estudiaban los esqueletos para conseguir reproducir de forma perfecta el estudio del natural. Acordaos de "La lección de anatomía del Doctor Nicolaes Tulp"(1632) del inigualable Rembrandt. Pues bien, este es el origen de sus risueñas calaveras, que aportan el elemento más divertido de su obra. Como nos ha pasado a muchos en nuestra época de estudiantes, había ciertas materias que se hacían más difíciles de digerir, a Van Gogh también le sucedía eso y traducía el aburrimiento en creatividad y así y de forma irónica representaba a una calavera que portaba en su boca un cigarrillo, era la forma elegida de burlarse de estas prácticas académicas. La obra tiene todos los componentes de un cuadro Barroco, el cigarro también. Por supuesto del Barroco holandés, en España una imagen así era ¡imposible! Por un lado, entroncaría con lo que nosotros aquí llamamos las Vanitas y que genéricamente llamaríamos Memento Mori. Un bodegón que nos recuerda que el tiempo pasa, que la vida es fugaz y que lo material es solo eso, material y que recuerdes morir, o dicho de otra manera, aprende a morir. Esta sería la traducción más cercana a la frase Memento mori, que según los historiadores fue susurrada al oído por un sirviente a un general victorioso en su entrada triunfal en Roma. Y por otro lado, en el arte holandés fue bastante frecuente la representación de los vicios y de los pecados capitales, pero no dentro de lo que denominaríamos Vanitas, sino más bien y durante el Barroco, de la pintura de género, que se aprecia en obras como "El rey bebe" de Jacob Jordaens u otra con el mismo título realizada por David Teniers. En ambos lienzos se representa una tradición flamenca relacionada con la Epifanía, en la cual la persona que encontrase el haba en el pastel es nombrado rey por un día y al grito de "el rey bebe" comenzarían los festejos. A los españoles está tradición nos es familiar ya que celebramos lo mismo en la misma fecha. También fueron muy habituales los fumadores como el tronie de Joos Van Craesbeeck, del cuál ya hablamos en una entrada anterior o el de Adriaen Brouwer.

"Cabeza de esqueleto con cigarro", 1886
Museo Van Gogh, Amsterdam.
Vincent Van Gogh. 
En esta obra hace uso de una pincelada perfecta con la que va dando forma a los huesos y esto se aprecia mucho mejor en otra de sus obras que tiene por protagonista otra calavera. El lienzo titulado "Skull", le podéis visitar en el Van Gogh Museum en Amsterdam. Lo más llamativo de esta obra es la forma en la que consigue el craquelado de la cabeza. La pinta sobre otra obra anterior la cual cubrió con una capa de zinc blanco que tiene como característica un lento secado que provocó las grietas. Como veis el cráneo está lleno de color, algo propio de sus obras y que en cierta manera es una antecedente, como decía antes del Expresionismo por lo que tiene de subjetivo.

"Skull", 1887
Museo Van Gogh, Amsterdam.
Vincent Van Gogh.

Van Gogh no fue el único que pintó este tipo de temática entre los pintores post impresionistas, también Paul Cézanne lo hizo, y no una vez sino varias. Sus cráneos nos recuerdan sus bodegones de frutas, utiliza una gama cromática muy suave propia de su obra y la composición piramidal para mostrarnos, de nuevo, la fugacidad de la vida.

"Tres calaveras", 1905
Intituto de Arte de Chicago
Paul Cézanne.

Como veis Van Gogh fue mucho más que un pintor de trigales y mucho más que un hombre de fuerte y atormentado carácter. Sus disputas con Paul Gauguin fueron habituales, a pesar de que fue este a través de la intermediación de su hermano Theo, marchante de Gauguin, quién le invitaría a formar parte de una cooperativa de artistas idea de Camile Pissarro. Arlés fue el punto de encuentro y allí los más creativos pintores de este momento postimpresionistas dieron a luz a algunas de sus mejores obras. 

"Terraza de café por la noche", 1888
Museo Kröller-Müller, Otterlo (Países Bajos)
Vincent Van Gogh.
Para terminar, he titulado la entrada como esa famosa película, que os recomiendo y que recoge de una manera muy acertada su vida, pero en mi caso, la palabra loco no alude a las dolencias mentales de Van Gogh, sino a sus colores a la explosión de las tonalidades. Este "loco" del pelo rojo estaba loco pero por vivir. 

viernes, 5 de octubre de 2018

La atracción de la ciudad moderna en la obra de Gustave Caillebotte.

"La Rúe Halévy, vista desde la sexta planta", 1878.
Gustave Caillebotte.
Colección Privada, Dallas.

Las ciudades tiene un halo mágico que ha intentado ser captado por muchos artistas. Quizá una de las vistas de ciudades más famosa es la de Toledo, pintada por el Greco. Las panorámicas de las ciudades será un tema que se vaya afianzando a lo largo del tiempo, y así, durante el S.XVIII en Italia, se desarrolla un nuevo género, el de la "veduta". Entre sus practicantes encontramos a Canaletto y a Francesco Guardi que fijarán sus ojos en la ciudad de los canales, Venecia. La Plaza de San Marcos, los canales o el Palacio Ducal serán los protagonistas de estas obras que se convierten en antecedentes de las postales para viajeros. En el S.XIX, el Romanticismo no solo se fijará en ruinas y paisajes, como era propio, sino también se inspirará en las urbes. Y así, Jenaro Pérez Villaamil, deja a la posteridad, la "Vista de la ciudad de Fraga y su puente colgante". Y avanzando hasta nuestra época contemporánea, nuestro genial Antonio López, hará lo propio con una de las grandes avenidas madrileñas, La Gran Vía. Ahora ya no se busca dar una visión completa, interesa más el detalle, la atmósfera, los edificios más representativos, el bullicio o la soledad de un punto concreto, tal y como vemos también en la obra de Amalia Avia (1930-2011). Esta pintora, integrante del grupo de los llamados "Realistas madrileños", se especializó en una pintura urbana y nostálgica de aquellos rincones del Madrid más castizo que estaban a punto de desaparecer por la llegada de una nueva modernidad. Fachadas, puertas de tradicionales comercios o las calles por las que trascurría la vida fueron el objetivo de sus pinceles. Pero antes de esto ya hubo otros pintores que trataron de dejarnos un documento de los tiempos modernos en forma de lienzos. Si Amalia Avia captó el instante último, de algunas de esos escaparates, los artistas de fines del S.XIX captaron el instante inicial del nacimiento de una ciudad moderna. Si ella, desde mediados del S.XX, se paró en primeros planos buscando captar en su obra el momento íntimo, ellos lo habían hecho utilizando grandes angulares mostrando así, una perspectiva amplia de las grandes calles que estaban surgiendo. La Revolución Industrial surgida en la segunda mitad del S.XVIII en Gran Bretaña, fue la artífice de todos estos cambios, que se dejaron sentir, primero, en las grandes ciudades.



"Calle de San Mateo", 1974
Amalia Avia.

"Ministerio de Fomento", 1988.
Amalia Avia.


La Revolución Industrial favoreció la entrada de nuevos materiales como el hierro fundido, con el que se realizaron obras de ingeniería civil, como los puentes y permitieron estructuras arquitectónicas más resistentes e ignífugas que se cubrían con grandes acristalamientos.

No solo los ingenieros y los arquitectos se dejaron seducir por los nuevos materiales con los que conseguían estructuras ligeras y novedosas que llenaban de luz los interiores, como vemos en la obra de Antoni Gaudí. El resto de disciplinas no fueron ajenas a estas novedades. La escultura utilizó el nuevo material y las técnicas industriales, a las que dotó de un cariz estético y artístico, tal y como hizo Julio González después de su paso por la fábrica de automóviles francesa, Renault. Los lienzos encontraron nuevos temas con los que entrar en la modernidad, el ferrocarril o los barcos de vapor como veíamos en William Turner, se convirtieron en protagonistas. La máquina ejerció tal poder de seducción, que el Futurismo, lo tomó como eje de su obra. El paisaje urbano cambiaba a las órdenes de nuevas necesidades que propiciaron reformas en las que se buscaban la apertura de grandes bulevares. Ejemplos de estas reformas fueron París y Barcelona. La modernización de las ciudades también llevó aparejado grandes pérdidas patrimoniales, y como consecuencia de ello, se comenzó a valorar el objeto como bien cultural, aunque en un principio solo se aplicaba a los monumentos. Nacieron ciudades de trazados regulares y racionales, de avenidas amplias que se llenaron de edificios modernos en los que se aplicaba todas las novedades nacidas de la Revolución Industrial. Y así, el arte, en cualquiera de sus disciplinas, se hizo eco de la modernidad dejándonos un documento fidedigno del nuevo cambio social.

"Calle de París en un día de lluvia", 1877
Gustave Caillebotte.
Instituto de Arte de Chicago.

Y el pintor que mejor ha reflejado esos cambios ha sido Gustave Caillebotte (1848-1894). En su obra conjuga  realismo, modernidad y cotidianidad. Y así, comenzamos a ver parejas que pasean por las amplias calles de París, diseñadas por el Barón Georges-Eugéne Hausmann, bajo el mandato de Napoleón III. Parejas que como despistadas, se cobijan bajo un mismo paraguas, y que tras su paso, dejan una farola de gas realizada en hierro. La atmósfera nos trasmite un día desapacible, el monocromatismo característico de Cailebotte incide en ello. Pero los sentimientos que emanan de la pareja que pasea por una "Calle de París en un día de lluvia" tampoco nos deja indiferente. Su frialdad, al igual que la del resto de los transeúntes, se hace patente. La ciudad se moderniza al ritmo de los cambios, en muchas ocasiones se vuelven grises, y las personas parece que igualmente inician ese cambio.  Me gustaría que os fijarais en la obra de Amalia Avia, "Ministerio de fomento", la cual también tiene como protagonista a una pareja bajo la lluvia. Ahí lo dejo.

La Revolución Industrial, no solo aportó nuevos materiales y formas de fabricación, también una nueva clase social, el proletariado urbano, al cual Caillebotte también prestaría atención convirtiéndoles en protagonista de varias de sus obras, como en "Los acuchilladores de parqué".

"Los acuchilladores de parqué", 1875
Gustave Caillebotte.
Museo D´Orsay (París)

Hasta ahora, esta nueva jerarquía, no había tenido presencia en las obras de arte, esta presencia estaba ocupada por los jornaleros del campo que veíamos en la obra de Millet. O por la burguesía, que pulcramente vestidos se asomaban a balcones o disfrutaban de su ocio escuchando música en las Tullerías.


"Música en las Tullerías", 1862
Edouard Manet
The National Gallerie (London)

Gustave Caillebotte además de artista, fue amigo y mecenas de los Impresionistas. Pintaba por puro deleite y placer ya que no necesito vender ninguno de los cuadros que pintó. Será tras su muerte, cuando sus familiares vendan y donen algunas de sus obras. Gracias a ello podemos disfrutarlos en diferentes Museos. Enmarcado dentro del Impresionismo, su obra va más allá, ya que ni temática ni técnicamente se muestra demasiado deudor de sus colegas. Si que es verdad, que en algunas de sus imágenes podemos observar la pincelada que les caracterizó, ágil y pequeña. Como detalle, los Impresionistas jamás utilizaron el negro. Parece que la no presencia de este color en sus pinturas !se debió a un olvido! Según cuenta el anecdotario, Renoir dijo que tras el olvido de uno de ellos al ir a comprar los pigmentos, dejaron de usarlo. Si os dais cuentas Caillebotte si que le utiliza, tanto en los trajes de las personas como en la reforma de resolver las sombras. 

Sus pinturas se caracterizan por utilizar planos horizontales que buscan la amplitud. Un primer plano que normalmente estará ocupado por algún personaje; un segundo plano que puede aparecer vacío o bien salpicado de transeúntes, que con la cabeza hacia abajo buscan pasar desapercibidos; y un tercer plano que aporta la distancia y es en el que sitúa el punto de fuga, al que van a converger todas las largas líneas que dan profundidad a la obra. Una profundidad que pone de relieve las dimensiones del París de la Belle Epoqué. Y así podemos meternos en los lienzos y pasear por las amplias avenidas de la Rue Miromesnil, donde Caillebotte y su familia vivían y que habían heredado de su padre. Este había invertido parte de sus ganancias en adquirir inmuebles, uno de ellos fue un palacio de tres pisos en la Rue Miromesnil. Un palacio aislado pero que con el paso del tiempo y las reformas urbanas se convirtió en parte importante del trazado parisino y de la obra del pintor francés. En una de sus ventanas vemos como se asoma su hermano, René, a contemplar la ciudad. Y a la vez nosotros la contemplamos con él, ya que él está colocado en una lateral dejando a su izquierda un espacio por el que se cuela la luz y la vista de la calle. Un espacio que parece estar esperándonos. Frente a la luz que viene del exterior, creada mediante colores claros, que buscan la sensación no solo de luz sino también de amplitud, el interior se presenta más íntimo y cerrado por la utilización de colores oscuros y cálidos. Y así se produce un fuerte contraste entre una zona muy iluminada y otra mucho más oscura. Destaca el estudio de las calidades, que se aprecia en la butaca y en la alfombra, y el fuerte realismo, el reflejo de René en la ventana es impresionante. En cambio frente a estos detalles, el exterior se nos antoja más desdibujado, menos conciso, aquí si utiliza la técnica Impresionista de pequeñas pinceladas. ¿A quién os recuerda este hombre de traje oscuro que nos da la espalda asomado a una ventana? Exacto, quizá a "Caminante sobre un mar de nubes" de Friedrich, ¿verdad? Existen varias diferencias, la más importante es que el caminante de Friedrich contempla la naturaleza, como era propio del Romanticismo y de la obra del pintor alemán. Podemos encontrar muchos otros parecidos, ya que si la naturaleza primero y la ciudad después, se convierten en parte fundamental de las obras, las ventanas tienen su gran espacio. Son elementos que ayudan a crear profundidad, ayudan a dar luz al lienzo y  nos muestran lo que hay al otro lado. Lo que René o Ana María, la hermana de Salvador Dalí, están contemplando ensimismados. Lo único que cambia en todos ellos es la vista que contemplan, las cuales, son propias, del momento artístico e histórico, de la relación que tienen con el pintor, y de la temática predominante.  



"Joven en la ventana", 1875.
(Jeune Homme à sa fenêtre).
Gustave Caillebotte.
La obra "Joven en la ventana" (1875), fue una obra de juventud de Caillebotte y presentada en la exposición de los Impresionistas de 1876 tras ser rechazada en el Salón de Otoño del año anterior. Podíamos considerar que esta obra se convierte en modelo para el pintor, ya que muy pocos años después asomará a otro hombre a un balcón con vistas al famoso Boulevard Haussmann. En esta ocasión nos muestra más la parte alta de la calle, el hombre aparece mucho más elegantemente vestido, pero ocupa el mismo espacio a nuestra derecha que en la obra anterior. En ambos casos, utiliza la disposición de los hombres para dirigir nuestra mirada hacia donde ellos lo hacen. La gran diferencia tiene que ver con el contraste lumínico, que aquí es mucho menor, la importancia se la da más al exterior, que al interior como en el caso anterior, en el que nuestros ojos se posaban en el rojo potente de la butaca. En esta obra, en cambio, no hay opción ya que no muestra el interior de la vivienda.

"Hombre en un balcón, Boulevard Haussmann", 1880
Gustave Caillebotte.
Otro recurso que utilizará, para mostrarnos los cambios traídos por la modernidad, será el Puente de Europa que domina la Estación de San Lázaro, la cuál en esos mismo años, nos mostrará Monet en diferentes variantes, algunas de las cuales fueron compradas por Caillebotte. En estas obras, que tienen como protagonista este puente, parece que los colores de la atmósfera buscan mimetizarse con él. Utiliza colores fríos y una paleta monocromática que no solo refleja un ambiente, que al contemplarlo nos produce frío, climático y emocional. Y ese frío emocional se traspasa a los hombres que pueblan las obras y que todos ellos visten igual. Levan trajes oscuros, se muestran rígidos, impertérritos, no hay contacto entre ellos. Así se busca comparar los trabajos de ingeniería austeros y duros con la sociedad, que parece empezar a vivir de espalda a sus iguales. Caillebotte nos adelanta el futuro.

"En el Puente de Europa", 1876-7
Gustave Caillebotte.
Kimbell Art Museum (Texas)

Caillebotte pintó más lienzos mostrándonos, con peculiares perspectivas e incluso varios puntos de fuga, la ciudad del Sena. Pero yo he decidido mostraros solamente estas. Os invito, como siempre, a que busquéis más obras de este pintor. Y también, como siempre, podéis contarme a qué obras os recuerda "Joven en la ventana". 

"El arte tiene la bonita costumbre de echar a perder todas las teorías artísticas" (Marcel Duchamp)