jueves, 8 de febrero de 2018

El MONA, un Museo al otro lado de mi mundo.


"Interior del MONA"
Cuando viajamos por el mundo y visitamos museos, o cuando lo hacemos desde el sofá de nuestra casa, a través de la web de las diferentes instituciones museísticas, nos damos cuenta de la variedad existente. Cada uno de ellos responde a ideas, a deseos, a coleccionistas y colecciones y a políticas culturales, que buscan, acercar las obras coleccionadas o el patrimonio de una ciudad a los visitantes. Como decía Vicente Todoli, director de la Tate Gallery, no puede triunfar un único tipo de museo ya que éste es consecuencia directa de la ciudad en la que se inscribe, de sus historia y de su historia artística, de la colección que atesora y del uso que en cada momento de la historia se haya hecho de ella. La variedad es amplia en cuanto al tipo de objetos coleccionados: objetos artísticos, de historia, científicos, etnográficos, etc. Este tipo de museos suelen ser de carácter público y lo que buscan es establecer una relación entre el ciudadano y la historia de su ciudad o de su país, a través de ellos, lo que se refuerza es la idea de pertenencia a un lugar. Los museos públicos, nacieron tras la Revolución Francesa buscando la nacionalización de las colecciones reales y eclesiásticas, siendo el Museo del Louvre, creado en 1793, el que se establezca como modelo de los grandes museos nacionales como el Museo del Prado. La idea primera y fundamental en el nacimiento de éstos primeros museos, junto a la de la conservación, era la apertura al público, poniendo a su disposición el conocimiento de unos objetos que les pertenecían, siguiendo los ideales que triunfaron tras la Revolución Francesa. Pero, justo un siglo antes, y en la bella ciudad medieval inglesa de Oxford, se había inaugurado el Ashmoleam Museum, que aunque partía de colecciones privadas que fueron donadas a la Universidad de la ciudad, nació con una función muy clara: la de educar. Esto supone una gran diferencia con el resto de los museos, lo que le convierte en el primer museo con intenciones sociales. Paralelamente a la creación de museos públicos, se formaron otros de carácter privado, que respondían a diferentes estímulos y objetivos. Museos que se desarrollaron fundamentalmente a principios del S.XX en Estados Unidos de la mano de grandes coleccionistas como Peggy Guggenheim o su tío Solomon R. Guggenheim, el cual crea la Fundación que lleva su nombre para conservar y exponer al público su colección. La idea de éstos museos, responde más al afán de los coleccionistas por perpetuar su memoria, pero también la de contribuir al desarrollo social. Es una forma de dotar a una ciudad de una infraestructura cultural menos estática y más abierta a novedades, tanto en obras y diseños de exposiciones, como en la forma de relacionarlas con los visitantes.

"Ashmolean Museum" (Oxford)

Al otro lado de mi mundo y quizá más cerca del tuyo, existe "a curious island at the edge of the world", esa isla casi en el final del mundo, no es otra que Tasmania. Una isla prácticamente desconocida para muchos, entre los que me incluyo. Y allí, en Hobart, su capital, encontramos uno de los más curiosos museos: el MONA (Museum of Old and New Art). Un museo sorprendente en su arquitectura y en el significado de la misma, así como en sus colecciones y en su atrayente forma de disfrutar de ellas. Colecciones, que desde  la web oficial de la isla, ya anuncian como controvertidas.

"Museum of Old and New Art"
Hobart (Tasmania)
El MONA es un museo privado, el más grande de Australia, creado por el multimillonario David Walsh sobre un terreno vitivinícola perteneciente a la bodega Moorilla State, una de las más antiguas de la isla. La elección del lugar no es arbitraria, ya que tiene un importante significado cultural para la zona. Eligiendo éste espacio tratan de relacionar la cultura del vino con el concepto de museo como el más alto garante de la cultura en todos sus aspectos, y digo concepto, es decir, el significado de una institución que nació en la Grecia antigua. Para completar esta relación y potenciar aún más los significados de ambos elementos y crear una especie de círculo completo, el museo cuenta con un restaurante donde se realizan catas de vino, lo que lleva a recordar el uso primigenio de este terreno. Buscando así, convertir el territorio y el museo en un todo. El museo, no es una pieza aislada asentada sobre un trozo de tierra, sino que se asienta sobre un sustrato cultural de importancia etnológica y por tanto patrimonial, de 200 años de antigüedad. Recordemos el culto al vino en muchos países, como en España, donde se han levantado museos dedicados a éste producto y a su importancia dentro de una zona determinada. Se nos presenta así, en primer término, una unión conceptual. 

Pero también existe una unión física o arquitectónica, en este caso ya sí del museo como espacio físico, como edificio, con el propio medio ambiente. Decía que su arquitectura era sorprendente, aunque a simple vista no os lo parezca. Si veis imágenes del exterior, quizá os preguntéis dónde está lo llamativo, conociendo como conocemos arquitecturas museísticas impactantes. Comparándolas con éste edificio compacto de aspecto de búnker, probablemente no lo encontremos nada sorprendente. Lo llamativo, reside en el vínculo que se establece entre la arquitectura y el lugar. Aunque nos pueda parecer que el edificio se contrapone al espacio, realmente se complementan o más bien, el edificio busca ser un reflejo del medio que le rodea. Si analizamos los elementos, vemos una clara contraposición, frente a un paisaje abierto, aéreo, etéreo y verde, el edificio construido en hormigón armado y acero, se presenta como una mole cerrada, sólida, de colores ocres que fomenta aún más la idea de lo material frente a la apertura del paisaje. Podía recordarnos a los principios del Yin y el Yang. 




La arquitectura se opone al espacio donde se levanta, pero al mismo tiempo y aquí viene la unión de ambos, se inserta perfectamente en él, ya que cuenta con un perfil dentado en alguna de sus secciones, que imita y recuerda el perfil del Monte Wellington, una formación montañosa destacada, ya que en su falda, está asentada la ciudad y que, además, se ve desde el propio museo. ¿Qué se consigue con ésta idea además de crear un edificio que no sea disonante con el entorno? Lo que se crea está en la base de la fundación de los museos sociales y en la base de las teorías museológicas, aunque éstas utilizaban más los objetos coleccionados para conseguir el fín. Lo que se persigue y consigue es que los ciudadanos vean como propia una arquitectura ajena a ellos, donde, aunque en su interior no se cuenta la historia de su ciudad, pero sí establece relaciones espaciales con un elemento tan destacado para ellos como es el paisaje, el territorio. Éstos acogerán y sentirán como propia la institución museística reforzándose lo identitario. Podíamos decir que de ésta manera tenemos a visitantes cautivos. Para acercárselo aún más, la entrada es gratuita para los habitantes de la isla. Ésta idea es más propia de los llamados museos de la ciudad, que cuentan la historia de la misma, y quizá, con los que todos podemos sentirnos más identificados, más que de museos privados. Pero si queremos que un museo funcione hay que abrirle al ciudadano, que éste le tome como suyo, sienta que en parte le pertenece o bien por las colecciones o, como en este caso, por la arquitectura que se identifica o pretende ser un reflejo de su hábitat. Las colecciones del MONA nada tienen que ver con la isla, pero eso ya no importa, ya que el edificio sí. Para perfeccionar esa idea y terminar de relacionarlo con el lugar, la techumbre del edificio es un enorme jardín, así no se pierde  el concepto de isla, de espacio verde y de vegetación.

Interior de la casa diseñada por Roy Grounds.
La entrada al museo se hace mediante una pequeña casa de reminiscencias modernistas de los años 50, construida por un destacado arquitecto australiano llamado Roy Grounds. En palabras del equipo de arquitectos, lo que pretenden mediante la utilización de ésta casa es crear suspense en los visitantes, entre lo que ven cuando se van acercando tanto si llegan por mar como en automóvil, lo que ven cuando están ya en el recinto y lo que descubren en su interior, ofreciendo visiones diferentes y por lo tanto emociones también distintas. La casa ha modificado uno de sus muros, convirtiéndose en un gigantesco espejo que refleja parte del espacio, el monte y la ciudad, así consigue crear una mayor amplitud y una inserción con el territorio. La unión de la casa y el edificio museístico se hace a través de pasillos subterráneos ¿Impactante o no? A mí, al menos, me impactan todos los juegos relacionales existentes, ya sean en cuanto al concepto o al aspecto físico.




Pero aquí no acaba todo. No solo se trataba de relacionar, paisaje y edificio, también éste tenía que estar en relación con las colecciones, o al menos, con alguna de las obras más notables. Y esa obra, no es otra, que una momia egipcia. ¿Cómo logran integrar ésta momia de más de 2.000 años de antigüedad en un entorno y en un edificio como éste? La clave, de nuevo, la tiene la arquitectura. Decía que era una mole cerrada, si buceáis en la memoria y nos trasladamos al Egipto de los primeros faraones, ese es el aspecto de las antiguas mastabas egipcias, las que dieron origen a las famosas pirámides. Ya tenemos la unión entre edificio y el objeto, a partir de aquí surgen mil maneras de desarrollar esas relaciones. El edificio se convierte en la tumba de la momia, ya que además, el propio museo está directamente excavado en la roca, y así, se logra contextualizar y potenciar los dos elementos. La apertura y estudios realizados en las pirámides, nos han mostrado como existían cámaras a diferentes niveles que intentaban persuadir a los ladrones, y como, el tesoro más importante, se encontraba en el subsuelo. En el MONA se juega con la misma idea, y para llegar hasta allí y de igual manera que en las tumbas egipcias, el descenso se realiza por una escalera, en este caso de caracol, que nos llevará a 17 metros bajo la tierra. El interior nos sorprende con roca de arenisca, dándole un aspecto más rudo. Su interior nos da la sensación de estar dentro de una de esas pirámides, o mejor dicho, mastaba egipcia, si seguimos con el paralelismo de la forma. Pero realmente están buscando una idea moderna en consonancia con las obras de arte contemporáneo que se exhiben. 

Como veis existen tres tipos de conexiones con tres niveles diferentes y muy destacados que juegan a favor de uno solo: el museo.


El MONA ha revolucionado la ciudad, haciéndola más atractiva y más turística, introduciéndola en la contemporaneidad. La ha dotado de una estructura altamente moderna llena de significados, de relaciones y de contraposiciones, creando un todo perfecto digno de admirar, uniendo el pasado, el presente y el futuro. Cuando hablamos de arquitecturas museísticas y pensamos, por ejemplo, en el Guggenheim, de Nueva York primero y de Bilbao después, vemos que cambiaron el aspecto y la forma de ver un museo arquitectónicamente hablando. Pasamos de acondicionar viejos palacios a crear edificios para colecciones. Edificios, que llaman la atención por su forma exterior y se convierten en referentes de diseño para la ciudad y atracción para visitantes. Pero el exterior tiene que ir enconsonancia con el interior.



Cuando los arquitectos del Movimiento Moderno como Le Corbusier o Mies Van der Rohe, ponen la base de una nueva arquitectura de museos, también piensan en el espacio expositivo. Introducen la planta libre altamente modulable, que se adapta a los distintos tipos de obras y de montajes. Su idea eran relacionarlo todo, buscar el diálogo del interior con el exterior y con el lugar dónde el museo cumpliría su función. Y este, es el papel más importante de un museo en la actualidad. Junto a las tradicionales funciones de conservar, dar significado a las obras y que sirva a los intereses sociales, tiene que servir de agente de desarrollo del lugar en el que se levanta (un rol que ya la Nueva Museología proponía, unir comunidad y territorio, aunqe la forma de dearrollarse variaba) pero, que muchos responsables de museos olvidan, y que el MONA, como ya hemos visto, ha entendido a la perfección. Un museo no solo debe mostrar obras de arte, debe de ser capaz de involucrar a los ciudadanos del lugar, tiene que cambiar la visión que sobre éstas instituciones tenemos, tienen que ser atractivos y dinámicos, y esa dinámica, conlleva nuevas formas de presentarnos sus colecciones. Quizá, los museos que mejor cumplen éstas ideas, sean los privados, ya que no están sujetos a políticas culturales demasiado rígidas que impiden que avancen en su desarrollo.



Si el edificio y sus significados nos llaman la atención, las colecciones y la forma de relacionarnos con ellas no nos dejarán indiferentes. Tanto es así, que su propietario, describe el museo y la colección como "una Disneyland subversiva para adultos". 

El MONA no es un museo más, es el deseo de David Walsh de crear un espacio interdisciplinar con hotel, pistas de tenis y una biblioteca, elemento fundamental en cualquier museo, y un restaurante llamado "Faro", en español, que hace referencia a "Pharos", el nuevo ala del MONA que se erige como "un rayo de luz" que guía, pero para éste ha decidido utilizar la palabra inglesa y sobre todo griega. ¿Por qué un nombre español para un restaurante, tan alejados como estamos y con tan pocas influencias y relaciones entre ambos países? La respuesta está en su carta y en el espacio central del restaurante, llamado "Faro Tapas". Con un concepto que no deja indiferente en la línea de las obras del museo y de las pretensiones de su creador.



Walsh debe ser un personaje excéntrico pero muy inteligente, con una gran visión empresarial, se hizo rico resolviendo algoritmos. Las instalaciones se quieren completar con un casino. El edificio, fue inaugurado en 2011, a pesar de su aún corta vida, se le augura un gran futuro.

Como véis, museos hay en todos los rincones del planeta por muy alejados que parezcan que están de nosotros. Os animo a que descubráis el MONA y muchos otros. Las casualidades, el contacto con otras personas, nos muestran que existen otras realidades. Realidades, que en ocasiones obviamos, quizá por estar demasiado centrados en nuestro mundo, europeo en mi caso, pero que una vez reveladas ejercen un gran poder de atracción sobre nosotros.





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