lunes, 21 de septiembre de 2015

La Desolada o La Derelitta

"La Desolada"
Hasta ahora sólo he hablado de exposiciones cercanas, hoy cambiamos estas por una sola obra, pero una encantadora, deliciosa, que gusta contemplar y ante la cual podía pasar horas y horas. Una obra que atrae por lo que se ve y también por lo que se desconoce de ella, ya que hay muchas incógnitas acerca de su autoría y su significado. Durante mucho tiempo estuvo sin atribución. Su historia sería la siguiente, os aviso es larga y también un poco enrevesada con muchos nombres por medio, pero muy muy interesante. Creedme merece la pena llegar hasta el último  punto.

Corrían los primeros años del s.XIX cuando Giuseppe Ruspigliosi, duque de Zagarolo, compra a la familia Amigoli de Florencia, una pintura de pequeño tamaño que representaba a un personaje ( a primera vista parece una mujer) sentada en unos escalones enjugándose el rostro con las manos en señal de tristeza. La familia Amigoli había atribuido ésta obra a Massacio (1401-1428), artista que  a pesar de su corta vida, cambiará el mundo del Arte hacia valores más renacentistas, y al cual Leonardo y Miguel Ángel consideraron su maestro. Pasaron los años y a finales de ese mismo siglo un nuevo estudio de la obra, esta vez por parte del historiador del Arte  y Conservador de la Galeria de los Este en Módena, Adolfo Venturi, determinará su atribución y fecha. Venturi determina que la obra pertenece a Sandro Botticelli (1445-1510) o a su taller y la fecha de realización en torno a 1475. Pero esta atribución no será definitiva, a principios del s.XX compararon ésta obra, rebautizada por Venturi como "La Derelitta" (La Desolada), con otras parecidas expuestas en diferentes museos y aunque todas coincidían en las características generales, había algo en que se diferenciaban con respecto a ésta. Se determinó que sería obra de su taller, pero ¿de qué discípulo? Pues ni más ni menos que de Filippino Lippi (1457-1504), hijo de Fra Filippo Lippi (1406-1469) uno de los grandes artistas del quattrocento italiano influido por Masaccio y que influirá en Botticelli. ¿Cómo se llegó a esa atribución? Podíamos pensar que vino dada a través de un estudio estilístico al analizar la obra, pero será por algo más materico: dos iniciales F.P que aparecen escondidas en las telas desperdigadas en el suelo, concretamente en la túnica de la izquierda. Ambas letras aparecían unidas, al estilo de la L y la V de la firma de Leonardo Da Vinci. Por lo tanto Filippino Lippi sería el autor de la misma, pero como discípulo de Botticelli o mejor dicho dentro de la obra de taller del maestro florentino.

Ya tenemos la atribución a nuestra misteriosa obra, y ahora ¿Qué es lo que representa? Sus primeros dueños conocidos, la familia Amigoli, la titulaban Rea Silvia. Silvia era la madre de los fundadores de Roma: Rómulo y Remo e hija de un monarca de un reino mítico cuyo tío la obligó a convertirse en una Virgen Vestal. Esa condición la impedía tener relaciones e hijos,  pero Marte se encaprichó de ella, la raptó y violó, fruto de lo cual nacieron Rómulo y Remo. Su tío Amulio, la condenó a morir tanto a ella como a sus vástagos, el sirviente encargado de ejecutar tal crimen sólo pudo llevar a cabo el de Silvia a la que enterró viva, pero en cambio, a los dos pequeños les abandonó junto al río Tiber donde fueron encontrados por una loba que les crió, el resto de la historia ya la conocéis. 
Lo que hicieron fue acomodar una imagen de una mujer apesadumbrada y humillada en las escaleras de un edificio, con una historia mitológica. No será hasta el S.XX cuando se cambia la autoría en base a las comparaciones con otras obras, cuando también se cambia la interpretación del tema que representa. En la National Gallery de Otawa, el Museo Condé de Chantilly, el Museo Horne de Florencia y en la Galería Liechtenstein de Viena como en la Colección Conde de Vogue de París se conservan 5 lienzos atribuidos al taller de Botticelli, las cuales representaban escenas bíblicas del Libro de Esther. La Derelitta formaría parte de ese ciclo. Pero curiosamente y siguiendo el texto bíblico, la desolada no seria una mujer sino un hombre: Mardoqueo. Según cuenta el relato, Mardoqueo era un judio de Babilonia, al saber que Atajerjes había ordenado el exterminio de los hebreos se desgarró sus vestiduras ( las que aparecen desperdigadas por el suelo) y con un llanto doloroso se presentó ante la puerta del rey. Coincidiendo así con la imagen que vemos en nuestra obra.

Una vez que conocemos el tema, nos quedaría sólo dilucidar por que Filippino Lippi decide representarlo. El Arte es apasionante por muchas cosas, pero una de las cosas que mas me gustan es por el significado "oculto" que encierran muchas de ellas, las cuales visualmente parecen una cosa y luego son otras. Y sobre todo estos grandes artistas que bajo un tema bíblico esconden una historia personal. Y aquí va la de Filippino. Unas líneas más arriba comentaba que era hijo de Fra Filippo, monje y artista que decoraba su sede carmelitana con frescos bíblicos. Uno de estos encargos y también su nombramiento como Capellán, le lleva hasta el Convento de Santa Margarita, en el Prato, allí cumpliendo sus votos se encuentra una monja: Lucrecia Buti, ambos se enamoran, se escapan del convento y fruto de ese amor nace Filippino. Con el tiempo consiguen del Papá Pío II la Dispensa que les permite contraer matrimonio, pero el escándalo había recorrido toda Florencia y Filippino decidió hacer una obra que "borrase" ese hecho. Botticelli conocía su historia y le dejó hacer, para algunos historiadores, como Federico Zeri, Filippino sólo participó en esa obra y no en el resto de obras de la serie, como recoge en el catálogo de la colección de los Pallavicini (1959). Para él esta enigmática obra representaría una alegoría: la Iglesia se humillaba a las puertas del palacio de Jesucristo. Si os fijáis en las imágenes, las cuales repartidas por los museos citados, pertenecen a esa serie, Filippino participó en varias tablas, no sólo en La Desolada como afirma Zeri. Antonio Paolucci ,en cambio, sostiene que el trabajo principal lo ejecutó Botticelli y que Lippi sólo colaboró como alumno, que era lo más habitual en todos los talleres ya fuesen pictóricos o escultóricos. El maestro diseñaría el conjunto principal y los elementos más destacados y los alumnos el resto.
Pero ¿que quería representar Lippi en esa figura? Pues su propia historia!! La figura desolada sería él y el desgarro de la historia de sus padres por la cual quedaría marcado (pensemos con una mentalidad no actual). Cuando comienza a pintar esta obra tiene sólo 15 años, su personalidad se estaría formando, se sentía socialmente rechazado y a través de ella quería mostrar al mundo su dolor y buscar la aceptación. Maravilloso. Pero, ¿es esto lo que Filippino quería transmitirnos? Probablemente nunca lo sabremos aunque uno de los especialistas contemporáneos más importantes de Italia, Enrico Guidoni, así lo atestigua.


"Esther en la puerta del Palacio"
(Escena del Libro de la Historia de Esther)
Filippino Lippi,
 National Gallery of Canada
"El Triunfo de Mordecai"
(Escena del Libro de la Historia de Esther)
Sandro Botticelli, c. 1475
National Gallery of Canada





















"La Desolada" y el resto de las tablas repartidas en los museos citados, formarían parte de un cassone, un arca de novios florentino, profusamente decorado que servía para que las novias guardasen el ajuar. La historia de Esther tuvo siempre una gran aceptación ya que representaba a la esposa virtuosa salvadora de su pueblo. Un tema muy acorde con el objeto que decoraba. La tabla objeto de nuestra entrada pertenecería a uno de los lados cortos.


Escena de la Historia de Esther por el rey Asuero
Sandro Botticelli
Museo Condé de Chantilly

Esta maravillosa obra que no está expuesta al público, para desasosiego de todos a los que nos atrae por algo casi inexplicable, se encuentra en Roma, en el Palacio de los Pallavicini y se pudo contemplar de una forma excepcional durante unos días en junio del 2005.

Espero que os guste la historia pero sobre todo la obra y os atraiga tanto como me atrae a mí, una atracción que va in crescendo.


"La reina Vasti sale del Palacio Real"
(Escena del Libro de la Historia de Esther)
Filippino Lippi, c. 1480
Il Museo Horne (Firenze)


jueves, 10 de septiembre de 2015

Álvaro Delgado y su visión del hombre

Desde el 1 de septiembre la Sala de Exposiciones del Palacio de Pimentel acoge la obra de Álvaro Delgado, bajo el sugerente título "Fabulador del hombre". Los títulos de las exposiciones, a veces, son bastante indicativos de lo que vamos a ver como sucede en este caso.
"Leda y el cisne" (2014)
Álvaro Delgado es un artista con una trayectoria muy extensa (nació en 1922 y en la actualidad sigue en activo) pero siempre dentro del Expresionismo, un movimiento, que así a grandes rasgos, buscaba expresar sentimientos a través de colores no convencionales. La obra expresionista más destacada seria "El grito" de Edward Munch. Van Gogh, Gauguin o Picasso, también utilizaron el color de manera menos convencional, las etapas rosa, azul o negra de el artista malagueño seria un ejemplo, pero también los retratos que realizó a sus numerosas amantes, a través de los cuales intenta transmitirnos la personalidad de cada una de ellas. Bueno pues algo parecido hará Delgado. Los colores son fuertes, rojos, azules, verdes, colores que en la mayoría de sus obras van formando las composiciones, en ocasiones mas cercanas a la abstracción que a la figuración. Eso es debido a que su estilo se mueve en esas dos vertientes figurativa y abstracta, mas marcada en las obras de su última etapa, en las que el color es el elemento principal y el tema, el pretexto para desarrollar toda una teoría que describe al hombre. Ese hombre, el individuo es el tema de sus lienzos. Un tema clásico pero en el que busca innovar, es una artista antiacademicista pero sin romper con la tradición. Individuos en ocasiones anónimos, en otras conocidos como artistas, científicos, hombres de fé como el Papa Benedicto XVI o el Cardenal Cisneros, consejero, confesor de la reina Católica y también Inquisidor. En éste último caso Álvaro Delgado "fabula" en torno a dos aspectos del hombre: su retrato psicológico, mediante los rasgos personalizados de sus rostro, y su dimensión como Cardenal e Inquisidor, a través de un potente color rojo de la capa que le identifica como Cardenal y que se convierte en protagonista del lienzo, recordándonos "El Expolio" de El Greco. Este recuerdo no es casual ya que en su etapa de formación junto a Benjamín Palencia del que toma el gusto por el paisaje, en la Segunda Escuela de Vallecas, también aprende la libertad expresiva de la obra del griego de Toledo. Delgado deforma y alarga los elementos que forman la obra y en el caso de los retratos esas exageraciones y distorsiones hacen que les veamos como caricaturas, como el retrato dedicado a Dalí. Recomiendo "Picasso con gato" ya que aunque tiene su sello personal pero también muchos guiños a Picasso, a su obra y a su estilo.
"Stalin" (2010)
El de "Stalin", donde a mi juicio, le caracteriza no a través de un retrato fisionómico, ni psicológico sino a través de los elementos que le caracterizaron, un objeto que siempre le acompañaba (una pipa) aunque queda un poco diluido en el fondo rojo, fondo que también es descriptivo de quien fue Stalin y que sería el otro elemento identificador de éste gobernante. Delgado busca que esos personajes aparezcan en su entorno pero no  a través de un fondo que les ubique, sino de esos elementos que les caracterizan, en el caso, por ejemplo, de la esposa de Pelayo,  el nombre es real pero los rasgos nos remiten a la época medieval situándolos más o menos en el momento en que vivió.
Pero no sólo juega, compone y comunica a través del color, también lo hace con las calidades, las diferentes técnicas o más bien una sola, el óleo pero aplicado en diferentes soportes. 

Sus vivencias durante la Guerra Civil o sus estancias en Navia (Asturias) y La Olmeda ( Madrid) en los años 50 y 60 respectivamente, también dejarán huella en sus obras de paisaje, al cual llega a través de Benjamín Palencia, y su pertenencia a la Escuela de Vallecas, como antes he dicho. El paisaje, otro tema tradicional, pero tratado de forma innovadora. Es un paisaje concebido como escenarios de vivencias, de las suyas y de los hombres que los habitan, por lo tanto tienen un carácter existencialista ya que vemos la huella de todos ellos, pero es subjetivo ya que a través de los ritmos y del color nos dan la visión del artista que los ha concebido. En los paisajes es donde más se aprecia la técnica cubista.
"Navia" (2008)

Su obra también se inscribe dentro del Cubismo, que conoció a través de uno de sus primeros maestros Daniel Vázquez Díaz. Mezcla dos estilos vanguardistas que buscaron romper con las normas, con los convencionalismos de la perspectiva y del color. Su obra conjuga perfectamente los elementos más característicos de ambos movimientos pero con un sentido contemporáneo ya que el tema, sobre todo cuando habla de individuos, es un tema actualizado, revisado.

Y ahora nos toca hablar de otro tema importante de la exposición, el montaje, determinante a la hora de dar significado a la obra. Es cierto que las obras en general tienen contenido por sí mismas, pero el montaje museográfico termina de contextualizar el discurso. Esta sala como espacio es maravillosa porque tiene dos partes que se pueden independizar sin separarlas y por lo tanto crear ambientes y espacios, algo importantísimo a la hora de contar cosas, no es lo mismo hablar de paisaje, retratos de distinto signo, acabado y significado o desnudos. Cada grupo necesita colocarse de tal manera que nos sugiera, que nos cuente cosas, que nos trasmita la idea del artista. Y en ocasiones, por desgracia las más de las veces y sobre todo en ciudades pequeñas, se olvidan de crear el ambiente adecuado a cada tipo de exposición, de artista, de temática...Lo de colgar lienzos en las columnas no es atractivo ni llamativo, rompe con la estética de una exposición y sobre todo con un recorrido coherente.


"Cardenal Cisneros y dos personajes" (2015)
Información práctica:

Sala Municipal de Exposiciones del Palacio de Pimentel
De martes a domingo de 12 a 14  y de 19:00 a 21:00 h.
Hasta el 30 de septiembre.

"El arte tiene la bonita costumbre de echar a perder todas las teorías artísticas" (Marcel Duchamp)