jueves, 28 de febrero de 2019

El diablo y los Brueghel presentes en Valladolid.


Cuando un museo se plantea la realización de una exposición temporal, son muchos los temas que pueden abordarse, dependerá de los objetivos a conseguir. En la actualidad, el museo como centro de ocio, más que como institución cultural de primer orden, busca ser conocido o reconocido en el ámbito turístico más que en el cultural, se busca la recurrencia de visitantes, como ya he dicho en otras ocasiones, y no tanto avalar un estudio o una investigación científica que se haya llevado a cabo en el museo, en el ámbito de su especialidad. En la actualidad, tengo la impresión que cuando un museo quiere profundizar en la institución como ámbito cultural lo hace solo a través de conferencias y no a través de las exposiciones, que aparecen planteadas como un elemento de ocio y no de cultura. Me recuerda un poco aquel lema romano "pan y circo". En eso es en lo que se han convertido las exposiciones temporales, en el circo para los visitantes, donde acudimos guiados por la multitud y por lo llamativo del nombre que da título a la exposición. Las exposiciones temporales, de las que muchos estudiosos y profesionales empiezan a renegar. En su origen tenían una finalidad, la de profundizar en la temática del museo o en algún aspecto de la colección permanente para reforzar la importancia que esta tiene, y que debe de ser la primera razón y preocupación de todo museo. Ahora, y en su mayoría, las exposiciones temporales solo sirven para subir el número estadístico de visitantes y una forma de conseguir recursos económicos quizá propiciado por la crisis económica y por la falta de recursos monetarios de muchos museos. ¿Así se mide el éxito o la calidad de un museo? ¿Nos están dando pan y circo?




Y todo esto viene como reflexión de la exposición organizada por el Museo Nacional de Escultura de Valladolid, titulada "El diablo, tal vez. El mundo de los Brueghel." Tengo que reconocer que la exposición me parece interesante, me gusta el montaje y la idea de que en una misma muestra, podamos ver obra del S. XVI mezclada con la contemporánea formando una unidad, sobre todo por la unión de dos técnicas: el grabado y el vídeoarte, en donde el primero toma vida en el segundo. El período que se representa está dentro de la época a la que pertenece la colección permanente, y la temática muy propia del momento que representa el museo, pero técnica y geográficamente no tiene mucho o nada que ver con el museo, pero aún así podía justificarse por la temática. Pero la pregunta que a mí me surge es ¿Por qué esta exposición? ¿Cómo justificar una exposición que tiene, no se si al demonio como protagonista o a los Brueghel, ahora, en este momento? ¿Cuál es el verdadero tema? Obviamente desconozco los entresijos de la organización de la exposición o de la elección de la temática, pero a simple vista, parece como una exposición más, en un momento cualquiera del calendario, sin una justificación científica o investigadora. Hay algo que me lleva a pensar que se ha montado por cubrir fechas en un calendario, y esa idea me surgió cuando vi que solamente ocupaba 4 pequeños espacios y la presencia/ausencia de El Bosco, luego profundizaremos en esta idea. Vamos a analizar la exposición y que cada uno saque sus propias conclusiones, pero como siempre, tenéis que verla con vuestros propios ojos  ya sea in situ o a través de la web corporativa del museo. Nunca os quedéis solo con mi opinión, no la deis por única y válida,  plantearos todo, dudad de lo que yo os digo y así podréis profundizar en está maravillosa disciplina que es el arte.


La entrada a la exposición se hace a través de una antesala, que nos introduce, por un lado, en lo que vamos a ver a través del título y de un panel explicativo a modo de introducción, y por otro, en la iluminación general de la muestra. La luz tenue de esta antesala sirve para que nuestros ojos se acostumbren a la poca luz que tendremos en el recorrido. A pesar de ser una idea de manual, me encanta, ya que en muchos otros museos o salas expositivas, no se cuida ese detalle. Nunca se debería acceder a las salas de un museo directamente desde la calle, sin una preparación previa de lo que nos vamos a encontrar, sobre todo hablando en términos de iluminación.

"Las tentaciones de San Antonio", 1601-1625.
Jan Brueghel de Velours (1568-1625)
Museo Nacional de Escultura (Valladolid).

 La siguiente sala esta ocupada por un gran lienzo que se extiende a lo ancho de la pared frontal y que cómo podéis imaginar, por el lugar en el que se encuentra, es la obra sobre la que pivota la exposición, hacia la que irremediablemente vamos a ir, debido a lo que se denomina la atracción del objeto. Esta obra representa las "Tentaciones de San Antonio", y su autor, no es otro que Jan Brueghel de Velours, hijo del afamado Peter Brueghel el viejo. La temática de la exposición está enfocada en las mil y una formas que puede adoptar el demonio, y esas, son las que aparecen resumidas en esta obra, a través de las tentaciones que sufrió el Santo. La obra nos muestra, por un lado los siete pecados capitales (la gula, la lujuria, la envidia, la ira, la soberbia, la avaricia y la pereza), junto a estos una serie animales diabólicos que le atacan y le clavan los cuernos mientas el Santo continua leyendo como si nada pasase a su alrededor y finalmente algo tan típico en la época, que es la tentación de la carne a través de bellas mujeres. 



La inspiración le vino de diferentes grabados de su padre, entre ellos el dedicado a uno de los pecados capitales, el del orgullo. Esto justifica que en la siguiente sala veamos estos grabados pertenecientes a Peter Brueghel y también justifica la presencia en la misma sala de un grabado basado en otro realizado por Martin Schongauer, en el que el pintor se inspiraría. Si os fijáis en el anagrama situado en la esquina inferior izquierda, una A y un D ¿no os recuerda al de Durero? La función por lo tanto de estos grabados es la de contextualizar y completar la lectura iconográfica, de la obra principal. 

Las tribulaciones de San Antonio, S.XVIII
A partir de Martin Schongauer (1448-1491)
Biblioteca Nacional de España. 
"La soberbia", 1558
Peter Brueghel, el viejo (1525-1569)
Biblioteca Nacional de España.


















Esta sala se completa con varias obras más, que ahondan en le tema tratado y nos muestran otras formas de representar los pecados capitales o las tentaciones del santo. Por un lado un escritorio con escenas de eremitas que data del S.XVII, una serie de alto relieves propiedad del museo y que formaron parte de un retablo dedicado a San Antonio, fechados en el S.XVI y varias obras más, dos de ellas son copias de dos tablas pertenecientes a un tríptico realizado por el Bosco que se encuentra en Lisboa, y  otra, es una obra atribuida al taller del mismo autor, donde se narra "La visión de Tondal", que se conserva en el Museo Lázaro Galdiano. 

"La visión de Tondal", 1478-1485
Taller del Bosco.
Museo Lázaro Galdiano (Madrid)

Esta obra está basada en una publicación, la Visión de Tondalud, publicada a finales del S.XV, curiosamente en la ciudad de ´s-Hertongenbosch, ciudad en la que nace, vive y muere el Bosco. Su importancia radica en que se convirtió en obra de referencia en la creación del paisaje demoniaco. Nos cuenta como un caballero del S.XII llamado Tondalus y de origen irlandés, a través de un viaje iniciático visitará durante tres días el más allá, lo visto en ese lugar hace que a la vuelta lleve una vida monacal. En esta obra, de nuevo aparecen representados los siete pecados capitales, adoptando formas diferentes según las creencias medievales. El centro de la imagen está ocupado por una gigantesca cabeza, en una de las cuencas de los ojos vemos una rata negra, símbolo de la lujuria, de su nariz salen monedas en clara alusión a la avaricia, las cuales caen en un barril lleno de agua en el que retozan hombres y mujeres desnudos, esto simboliza la lujuria y la codicia, y así sucesivamente hasta completar todos ellos. La obra no solo representa el mal también el bien, a través del Paraíso que podéis contemplar en la parte superior izquierda. La iconografía que toma el Paraíso es la de un lago luminoso donde retozan las almas. En la parte superior derecha una ciudad en llamas, algo muy habitual, que puede o no hablarnos del infierno, y que está muy presente en la obra de el Bosco, debido al incendio que sufrió su ciudad. Todos estos personajes están  inspirados en él, en su repertorio y en su gran inventiva. Pero yo me planteó y os planteo otras cuestiones. Nadie duda de la calidad artística de el Bosco, ni de el ingenio de sus representaciones, pero creo que estamos llegando a la locura. Durante el medievo y hasta el S.XVI en los Países Bajos, existían unos códigos de representación iconográfica que hoy a nosotros se nos escapan. Igual sucede cuando contemplamos los relieves de cualquier portada románica. Estos códigos se basaban en dichos populares, en proverbios flamencos, en su propio folclore, que los habitantes de la época reconocían. 


Detalle de "La visión de Tondal". 

Yo no soy experta en el Bosco, me gusta, pero creo que utilizando una frase habitual, "se nos está yendo de las manos". Quizá deberíamos ajustar más sus obras a un período muy concreto, contextualizar siempre es importante, ya que si analizamos las obras de cualquier artista por separado encontraremos cosas sorprendentes. Y otra cosa que quiero plantear aquí ¿por qué hay una recurrencia en los últimos tiempos a la obra de este artista? ¿Por qué esa locura? ¿Es la forma de atraer a un público que obnubilado por una serie de obras que se le presentan descontextualizadas acuden en masa a verlas? Creo que los Brueghel tienen suficiente importancia y entidad para poder haber prescindido de las obras de taller del Bosco y de las copias, parece que si hablamos de los pintores flamencos y no aparece el Bosco por ningún lado, ya sea obra original, copias o taller, la exposición no tiene peso. Puedo entender la presencia de la temática de esta última obra como generadora de una idea, el paisaje diabólico, pero si es el mundo de los Brueghel, vamos a darles su importancia, aunque sabemos que Peter Brueghel padre, se inspirase en él e hiciese grabados de alguna de sus obras. 

Detalle de "La lujuria", 1558
Peter Brueghel, el viejo (1525-1569)
Biblioteca Nacional de España.
Detalle de "La desidia", 1558
Peter Brueghel, el viejo (1525-1569)
Biblioteca Nacional de España.

La siguiente sala está dedicada casi por completo a Peter Brueghel a través de los geniales grabados que nos hablan de una forma individualizada de los pecados capitales. Ricos en detalles, en iconografía, en ejecución, auténticas obras de arte con las que disfrutar. Pero, junto a ellas y en un rincón, hay una obra magnífica, pero que permítanme los responsables del centro, no entiendo ni su ubicación, ni su iluminación. La obra es un demonio, muy movido en una composición que mezcla lo horizontal del cuerpo con la diagonal de la posición, donde lo que más llama la atención es la boca abierta en una mueca de desesperación, una perfecta representación del mal. Pero ¿qué hace allí en ese lugar residual? Al verla, me dio la impresión que el espacio quedaba vacío y la escultura, la cual da el título a la exposición debido al tema, no tenía un espacio definido pero tenía que estar presente, encajaba perfectamente en ese rincón. Así la sala no quedaba con un gran vacío y se materializaba la figura del diablo a través de la representación real y no de las formas que adopta. Con lo cuál ningún visitante podría quejarse de que el diablo no aparece en la exposición, a pesar de que ya el título nos introduce en una duda, con el "tal vez". 


"Demonio", S.XVIII
Anónimo.
Museo Nacional de Escultura (Valladolid).
Me reafirmo en esta idea debido a que antes decíamos como las obras que acompañan a la principal, sirven para reforzar el mensaje, están todas en sintonía con ella, ya sea por tratar el mismo tema en una técnica diferente o por mostrarnos las influencias del autor. En cambio, esta escultura no tiene nada que ver con el resto de las obras que hay en la misma sala. Lo único que podría pensar es que a través de la escultura del demonio nos quieren mostrar el origen de los pecados capitales que vemos en los grabados de Brueghel padre, pero si fuese así, la ubicación no es la correcta, ya que la vemos frente a nosotros cuando entramos en la sala pero el recorrido lógico, para ver los grabados, empieza por nuestra derecha. Tendríamos un conflicto entre lo que queremos ver y lo que debemos hacer. El poder de atracción de la obra hace que queramos dirigirnos hacia ella, pero la lógica nos hace ir en sentido contrario. Sinceramente, no encuentro explicación de su ubicación. Es como un parche. Llama la atención, pero no es el lugar adecuado. La obra parece estar hecha para ser vista desde distintos puntos de vista y en su ubicación solo nos permite un punto de vista, el frontal.



Si el tema, según reza el título, es el diablo, esa imagen debería estar en un lugar destacado, por ejemplo en la antesala. La exposición, como hemos dicho, gira en torno al cuadro de "Las tentaciones de San Antonio", con lo cuál la escultura visualmente no puede tener más importancia que la pintura, ya que podría llevar al espectador a dudar sobre el objeto destacado. Pues bien, si ese demonio le colocamos a la entrada de la exposición, bajo el título, conseguimos introducir al visitante en el tema, y damos a la escultura la importancia que se merece pero, a la vez, no deslumbra a la obra estrella de la muestra. Y sobre la iluminación que la han dado, pues... de nuevo tengo muchas dudas. Como os decía la escultura es maravillosa, está dotada de una gran movimiento a través de todas y cada una de las partes del cuerpo, pero cuando la sombra proveniente de los focos, se proyecta en la pared, aparece desmembrada y ahí  surge el interrogante ¿Han buscado deliberadamente este efecto para lanzarnos la idea de la visión que en la época representada tenían sobre este personaje que producía temor a través de unos miembros, que casi individualizadamente, se proyectan en los muros? Si la iluminación y la sombra que proyecta está pensada de esta manera, está genial, ya que vemos a un demonio desmembrado, y podemos pensar que la lucha contra él se ha ganado y por eso su sombra se proyecta de esa manera. Pero parece que no es la idea, insisto, por el lugar en el que ocupa. La iluminación cenital utilizada nos ofrece  una visión muy horizontal, en consonancia con el formato de la escultura, y a la vez, parece reforzar la percepción de un demonio vencido y aplastado que nos remite a la idea que tuvo el escultor para representarnos la lucha del mal que finalmente es vencido. La obra es anónima y se fecha en el S.XVIII. Como decíamos es perfecta, en detalles, en su estética, en la idea que trata de trasmitirnos, pero su iluminación debería estar más cuidada y pensada, sobre todo por la proyección en la pared, como lo está en el resto de la exposición. 


Detalle de "Demonio".

Las últimas dos salas contienen los dibujos realizados por el artista belga Antoine Roegiers, basándose en los grabados de Brueghel padre y los vídeos donde les vemos tomar vida. Que os aconsejo que los busquéis y disfrutéis de ellos. De nuevo todo tiene un sentido, incluso los artistas seleccionados, todos ellos pasados y presentes de la misma órbita geográfica.

Dibujos preparatorios, 2011.
Antoine Roegiers (1980)

La exposición ha sido prorrogada debido al éxito de la misma, así que no tenéis excusa, los que podáis para ir a disfrutar de ella, ya que merece la pena. Y los que no podáis hacerlo, como os decía antes en la página web del museo tenéis unas imágenes más de la exposición y así, tal vez, podáis disfrutar del demonio en sus muchas variantes.

lunes, 11 de febrero de 2019

¿Hacia dónde nos conducen las escaleras en la Historia del Arte?

En la entrada anterior hablábamos de las obras de arte en las que aparecen o bien balcones o bien ventanas. Hoy lo haremos de otro elemento constructivo: las escaleras. Pero no las que llenan los edificios históricos, entre las que podíamos recordar la de la Biblioteca Laurenciana realizada por Miguel Ángel o la escalera Dorada de la Catedral de Burgos obra de Diego de Siloé e influenciada por las obras de Bramante y de Miguel Ángel, o quizá la escalera de caracol de los Museos Vaticanos o las escalinatas que asciende hasta las pirámides dedicadas al sol y levantadas por las culturas Mesoamericanas en Tikal o en Teotihucán, por citar algunas. Estas escalinatas están formadas por 260 escalones, 52 por cada sol o cada era, explicando así, el mito de la creación del mundo a través de la leyenda de los Cinco Soles. ¿Conocéis esta leyenda propia de los pueblos mesoamericanos? Os invito a que la leáis y descubráis algo más de su pensamiento religioso. De estas escaleras ya conocemos su función y en algunos de los casos su simbolismo, por eso, en esta ocasión, no nos vamos a ocupar de ellas, sino de las que vemos en lienzos y fotografías.

Pirámide del Sol, 1-150.
Teotihuacán.
¿Recordáis alguna obra en la que la escalera se constituya como un elemento a tener en cuenta?

Unas de las más famosas son las de Maurits Cornelis Escher, o simplemente Escher (1898-1972), a través de las cuales nos introduce en complicados juegos visuales de perspectivas imposibles que buscan engañar nuestros sentidos. Sus obras nos ofrecen planos frontales para contemplarlas, pero es un engaño para nuestro ojo, ya que introduce múltiples puntos de vista que juegan con perspectivas alteradas. En la obra "Relativity", en un mismo tramo de escalera, vemos a dos personas, que estando en la misma dirección ¡una sube y la otra baja! En esta obra juega con los centros gravitatorios, así cada una de las personas que aparecen representadas, o mejor dicho, de los autómatas, estaría asociado a un centro de gravedad, por ello suben y bajan por el mismo tramo de escalera sin preocuparse de la dirección del otro. Pero mientras ellos tienen asignado un centro de gravedad, las escaleras no lo tienen, por ello vemos las dos caras de un mismo escalón, el tramo que sube y el que baja. Curioso al menos ¿no? ¿Qué os sugiere el título de la obra? ¿Lo relacionaríais con la teoría desarrollada por Albert Einstein, personaje que a muchos nos parece extraño y oscuro? Yo diría que alguna de esas ideas están en insertas en esta obra, y más teniendo en cuenta que Escher era un hombre de ciencia. Si analizamos, muy por encima la teoría del físico, esta defendía que el tiempo y el espacio eran valores variables y no constantes. Y que el tiempo, dependía de la velocidad y de las fuerzas gravitatorias. Los autómatas de Escher están asociados a diferentes centro de gravitación, si el tiempo depende ello, ¿podríamos pensar que estos personajes suben y bajan por el mismo tramo de escalera sin encontrarse ya que no coinciden en ese mismo momento? A cada uno de ellos le correspondería un tiempo que estaría asociado a la gravedad a la que están unidos. ¿Qué pensáis vosotros?

Relativity, 1953.
Collection Gemeentmuseum Den Haag, The Netherlands.
©2015 The M.C. Escher Company-Baar.
Maurits Cornelis Escher.

La geometría, la física, la lógica y las matemáticas hicieron que sus obras a simple vista, pudieran parecernos una sucesión de escaleras, pero al mirarlas detenidamente vemos como rompen con las leyes de las ciencias exactas y nos muestran planos cambiados, donde lo relativo, esa ley que defendía el artista, en su grabados adquiere todo su significado. La ausencia de color sirve para potenciar aún más los juegos visuales. La inspiración para crear la geometría de su obra, según cuentan, le llegó tras la contemplación de los alicatados de la Alhambra granadina.



Hyères, 1932.
Henri Cartier-Bresson.

No solo Escher juega con escaleras en sus obras, también lo hace el fotógrafo Henri Cartier-Bresson. Varias son las fotografías en las que aparece este recurso. En algunos casos, sirven para completar el tema y añadir profundidad a la escena, como en la fotografía "Hyères", título que hace referencia a la población francesa en la que fue tomada. 
En ella, la escalera, tiene un papel fundamental. Si os fijáis en los elementos que forman la imagen son todos curvos, la propia escalera crea una curva, la barandilla, el recorrido de la acera y el bordillo y la carretera por la que desciende el ciclista, con ello consigue por un lado que la escena quede encuadrada, algo que preocupaba mucho al fotógrafo, y por otro, que nuestros ojos se focalicen en el hombre, ya que nuestra vista va desde la parte alta de la escalera dibujando la curva que termina en el hombre montado en bicicleta. Imaginad que no existiese la escalera ¿qué sucedería? La profundidad de campo se acortaría tanto que parecería que estamos demasiado cerca del hombre. Por lo tanto este elemento arquitectónico se convierte en fundamental. La profundidad necesaria está potenciada por el plano en picado de la escalera. El punto de vista alto nos sitúa a nosotros también en la arte más alta creando la deseada perspectiva. Como la escena implica movimiento, el del hombre en bicicleta al descender por la pendiente, Cartier-Bresson juega con el tiempo que el obturador de la cámara esté abierto y que permite la entrada de más o menos luz. En este caso, la velocidad de obturación es baja o lenta, es decir el tiempo en el que el obturador está abierto o tiempo de exposición es largo, entrará más luz. ¿Cómo se aprecia en la imagen una vez revelada? La imagen que nosotros veremos tendrá movimiento ya que aparece movida, nos puede producir incluso la sensación de que está desenfocada. Los pintores futuristas representaron la misma idea de una forma muy parecida, pero no jugaron con la luz, sino con las líneas y las siluetas de los personajes que aparecían en el lienzo. Cuando nosotros nos movemos, se producen líneas de fuerza, los pintores futuristas lo que hicieron fue multiplicarlas y desdoblar la figura del sujeto representado. Al desdoblarse la imagen ¿qué obtenemos? Pensad un minuto sobre ello, imaginad en vuestra mente esa idea. Lo que obtenemos es lo mismo que en la fotografía, un sujeto desdibujado, movido. ¿Sí? 


Dinamismo de un perro con correa, 1912.
Albright-Knox Gallery. Buffalo (USA)

© Estate of Giacomo Balla
Giacomo Balla.
Pero también las escalintas, sirven para identificar espacios, lugares como podemos apreciar en la fotografía de "Siphnos" (Grecia), utilizadas para salvar los desniveles de una urbe ubicada en un pequeño promontorio. Esta isla fue refugio de artistas e intelectuales por la sencillez de su arquitectura, la belleza de su paisaje y el remanso de tranquilidad. En esta imagen vemos a una joven que corre escaleras arriba. Una escalera en la que se proyecta la sombra del día. Lo más habitual hubiera sido que la escalera estuviese iluminada, ya que así nuestros ojos ascenderían por ella hasta desembocar en la joven. A pesar de ello, el resultado es casi el mismo, ya que la oscuridad enmarcada por luz también juega el mismo papel. La intensa sombra parece marcar el tramo que ya ha recorrido, lo que va dejando atrás, lo que se olvida. En cambio la luz proviene de la parte alta, la que ilumina el sol en el momento más álgido, si buscamos una metáfora ¿esa parte superior a la que se dirige y que está fuertemente iluminada, podrían ser los anhelos, los deseos, las esperanzas hacia las que correr apresuradamente? Probablemente esa no es la idea, sino la de mostrarnos a una joven que de un momento a otro desaparecerá de nuestra vista al tomar el último escalón. ¿Quizá estamos ante el concepto del "instante decisivo" desarrollado por Cartier-Bresson?
Siphnos (Grecia), 1961.
Henri Cartier- Bresson


La imagen que refleja el logro del "instante decisivo" también cuenta con una escalera, en esta ocasión en un plano horizontal. Y es la que tenéis bajo estas líneas. 


Plaza de l´Europe. Gare Saint Lazare, 1932.
Henri Cartier-Bresson.

La fotografía de la isla griega, me recuerda a una pintura realizada muchos años antes, por Caspar David Friedrich, una de las pocas pinturas de este autor que se desarrolla en un interior, "Mujer en las escaleras", en la cual aparece una mujer, que en esta ocasión, por el momento del día que parece representar, las sube despacio, sin hacer ruido. De nuevo la iluminación de la obra parece centrar nuestra atención, la escalera vuelve a estar en penumbra. ¿Qué quiere mostrarnos el pintor del Romanticismo?¿Es sencillamente una escena de género nocturna en la que una mujer se dirige hacia sus aposentos? Me voy a detener en la iluminación que confiere a la imagen. Si en los paisajes juega con las luces del día, con los crepúsculos que dependiendo si son al alba o al anochecer, nos muestran una paleta cromática más cálida o más fría, en este lienzo lo hace con los fuertes contrastes que proporciona la luz artificial. Deja en penumbra la parte inferior de las escaleras para iluminar con un fuerte claroscuro la parte superior de la vivienda hacia donde se dirige la mujer. Y así crea expectación, y lo hace de una forma muy parecida a como lo hizo Cartier-Bresson en la fotografía de Sipnos. Siguiendo con cierto paralelismo entre pintor y fotógrafo, podíamos decir que Friedrich jugó en esta obra con el "instante decisivo", la frase clave que define la obra del fotógrafo francés. Podemos pensar que todas las imágenes juegan con ese momento, ya que nos muestran el segundo exacto en el que sucede algo, pero el instante decisivo es más que eso y Friedrich, a pesar de los años que los separan, parece que en esta obra supo captarlo, dejando en suspense hacia donde se dirige la mujer que está a punto de perderse ante nuestros ojos, de desaparecer en cuanto de la vuelta a la esquina. Y eso es lo que hace que el tiempo se detenga y que estemos expectantes de ver lo que sucede preguntándonos cual será el siguiente paso, hacia dónde se dirige, cómo es la vivienda que se nos oculta, cómo es la habitación a la que encamina sus pasos o quién es esa mujer. En ese punto, echamos de menos el siguiente fotograma, el que acabe con nuestras dudas. Y pensando así, en ese paso posterior, os pregunto ¿quién puede ser protagonista en esta escena? ¿La mujer, las escaleras o la luz? Realmente ¿estamos esperando saber hacia dónde se dirige la mujer, dónde desembocan las escaleras, cómo será el foco de luz que la ilumine cuando siga su avance, será más potente o más tenue? Lo más importante en este lienzo, no es la mujer, ni la escalera, ambas son medios, elementos que complementan y dan forma a la obra. Lo más importante, es la luz, la forma de jugar con las tonalidades, de expresar a través de ellas, la creación de una atmósfera intimista, cotidiana, nocturna, de un momento preciso. En las obras, donde la naturaleza tenía todo el protagonismo, también jugaba con las luces, como decía antes, con los crepúsculos y con las gamas cromáticas. Y en ellas, también aparece la figura humana, que incidían en un concepto muy Romántico, el de lo pintoresco. En ellas, los hombre y las mujeres, estaban supeditados al paisaje que les empequeñecía. Aquí la mujer que avanza escaleras arriba, sirve para situarnos ante una escena de género. Una escena que nos habla, seguramente, de una casa burguesa, cuya clave la dan las escaleras. Debido al ascenso de la burguesía, como clase social dominante, comienzan a construirse viviendas de varias plantas que distribuían los espacios desde los públicos, que se encontraban en la parte baja y los privados a los que se accedía por una escalera, en la parte superior. Pero no solo eso, en la parte superior existían dos alas, una ocupada por la mujer y otra por el hombre. En algunas viviendas existía un tercer piso ocupado por los niños o por las personas que trabajaban en la casa, aunque estos solían ocupar la planta baja, en estancias cercanas a las cocinas. Muy curioso, es como las dependencias femeninas tenían acceso a dos escaleras, la principal y una trasera que conectaría directamente con las cocinas. En ese momento también nacieron los edificios de pisos que se alquilaban, en la parte baja, la más cara vivirían los señores de la misma y en los pisos superiores los alquilados. 


Woman on the stairs, 1825.
Pomeranian State Museum, Greifswald, Germany.
Caspar David Friedrich.

Si las escaleras parecen tener tanta importancia ¿por qué digo entonces que la importancia radica en la luz? El Romanticismo, como movimiento que marca la subjetividad de los sentimientos, se sirve de los colores y de la creación de atmósferas para trasmitirnos un estado de ánimo, el sentimiento del momento concreto en el que la mujer, cansada de la vorágine diaria, asciende hacia sus aposentos. Todo parece estar en calma, en un silencio adormilado al igual que el resto de los habitantes de la vivienda y ella parece ascender despacio, sin hacer ruido, evitando que cualquier crujido de la escalera despierte a los habitantes de la casa que duermen plácidamente. Y esas ideas aparecen marcadas por la luz, la oscuridad asciende tras ella y la inunda, solo la pared de nuestra izquierda aparece ligeramente iluminada por una tonalidad dorada. Si nos fijamos de donde proviene la luz, parece que lo hace de un punto en la parte alta del muro, de una candela de la que emana una luz amarillenta. A esta luz parece perseguirla la oscuridad que proviene de la parte baja y va ascendiendo junto con la mujer. ¿A qué os recuerda? Las tonalidades doradas, nos sitúan en un momento preciso, en la naturaleza sería el ocaso, la puesta de sol, el momento en el que la noche comienza a ganar terreno. Por lo tanto Friedrich, podía estar jugando con esa idea. Es el momento en el que cesa la actividad y llega el reposo. Es el momento de la serenidad, de la calma,  la tranquilidad, marcada por los juegos de luces y de tonalidades. Por el atuendo de la mujer, podría ser el ama de la casa, la que da el último vistazo para ver que todo esté en orden.

La literatura también se hizo eco de la importancia de la escalera, y así, Buero Vallejo nos dejó su particular "Historia de una escalera". 
"El arte tiene la bonita costumbre de echar a perder todas las teorías artísticas" (Marcel Duchamp)