jueves, 19 de noviembre de 2020

Brassaï y los grafiti parisinos.

 En la actualidad existe una gran controversia sobre el valor de los grafiti, quizá por cierta consideración denostada de lo que hemos venido a denominar "arte callejero" o street art. Pero como dice ese proverbio, nada es nuevo bajo el sol. 

Boulevard Saint Jacques, 1930-2.

Hagamos, una vez más, un viaje en el tiempo, y de nuevo, como en otras entradas, trasladémonos a París. París bien vale una misa, parece que dijo Enrique IV y por eso volamos hacia allí. Una vez que estamos ubicados en el espacio, vamos a hacerlo también en el tiempo. La década de 1930 será nuestro momento y por último como si de un cuento se tratase, nuestro pasos errantes se encuentran en plena calle con un fotógrafo, Gyula Halász o sencillamente Brassaï. El ojo de parís está fotografiando una pared llena de dibujos incisos, casi infantiles, corazones, rostros esquemáticos, todas aquellas impresiones anónimas y populares que se iba encontrando en sus salidas y que animaban las callejuelas parisinas. Tenemos todos los componentes de una nueva manzana, solo nos queda desarrollarla. Acordaos seguimos estando en el París de los años 30 y nuestro objetivo los grafiti de Brassaï y su consideración dentro del mundo del arte y de lo que denominamos street art. 


Serie IV: el amor
Brassaï (Gyula Halász)
@Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.


En los años 30 el mundo no era una fiesta, ya que diversos acontecimientos estaban marcando una década con importantes repercusiones económicas, sociales y políticas. Por un lado, la década se inauguraba con una de las mayores crisis económicas hasta entonces vivida, la Gran Depresión, que llevaría al colapso de los sistemas financieros y a la hambruna de miles de familias. "Las uvas de la ira", de Steinbeck, muestra la desolación por la que atravesaría el gigante americano y el sueño por una vida mejor. Junto a esto, diferentes países, entre ellos España, ven sucederse conflictos bélicos, insurrecciones, golpes de Estado y revueltas que desembocan en el auge de los totalitarismos. Con este panorama los años 30 no podían terminar bien, y el 1 de septiembre de 1939 los ciudadanos del mundo asisten impávidos a la invasión de Polonia por parte de los alemanes, dando comienzo a la Segunda Guerra Mundial. La cultura, el arte, no será ajena a estos acontecimientos y por ejemplo, en 1937, Picasso pinta "El Guernica", un encargo de la República española para el Pabellón español de la Exposición Internacional de París de ese mismo año, diseñado por Josep Lluis Sert y Luis Lacasa. Cuentan que una vez invadido París, los nazis llamaron a la puerta de Picasso como hacían en repetidas ocasiones, intentando que el malagueño pudiese delatar a alguno de sus colegas judíos o a miembros de la Resistencia francesa. Picasso siempre repetía el mismo gesto, les daba una tarjeta con la imagen de El Guernica. Pero en una ocasión, el oficial de la Gestapo al ver la imagen le preguntó: "¿Esto lo ha hecho usted? A lo que el artista respondió: "No, esto lo han hecho ustedes". Imagino que a partir de este momento, la animadversión que Hitler y sus secuaces tenían por Picasso y por lo que ellos consideraban "arte degenerado", fue creciendo. Pero en París, en esa década, también se dan cita marchantes como Gertrude Stein, escritores como Henrry Miller, que se trasladaría a la ciudad de la luz, buscando nuevos mercados, nuevas amantes y nuevos escándalos. El será quién apode a Brassaï como "el ojo de París".  Y en este ambiente, comenzará a fotografiar todos aquellos muros que se interponían a su paso. Considerado miembro del grupo surrealista, las fotografías de esas imágenes callejeras fueron publicados en la revista Minotaure, órgano de difusión de la última Vanguardia del primer tercio del siglo XX. 

Portada realizada por André Derain. 

La atracción que los surrealistas y Brassaï sentían por estos grabados incisos, parte del primitivismo de los mismos, que en ocasiones pueden incluso recordarnos aquellas imágenes de animales, huellas de manos, trazos incisos y rellenos con pintura o arqueros que hicieron nuestros antepasados en los abrigos de cuevas como Altamira o en Ojo Guareña, entre muchas otras. Y su significado no dista mucho del supuesto significado que los hombres de la Prehistoria, aquellos primeros habitantes del mundo, quisieron plasmar, su deseo de caza a través de lo que han denominado la magia simpática, o sus creencias, así como posibles mapas de las cuevas. En los años 30, los grafitis que inmortalizó Brassaï también buscaban expresar deseos o creencias, aunque actualizados al momento que cada uno vivió. O simplemente, buscaban ser una forma de expresión, como también lo fueron las primeras manifestaciones artísticas. Y el fotógrafo húngaro sabía eso, tanto es así, que decidió plasmarlas en sus series fotográficas, ya que como él llegó a decir, si no se hacia se perdería. Actuó como un recolector de imágenes, como ya estaban haciendo los etnógrafos. Esa idea nos habla de una consideración de esos dibujos esquemáticos como verdadero arte y el deseo de documentar, de dejar constancia, de unas manifestaciones, en ocasiones extravagantes, que formaban parte del colectivo parisino. Pero como todo, para nuestro fotógrafo estas imágenes trascendían más allá del simple hecho de ser expresiones de lo popular. 



Dos elementos aparecen unidos a estas formas de expresión, por un lado ser futo del encuentro casual, del azar y por otro su relación con las corrientes existencialistas. El azar es un concepto que aparece íntimamente ligado con el Surrealismo, concretamente André Breton acuñaría un concepto que fue el del "azar objetivo". La expresión proviene de Engels, pero él la adoptará  y adaptará para el movimiento artístico. Podría definirse como el encuentro fortuito entre lo que nosotros queremos y la vida puede ofrecernos. Este fenómeno, denominado también de la sincronicidad por filósofos como Carl Jung, no tendría tanto de casual o de encontradizo, no tendría tanto de azar. Si seguimos investigando en el concepto, podríamos definirlo como algo que deseamos que suceda y finalmente sucede, ¿una especie de poder mental? o ¿un deseo del inconsciente que se nos materializa en un suceso coincidente en el tiempo? Es decir, posiblemente Brassaï ya conocía esas imágenes grabadas en las paredes, al salir a fotografiarlas caminaría errante con el objetivo de encontrar más, y ahí es donde intervendría el azar, ya que al dar la vuelta a cualquier esquina se encontraría con alguna de ellas. 

Pero hay otro concepto que el fotógrafo proyectaría sobre estos grafitis: el pensamiento existencialista, ya que las figuras, los símbolos aunque anónimos, estaban realizados por un individuo, que la corriente existencialista reconoce como independiente del mundo que le rodea, no como un ser abstracto sino como uno concreto. Y lo que vierte en las paredes forma parte de su existencia. Ellos decían que su existencia era su esencia. Por lo tanto los grafitis, se convertían en el alma, en los trasmisores de una existencia previa y de la suya propia. 


Así visto el arte urbano debería ser considerado como un arte, pero en la actualidad, los grafiti son vistos como el ataque de vándalos a estructuras sociales. Si antes hablábamos de la unión con la corriente existencialista, con el significado del que los artistas dotan a sus creaciones, estas representaciones nos darían indicadores de lo que opina una parte de la sociedad sobre el sistema globalizado y establecido. ¿Hay diferencias entre aquellos primitivos grafiti que poblaban las calles parisinas y los actuales? Posiblemente sí, según mi punto de vista no, ya que ambos son expresiones de un momento muy determinado. Pero vamos a detenernos muy brevemente en el concepto street art. 

Cuando Brassaï inmortalizó esas imágenes callejeras, aún el término no estaba acuñado, habría que esperar a los años 90 para que comenzasen a denominarse street art o arte urbano. Y curiosamente con ese nuevo concepto, se quieren definir los actos artísticos ilícitos que se realizaban en las calles, podíamos decir con nocturnidad y sin permiso de los que gobiernan. Yo no voy a poner etiquetas, sobre a que grupos pertenecen las personas que realizan esas imágenes, creo que no hay nada más absurdo que etiquetar. En las calles de vuestras ciudades seguramente hay o bien en los pavimentos o bien en las paredes imágenes o frases que nos trasmiten algo y que han sido patrocinadas o encargadas al artista de turno o al que está de moda o al que queremos patrocinar o el que está más cerca de nuestros ideales por vuestros ayuntamientos. Eso no se persigue...¿por qué? Fácil, porque nos están lanzando un mensaje dirigido, pero cuando ese mensaje no está dirigido nos parece que la misma manifestación artística es ilegal. ¿Al fin y al cabo no son dos formas de expresión de una misma sociedad? 

Uno de los grafiteros más famosos que quizá se nos vienen a la cabeza no es otro que, si el que todos estáis pensando: Banksy, perseguido, más quizá por conocer su identidad que por las imágenes de denuncian que cada cierto tiempo aparecen en diferentes muros de distintas ciudades. Todas esas imágenes reivindican, critican, opinan, nos informan y documentan un momento concreto de la sociedad, y como documento, al igual que los grafiti de los años 30 parisinos, tienen su validez. Es una forma de entender el mundo en el que vivimos, y las ideas de una parte de la sociedad. 


Banksy


¿Qué opináis vosotros? Os recomiendo a este gran fotógrafo para que de su mano conozcáis las calles nocturnas del París de Brassaï.

Cuidaos, el mundo está muy peligroso ahí fuera. 

viernes, 7 de agosto de 2020

Rima XXI

¿Qué es el arte? dices mientras clavas en mi pupila tú pupila azul. ¿Qués es el arte? ¿Y tú me lo preguntas?... 

Imagino que cuando habéis empezado a leer esta poesía, modificada, en seguida os ha venido a la memoria la original. Aquella famosa rima XXI, que escribiría Gustavo Adolfo Bécquer. En ella el poeta posromántico nos interrogaba sobre la poesía, sobre su función o sus características para que sea considerada como tal.  Y al final, la respuesta a ¿qué es poesía? la resuelve diciendo que poesía eres tú. Es decir, cualquiera en los ojos indicados podemos ser poesía. Estas mismas ideas podríamos aplicarlas a otro tipo de arte, por ejemplo el pictórico o las ilustraciones. Cuando observamos la obra de Michael Sowa (1945), plagada de perros, gatos, osos, peces o cerditos como protagonistas únicos e indiscutibles de unas obras que en ocasiones se nos antojan humanas, podemos preguntarnos si eso que vemos es arte. La respuesta, sin duda, está en cada uno de vosotros. 

Satellites of pig.
@Michael Sowa. 

Hace un tiempo descubrí a este artista, casi como se descubren todas las cosas, por casualidad. Me atrajo, no tanto el protagonismo de los animales, que también, sino sobre todo los espacios, la amplitud de muchos de ellos, el humor negro que dejaban traslucir sus obras, lo crápula, pero al mismo tiempo esa sensación de soledad tan propia de los humanos del siglo actual. Al contemplar sus obras parece que son metáforas de nuestras vidas. Los animales adquieren tamaños desproporcionados, los colores aunque quizá muy saturados, propio de las ilustraciones, crean contrastes y sombras que dotan de ese dramatismo que necesitamos para lanzar el mensaje de misterio que exhalan sus obras. Pero en realidad ¿qué nos quiere contar Michael Sowa en cada una de ellas? Estamos en el S.XXI las obras no tienen que tener un significado claro, ni siquiera tenerle. En esta ocasión ni siquiera vamos a buscarlo, tampoco lo hagáis vosotros, solo dejaos llevar, disfrutad de cada una de ellas. 

Aún así, aún obviando que quiere decirnos a través de unos gatos reunidos con un pollo los cuáles están fumando como si de humanos se tratasen, la idea nos pueden recordar a las famosas fábulas de La Fontaine o de Samaniego, pero en este caso, mientas ellos utilizaban la poesía para reírse de los defectos humanos a través de los animales, Michael Sowa utiliza la poética visual de las imágenes.

No go Area. 
@Michael Sowa. 

 
Otras obras en cambio son evocadoras de otras mucho más conocidas, es decir reinterpreta a su estilo obras como "La Dama del armiño" de Leonardo o "La Isla de los muertos" de Arnold Böcklin. 


@Michael Sowa. 




Herbert
@Michael Sowa. 


Si os fijáis en esta "supuesta" y tuneada dama con perro, los volúmenes y la rotundidad de su rostro nos evocan al período Clásico o también llamado "grecoromano", de Pablo Picasso, más que a la obra leonardesca mucho más etérea. 

Pero no solamente reinterpreta obras que están en el disco duro de cada uno de nosotros, sino que también y en muchas ocasiones, sus ilustraciones nos recuerdan a otros artistas. Por ejemplo los espacios amplios y desolados de René Magritte o el juego elementos que se conjugan en la obra dotándola de un carácter surrealista y onírico. Los hombres con cola de pez que vuelan nos pueden evocar al lienzo "Golconda"del artista belga, en la que unos misteriosos y hieráticos hombres, tocados con sombrero (casi autorretratos del propio Magritte) están suspendidos en el aire, flotando, volando o cayendo como si de gotas de lluvia se tratase. Pero también la idea de soledad que surge de ellas podía estar en relación directa con la obra de Edward Hooper. 

Rabbit in front of mirror
@Michael Sowa. 


La obra de este pintor e ilustrador berlinés la podéis ver también en películas como Amélie, pero además ha realizado diferentes portadas para la revista The New Yorker. 

@Michael Sowa. 
(Película Amélie)


No sé si conocíais su obra, si es así espero haber aportado algo más a vuestro conocimiento previo, y para aquellos que la desconocieran os invito a que buceéis en su imaginario onírico, mágico, sorprendente, en ocasiones cargado de incertidumbre quizá por esa adhesión a la estética surrealista, pero siempre atrayentes y poéticas, porque no olvidéis que cada uno de nosotros somos poesía. 



miércoles, 29 de julio de 2020

Mi profesión, amigo, es desatar tormentas.

Las tormentas tienen algo de mágico. Lo bravo, enfurecido y subjetivo de su carácter se convierte en sinónimo de algunos estados de ánimos excitados y violentos. Quizá por ello los artistas del Romanticismo la eligieron como metáfora y tema de sus obras y de sus emociones. Pero la atracción sobre lo que esta desencadenaba, y no estoy hablando de lo atmosférico, lo encontramos unos años antes del desarrollo del movimiento. En el S.XVIII en Alemania, nace un movimiento literario Sturm und drang al que se considera precedente del Romanticismo. A través de él la batalla embravecida e impetuosa contra el Neoclasicimo y lo Racional, no había hecho más que empezar. Una lucha que se extenderá como si de una tempestad acompañada de rayos, truenos, vientos y precipitaciones intensas se tratara, desde el país germánico al resto de países europeos, primero al Reino Unido y después al resto de países. La primacía de los subjetivo, lo irracional y el individualismo, se erigen en abanderados de un movimiento al que muchos consideran el primer Ismo, el nacimiento de la Vanguardia. 

A pesar de que Francia, fue uno de los últimos países en incorporarse, la veremos capitaneando esta tormenta de sentimientos, de color, de pincelada agitada y empastada, teniendo en Eugène Delacroix a su máximo exponente. Y a él, al autor de obras como "La libertad guiando al pueblo", le invitamos a que forme parte de nuestro blog. Sus obras se convierten en un ejemplo inigualable de las características del Romanticismo y también del propio autor, incluso podíamos decir que su forma de tratar las obras lo que hace es aportar esas singularidades al propio movimiento, colaborando así a dotarle de unos recursos que hoy reconocemos como propios. 

Ya en su "Autorretrato con chaleco verde", vemos algunas de los atributos propios del Romanticismo, como la importancia de la subjetividad que se manifiesta en la captación psicológica del retratado potenciada a través del juego de luces que dejan la mitad de su rostro en sombra. Una sombra que nos habla de un Delacroix introvertido, sensible, intelectual y altamente sofisticado. Pero también nos habla de un dandy, de un hombre elegante que busca romper las convenciones de una sociedad que comenzaba a ser moderna. Un dandy con estilo propio que logrará imponerlo en el mundo artístico. 

"Autorretrato con chaleco verde", 1837
@Museo del Louvre


Aunque era el Neoclasicismo el estilo que en su formación está en auge, él opta por desmarcarse de este racional movimiento y prefiere inspirarse en el Barroco, en la pincelada suelta y empastada que ya por si misma es pura subjetividad. Rubens, Velázquez o el genial maestro Rembrandt están en la base de su formación. El preciosismo de la luz que trasmite, no solo como cualidad sino también como exotismo, lo toma de sus viajes al Norte de Africa. Esa luz que años después también impresionaría a Mariano Fortuny el cual además, como hiciesen los primitivos flamencos primero y Velázquez después, se dieron cuenta de que el aire jugaba un papel trascendental en la observación de los elementos, a los cuales confería una atmósfera especial. En el caso de Fortuny, este observó que la sequedad del ambiente africano potenciaba el color. Ese intenso colorismo, preciosista y exótico, de tonos muy saturados y vibrantes ya sea en atmósferas plateadas como en “La libertad guiando al pueblo” o doradas como las de “La muerte de Sardanápalo” las observamos en la obra del artista francés, conjugándose con la luz que potencia el color, la pincelada y las formas, convirtiéndose todo ello en rasgos de su obra y  del Romanticismo. En esta obra podéis ver además, la fuerte influencia del Barroco en el uso de las diagonales que dotan de gran movimiento, inestabilidad y caos al tema que así lo requería. Viéndose acorralado por sus enemigos, Sardanápalo ordena la muerte de todo su harén e incluso de los caballos, para luego él, después de observar la escena de forma indolente inmolarse. Las tonalidades rojas juegan a favor del drama, de la tormenta desatada por el tirano que plácidamente desde su cama lo observa pero también dota de sensualidad a la obra, de esa sensualidad en los movimientos que nos remiten a Rubens, propia del exotismo y de los cuerpos modelados en cuidadas anatomías.  

La muerte de Sardanápalo. @Museo del Louvre

"La muerte de Sardanápalo", 1827
 @Museo del Louvre

Pero la sensualidad de esta obra de tema histórico, también la encontramos en otra obra de temática curiosa, sobre todo en el momento del que hablamos, “Cama sin hacer”. 


"Cama sin hacer" (Un lit défait), 1827
 @Museo del Louvre


Observándola nos puede recordar a otra ¿a cual? Imagino que muchos responderíamos que a la nuestra cada mañana, pero vamos más allá. Esta acuarela se fecha en 1827, más de un siglo y medio después, a finales de los años 90 del S.XX, Tracey Emin creó “My bed”, obra de la que ya hemos hablado en la manzana dedicada a Damien Hirts y los YBA y que ha sido considerada un icono del arte contemporáneo. 


"My bed", 1998
Tracey Emin.

Si como hemos dicho muchas veces el arte contemporáneo se caracteriza porque el tema no tiene que transcender más allá de lo que vemos, donde el concepto es el propio tema, Delacroix se adelantó a esa idea y en su cama revuelta prescinde de la temática y la convierte a ella en el recurso y en la idea única y fundamental. Parece ser que este tipo de obras eran estudios donde se buscaba practicar acerca de los efectos que las luces y las sombras producían en las telas de los trajes de personajes ilustres que protagonizarían los lienzos. Pero como veis Delacroix decidió romper los convencionalismos y hacer de un estudio una obra acabada. Los pliegues de las sábanas ya no son el elemento donde proyectar los juegos de luces y contraluces sino los propios de una cama vivida y usada. Una cama donde se pudo haber desatado una tormenta de pasiones ya sean carnales o intelectuales, en esa idea de los aristas románticos angustiados y abrumados por sus pensamientos. Si vamos un poco más allá, y teniendo en cuenta la influencia Barroca podía incluso recordarnos los bodegones, un tema típico del S.XVII, que se extiende por todos los países europeos y que en cada uno se diferencia a por la temática utilizada.  Si lo sé, no hay bodegones barrocos que tengan como protagonistas los aposentos, pero si los hay que tienen como protagonistas ajuares de mesa, objetos de uso cotidiano que trasmiten una enseñanza moral. La misma enseñanza y el mismo bodegón con un significado diferente que Emin quiso trasladarnos, significados actuales y contemporáneos como las noches de borrachera, desajustes y vicios de la artista. 

Eugène Delacroix (1798-1863) fue alumno aventajado de otro artista romántico, Théodore Géricault, desarrollando aspectos que este había iniciado. Su fructífera carrera empezó en el Salón parisino con la obra "La barca de Dante" donde utiliza un formato grande (algo muy característico del Barroco, y que muchos autores que estudiaron a Velázquez adoptarían), la noche, el claroscuro y la inspiración en la literatura, en esa literatura medieval que en ocasiones bebe de lo espectral y sobrecogedor que tanto calaría en nuestro movimiento. 


"La barca de Dante", 1822
 @Museo del Louvre

Sus visitas al Louvre para estudiar la obra de los grandes artistas del Renacimiento desde Tiziano a Rafael, los viajes a Inglaterra donde entra en contacto con la obra literaria de Lord Byron que le inspiraría obras como la citada de Sardanápalo y el contacto con el Norte de África y Argelia debido a su misión como delegado de la Embajada francesa están en la base de sus obras. 


A Litsz se le atribuye una frase: mi profesión, amigo, es desatar tormentas, tormentas que hoy siguen trastocándonos esa parte del alma o del cuerpo que se nos encoge cuando observamos una obra o escuchamos una pieza de música propia del Romanticismo o de cualquier otro movimiento o estilo que nos guste. 

Espero que esta entrada os guste, que os acerquéis al arte y busquéis en él esa parte de la emoción que en ocasiones se nos difumina, y por supuesto, manteneos a salvo de la tormenta que vivimos. 

jueves, 7 de mayo de 2020

Livia Drusila: la Matrona de Roma.

Seis aves sobrevolando el cielo sobre el Monte Palatino bastaron para que Rómulo cogiese su arado y marcase los límites de una ciudad: Roma. 

Cuando lo hizo, a mediados del S. VIII a.c, no podía imaginarse que este pequeño territorio llegaría a convertirse en un gran Imperio, cuya vigencia se alargó en el tiempo hasta el año 457. Una República primero y un gran Imperio después, que se alimentó, como en los orígenes de su fundación, de intrigas, asesinatos y envidias entre hermanos, maridos y enemigos. Y el primer asesinato, fue llevado a cabo por el propio Rómulo matando a su hermano, Remo, por sobrepasar los límites de la urbe palatina, enterrándolo en la cima del monte. Cima, que después, acogería la morada de los Emperadores. Pero, según cuenta la leyenda, Rómulo no salió indemne, y años después una tormenta provocada por su propio padre, Marte, acabaría con su vida. Las confabulaciones familiares son incluso anteriores al nacimiento de ambos hermanos, pero eso lo dejo para vosotros.

Interior de la casa de Livia y Augusto en el Palatino. 
La gobernanza de la ciudad era querida por todos, lo que llevó a mil disputas. Hombres que con sus actitudes, estrategias y deseos hicieron crecer los límites del territorio. Pero no solo los Imperator fueron los artífices de esta expansión, también sus mujeres jugarían un papel destacado y en toda esta puesta en escena, la imagen que proyectaron de ellos mismos de una forma consciente a través de sus retratos, a veces idealizados, a veces realistas, pero siempre con una gran carga textual, fue el vehículo idóneo para llegar a todos los rincones del Imperio.

Esta manzana no está dedicada a Roma y a su expansión, si lo está al retrato, a la imagen propagandística pero en relación a una mujer. Una mujer que supo jugar sus cartas, una mujer que fue repudiada por uno de sus hijos, Tiberio, quién gracias a ella, llegaría a ser Emperador de Roma. Esta mujer no es otra que Livia Drusila, o simplemente Livia la emperatriz de Roma o como la llamaron en los textos antiguos “la mujer bonita”. Una mujer enamorada de un Emperador, Augusto, y él de ella, el cual, la nombraría, de forma extra oficial la Madre de la Patria y quién erigió una estatua pública en su honor.  Ella no solo le veneró en vida sino que a su muerte se proclamó su sacerdotisa y descendiente del dios Augusto lo que la valió el título de Julia Augusta, este título se materializaría en una de sus esculturas. ¿por qué lo sabemos? Si os fijáis en algunas de las representaciones de Livia, aparece con el manto sobre la cabeza, algo habitual, pero una parte del manto la cae sobre la parte delantera del cuerpo, ahí estriba el significado. Esa forma de expresar estaba íntimamente ligado con un característica la de la "pudicitia", esto nos habla de una mujer casada, de una mujer casta y modesta.

Livia Drusila (59 a.c.- 29 d.c.)

Los retratos de las mujeres y también de los hombres, durante todo el Imperio, nos dan pistas de la evolución política y también de las modas que se fueron imponiendo. Así a Livia es frecuente verla peinada con el nodus, un flequillo, que más bien parece in tupe que la cae sobre la frente, raya al medio y el pelo recogido en la nuca. Pero también vamos a verla simplemente con el pelo ondulado hacia los lados y recogido en la nuca pero sin nodus. Es este un caso excepcional, que la muestra como Salus, y que apareció por vez primera en la numismática en un momento en que se divinizaba a las diosas relacionados con la salud. Otro elemento que caracteriza a las mujeres de la dinastía Julia Claudia, son las diademas imperiales, que luciría Livia y también la madre de Nerón, Agripina Minor, que la recuperó frente a los retratos de Mesalina, la cual aparecía con la corona de laurel más propia del Imperator. Ambas fueron esposas de Claudio pero mientas una se hace partícipe de los logros de su marido en la batalla, la otra, Agripina, quiere recuperar los valores difundidos en época de Livia y de Augusto y mediante la recuperación del uso de la diadema se proclama descendiente de esas cualidades. La diadema fue utilizada en época de Tiberio como elemento divinizador, pero su madre la utilizó para dejar clara su posición de Augusta. Estas ideas relacionadas con la divinidad, quedan mucho más claras cuando aparece como diosa de la Fortuna, como Cibeles o como Démeter. Dependiendo del lugar y del mensaje a transmitir, se la podía caracterizar de una u otra forma.

Livia.
@Museo Arqueológico Nacional (Madrid)

Durante el Alto Imperio las ciudades se llenaron de retratos que trasmitían los valores de sus gobernantes, la Clementina, la Virtus, la Potesta y la Dignitas. Y lo hicieron a través de un retrato cuyos rasgos físicos, en parte idealizados, mostraban la personalidad del retratado. Nuestra protagonista, luce rostro ovalado, grandes ojos almendrados y boca pequeña. Pero su gesto vigoroso nos habla de su personalidad, de una mujer decidida y la serenidad de su rostro de una mujer equilibrada, dotada de diferentes virtudes.



 Las mujeres de los emperadores como buenas influencers de la época, impusieron su propio estilo. Como veis, ya estaba todo inventado antes de la llegada de Instagram a nuestras vidas.

Quizá cuando Livia era esculpida con los atributos de la divinidad ya estaba preparando su camino. Acumuló títulos viva y también una vez fallecida, pero no será su hijo quien se los conceda, sino su nieto Claudio. De él recibió todos los honores que no tuvo de Tiberio, fue divinizada proclamándola Diva Augusta, lo que permitió que toda su descendencia fuese dotada de ese carácter divino. 

Su vida, como la de muchas otras, fue apasionante, tuvo seguidores y detractores, como todos, pero no vamos a detenernos en eso. Como siempre, os dejo a vosotros que leáis su vida y decidáis si mereció la buena fama que tuvo o si fue una estratega que en ocasiones se serviría de malas artimañas para conseguir sus objetivos. Por cierto, su papel en la proclamación de leyes a favor de la liberación de la mujer, salieron de ella.

La dinastía Julio- Claudia, que finaliza con Nerón, tuvo en Livia a su Matrona, a su máxima representante. 
"El arte tiene la bonita costumbre de echar a perder todas las teorías artísticas" (Marcel Duchamp)