lunes, 19 de noviembre de 2018

American Gothic ¿El icono americano?





A mediados del S.XIX, se desarrolló en Estados Unidos, un estilo arquitectónico denominado Carpenter Gothic, al que podríamos definir como una reinterpretación, muy libre, del estilo gótico europeo, a través de la utilización del arco apuntado u ojival. Y digo, muy libre, ya que solo toma la idea visual, el arco que utiliza es demasiado puntiagudo, no sigue la forma de un verdadero arco apuntado gótico, formado por la intersección de dos circunferencias que al cruzarse crean un ángulo. El que utilizan aquí nace de dos líneas rectas que se unen en el centro. Además no es estructural como lo fue el que les sirve de inspiración. Durante el gótico, el arco apuntado tuvo una importante misión arquitectónica: la de repartir las fuerzas y los empujes hacia el suelo, con lo cual se conseguían varias cosas, elevar la altura de los arcos, conseguir la eficiencia de los materiales utilizados y aligerar los muros permitiendo que se hiciesen mucho más delgados e incluso pudiesen ser sustituidos por vidrieras, como vemos en las Catedrales. No sólo el arco, los contrafuertes también sirvieron para que las cargas fuesen a parar directamente al suelo. Nacen así edificios mucho más esbeltos que los románicos, cuyo arco de medio punto distribuía las fuerzas no solo a través de la línea de fuerza que discurría por el interior del arco, sino hacia los muros, es decir vertical y horizontalmente, lo que obligaba a hacer los paramentos mucho más gruesos para soportar parte de las cargas del edificio. El Carpenter Gothic, toma los elementos que caracterizaron al gótico europeo pero con un sentido muy decorativo y banal, creando casas de un gran eclecticismo al mezclar decoraciones que tienden a lo vertical, como las que se aprecian en las ventanas ojivales, con estructuras apaisadas como las que forman los aleros de grandes dimensiones que recorren el perímetro de la casa. 


"Dibble house", 1881
Eldon, Iowa.

Pues bien, uno de estos edificios, la Dibble house, en Eldon, Iowa, se convirtió sin quererlo, en el escenario de una de las obras más conocidas de Grant Wood (1891-1942), American Gothic y también en una de las más misteriosas, ya que al contemplarla, los rostros serios de los protagonistas y sobre todo la horca que lleva el hombre, nos sugiere algo "gótico", en el sentido que los americanos dieron a este término años después, relacionado con asesinatos en la América más profunda, con lo siniestro. Con esta obra, Grant Wood, se adentra en un tipo de pintura llamada Regionalismo americano, la cual trataba de poner de relieve los aspectos y tipos más populares y tradicionales del sur y del Medio Oeste de los Estados Unidos, durante los años 30 y 40 del siglo pasado. En España, por ejemplo, el Regionalismo se había desarrollado años antes con pintores como Joaquín Sorolla o Ignacio Zuloaga. En el caso americano surge como una reacción al mundo urbano, ya que buscaron en las comunidades rurales la esencia de los tipos, las actividades y de las tradiciones que en ellas se llevaban a cabo,  en definitiva, de lo que podemos denominar el Folklore, en su sentido original y no despectivo. Esta reacción contra lo urbano tenía su punto de partida en el rechazo hacia los movimientos y sobre todo hacia los artistas de vanguardia europeos que estaba intentando introducir Alfred Stieglitz en Estados Unidos, donde lo urbano tenía mucho protagonismo, el principal es que estas vanguardias se formaron en las principales capitales. Las vanguardias europeas comenzaron a difundirse a través de la exposición "Armory Show" que entre febrero y marzo de 1913 se celebró en Nueva York. En esta exposición, no solo se mostraron obras europeas, también de la vanguardia americana, aún así se levantaron voces contrarias a ella, ya que un porcentaje muy bajo de obras pertenecían a los movimientos americanos. Y este, fue el otro elemento, que hizo nacer el Regionalismo en esta parte de América. Aunque para ser justos, la reacción de desagrado también se produjo por el elevando número de obras representativas de la vanguardia francesa en detrimento de otros focos europeos, como Alemania o Italia que también jugaron un papel destacado en el nacimiento de importantes estilos durante el primer tercio del S.XX, sobre todo Alemania. 


La reacción fue la lógica y habitual. En todos los países ha estado presente contrarrestar lo que viene impuesto de fuera mediante la búsqueda de la esencia genuina del país propio. Y para ello se rastrea en la sociedad más primitiva rescatando los elementos identitarios, aquellos que nos hacen diferentes y originales. Y no solo sucede en el arte, en todas las manifestaciones de la vida, por ejemplo en la forma de vestir, también se observó esta rebeldía. 


American Gothic, 1930
Grant Wood
Art Institute Chicago. 

Grant Wood con American Gothic, se convirtió en representativo de este estilo simplificado, que puede recordarnos la pintura Naïf, por lo ingenuo de las representaciones y por concebirlas desde la más absoluta sencillez en colores, composiciones y temas. La sencillez de la pareja encaja con la del medio que les rodea. Sencillas son las líneas que componen la casa o las copas perfectamente redondas y casi infantiles de las copas de los árboles. Es un conjunto bien avenido, como lo pueda ser la supuesta pareja que vemos. Y junto a la sencillez, la verticalidad, que observamos primero en el propio formato de la obra y a partir de ahí en los diferentes elementos que la componen, como en los rostros y cuerpos alargados de la pareja que tienden a lo ascensional, como hizo el gótico. O las tablas de madera que construyen la casa Y para subrayarlo aún más, el hombre sujeta firmemente una horquilla de tres dientes que se elevan al cielo y que replican los rostros de los personajes. Pero aún hay una tercera característica: el carácter frontal que el artista imprime a la obra. Frontalidad que evoca al arte flamenco. Aunque nos pueda parecer que el granjero y su acompañante focalizan nuestra atención, otros es el elemento que se convierte en destacado, la ventana del fondo. Lo utiliza como recurso para mostrarnos lo más característico de este estilo constructivo propio de un momento determinado y de una comunidad que engendra, supuestamente, valores superiores. Pero la ventana también ayuda a buscar la verticalidad, y en cierto modo, ventana y horquilla siguen las mismas formas, y así, el primer y el último se abren y cierran respectivamente, con la misma forma, ayudando a potenciar más la sensación de verticalidad. Y por último y hablando de la influencia de la pintura flamenca, la ventana, además de ayudar a conseguir una obra muy frontal compuesta para ser contemplada desde un único punto de vista, el que tenemos si nos colocamos frete a ella, también nos recuerda la búsqueda de la profundidad, aunque el punto de fuga, en este caso, se encuentra en el vértice que forma la techumbre. La obra recuerda las de los primitivos flamencos, pero en esta ocasión invertida, en vez de representar un interior representa un exterior, pero al estar el encuadre tan ajustado las copas de los árboles que se vislumbran al fondo no nos dan sensación de una escena completamente exterior, sino más bien interior lo que nosotros podríamos contemplar a través de una ventana. Grant Wood viajó a Europa en los años 20 del siglo pasado y aquí conoció la obra de los flamencos en la que se inspiraría para esta composición. ¿Quizá la frontalidad de El Matrimonio Arnolfini, de Van Eyck, esté presente aquí, junto con el recurso del espejo que en esta ocasión ha sido sustituido por una ventana?

Hasta aquí lo que vemos, y ahora lo que no vemos. Esta obra surgió cuando el artista viajaba a través de Iowa, lugar donde nació. Allí, en Eldon, fue donde vio la casa a partir de la cual se imagino una escena tradicional americana, ubicada en los tiempos en los que el Carpenter Gothic se desarrolló. La imagen tenía que completarse con granjeros sencillos, que evocasen el espíritu americano de fines del S.XIX. Para ello eligió como modelos a su hermana, Nan Wood Graham y a su dentista, Byron McKeeby. Aunque al ver una pareja, inmediatamente nuestra mente nos pueda llevar a pensar en un matrimonio, lo que realmente Wood quiso representar era a un padre y a su hija, encarnando los valores rurales del Medio Oeste, entre ellos el del trabajo por eso utiliza el tridente y el de la fortaleza que aparece representada a través de la mano del granjero que sujeta fuertemente la herramienta con la que trabaja. La composición la terminó en el garaje de su estudio, que le servía para exponer sus trabajos de artes decorativas lo que muestra su apego por las formas más tradicionales de expresarse, a través de la artesanía se recupera la esencia del trabajo tradicional hecho con cariño y que en cierto modo, relaciona con esta obra, por todo lo que subyace en ese tipo de trabajos. Pero estos valores les extrapola al momento por el que los americanos están atravesando, los momentos álgidos de la Gran Depresión. Esta crisis se desarrolló a nivel mundial aunque tuvo su origen en el desplome de la bolsa estadounidense, el 29 de octubre de 1929, lo que se conoce como Martes Negro. 



Nam Wood Graham y Byron McKeeby.

En un momento de decaimiento a todos los niveles, Wood quiso, a través de lo que representa esta obra y que ellos podían perfectamente entender, a buscar los valores de fortaleza y prosperidad que caracterizaron a la nación en un momento determinado y que les podían servir para sobrellevar la crisis. Era un canto a la esperanza y al optimismo y quizá por ello, los colores son alegres y las formas sencillas evocando una vida tranquila, idílica y próspera, en la que las preocupaciones modernas relacionadas con lo urbano, con la banca y lo bursátil no tenían cabida. Una prosperidad que volvería a fines de los años 30 con la aparición de la economía de guerra. 

Pero hay algo más que puede desprenderse de esta obra, eso sí, para ello hay que tener en cuenta, ya no a la sociedad utópica y ciertamente idealizada, sino a la más crítica y tradicional a la represiva y opresiva, y al propio Grant Wood. Quizá la obra no sea un canto a la esperanza sino una crítica a lo retrogrado que convive con los otras características antes mencionadas. Wood era homosexual y a través de esta obra trasmite sus ansias y su ansiedad ante su propia situación. El lugar donde él vivía, era pequeño y posiblemente opresivo, un ambiente que estaría encarnado por los dos protagonistas y el carácter que dejan traslucir en sus rostros y en su vestuario. Yo soy de la idea, de que la vida en el campo está sobredimensionada ya que la ciudad aporta valores y libertades que en lugares más cerrados se niegan. La ciudad quizá es mas impersonal, más independiente y solitaria, pero es ahí donde podemos encontrar la libertad a nuestra personalidad y poder expresar quién somos cada uno realmente, sin temer la crítica o la humillación. A través de American Gothic alienta al avance para salir de la crisis, pero al mismo tiempo, ese avance que reclama, también debería hacer salir a la sociedad de la rigidez moral en la que se encontraba. 


Grant Wood (1891-1942)

 ¿Cuándo, cómo y por qué le llega la fama a Grant Wood? Wood era un artista local que residía en una pequeña población llamada Cedar Rapids. Parece que sus deseos de ser artista se veían limitados por su lugar de residencia. Pero en 1930, el destino, la suerte o lo más importante para triunfar: creer en uno mismo, hizo que presentase esta obra a la exposición que cada año se llevaba a cabo en el Instituto de Arte de Chicago. En una primera vuelta, la obra fue rechazada, pero curiosamente y en el último momento deciden que la obra, a pesar de no tener nada que ver con el resto de obras presentadas, sea tenida en cuenta en una segunda ronda. Finalmente el lienzo se hace merecedor, no del primero, pero si del tercer puesto y obtiene la medalla de bronce Norman Wait Harris, curiosamente un banquero fundador del Harris Bank de Chicago. Pero lo que realmente hizo que su obra comenzase a ser estudiada y su figura tenida en cuenta, fue que el Instituto de Arte de Chicago decidió comprarla por 300 $, el precio de venta libremente fijado por el artista. 


"Medalla Norman Wait Harris"

Desde entonces, la obra, ha sido reproducida y parodiada hasta nuestros días, eso sí obviando el significado o significados latentes tras los personajes, el ambiente y los colores.



viernes, 2 de noviembre de 2018

Van Gogh, ese loco del pelo rojo.

"Autorretrato pintando", 1887
Museo Van Gogh, Amsterdam.
Vincent Van Gogh. 

Cuando hablamos de Vincent Van Gogh, creo que siempre lo hacemos desde una perspectiva nada halagüeña. La imagen que de él tenemos va más allá de la de un pintor, la imagen que proyectó Vincent, o al menos es lo que yo veo cuando pienso en su vida, es la de un hombre, un hombre muy carismático pero muy débil a pesar de tener un fuerte carácter. Solo cuando contemplo sus obras veo al Vincent pintor y en ellas, en algunas ocasiones, veo reflejadas sus experiencias vitales, esas, que a todos nos llevan a ser lo que somos. Y digo en ocasiones, ya que su obra no es un canto a la desesperación, como lo fueron las últimas obras de Goya, utilizando una paleta ennegrecida o la de Gutierrez Solana o Darío Regoyos, que proyectaban la desesperación, no de sus vidas, sino de la sociedad, de lo que se dio en llamar la España negra, en paletas de idénticos colores. Podríamos pensar en comparar la obra de los españoles citados con las de la primera etapa del holandés, como sus "Comedores de patatas", en la que nos muestra la dureza de la vida en el campo y el genial artista en el que se está convirtiendo, a pesar de las críticas hacia las figuras y hacia las tonalidades demasiado oscuras, pero estas tonalidades aluden al color que tiene la patata cuando es sacada de la tierra de labranza. Lo que él buscaba y que quizá sus contemporáneos no entendieron, era trasmitir el mensaje de la dura vida rural.



"Los comedores de patatas", 1885
Museo Van Gogh, Amsterdam.
Vincent Van Gogh. 

En la obra de Van Gogh yo veo un canto a la vida, a la luz, a la libertad del campo o al renacer, a una vida sencilla cargada de trabajo, pero complaciente. Y ese renacer, que puede ser el suyo propio, se muestra en obras como el "Almendro en flor" donde además es muy clara la influencia que sobre él ejerció la estampa japonesa. El deseo de un hombre de sentirse libre de sus ataduras mentales, de su ánimo. Por eso su obra muestra escenas de la vida diaria. En ella abundan los girasoles, como bien sabréis, estos durante el día van girándose buscando la luz y el sol. Así se mostraba nuestro pintor, como un girasol que buscaba la vida, pero que por diferentes motivos se le hacía más difícil encontrar un elemento que le aportase la luz que necesitaba. Seguramente, ese elemento, no era otro que pintar, que reflejar en sus múltiples lienzos lo que tenía delante de sus ojos: los campos y los paisajes urbanos de Arlés, la luz que influyes notablemente en los amarillos, las noches estrelladas o su habitación pero introduciéndoles también en la magia de su propia visión de artista.

"Almendro en flor", 1890
Museo Van Gogh, Amsterdam.
Vincent Van Gogh. 
Se ha hablado mucho que la paleta cromática que utilizaba reflejaba su estado anímico. Cuando hablamos de estado anímico pensamos en el aspecto más negativo. Van Gogh pasaba de la alegría a la desesperación en poco tiempo, por lo tanto, sus obras, deberían marcar ambos estados, pero ¿realmente lo hacen? Esta idea es válida en muchos pintores e incluso puede serlo en el caso del propio Van Gogh, pero no debemos tomarlo al pie de la letra, hay que tener en cuenta otros condicionantes y uno de ellos sería el cambio que van experimentando las artes a partir de las Vanguardias y como se utiliza a partir de entonces el color. El utilizó, por ejemplo, en muchas de sus obras, los azules, pues bien, quiero que os fijéis en alguna obra de la etapa azul de Picasso y la comparéis con una de Van Gogh y entonces, pensad, si os trasmite lo mismo una y otra. Pero por favor, ya sé que es difícil, abstraeros de lo que sabéis de uno y de otro, solo contemplad las obras. Y si os apetece podéis dejar vuestros comentarios. Quizá la obra más difundida en estas tonalidades, sea "La noche estrellada" (1889). ¿Qué os trasmite este lienzo, tristeza, agitación o calma? ¿Sabéis en que momento pintó esta obra? ¿Dónde se encontraba? ¿Qué pasaría un año después? Los azules nos dan sensación de calma a pesar de ser tonalidades frías, o quizá también por ello. Los colores cálidos como el rojo o los naranjas, en cambio provocan más agitación. Y según sus palabras el rojo y el verde le servían para expresar las "terribles pasiones de la humanidad". El color no es lo que determina su estado de ánimo, o al menos no como elemento final, las pinceladas largas que forman remolinos en el cielo, también tienen mucho que decir, ya que nos pueden hablar de un alma que no encuentra la paz, y es en ellas, a mi juicio, en donde se concentra toda la expresividad. Ambos, el color y la pincelada se necesitan y complementan. Esta fuerza expresiva, de la cual Van Gogh era totalmente consciente, le llevó a decir que muchos pensarían que era una forma de suplir la técnica. Pero en realidad, era tan meticuloso que aprendió la técnica a la perfección, y la aprendió de los mejores, de los grandes maestros holandeses. De Rembrandt y de Frans Hals tomó el gusto por los colores oscuros, de los que más tarde se desaprendería al entrar en contacto con Toulouse- Lautrec o Paul Signac. Es una obra que tiene mucho de evocador y de poético, pero en el sentido más literal. Camille Pissarro, llegó a decir que la inmediatez que parece estar presente en las obras de Van Gogh, no es tan cierta, ya que subyace una profunda elaboración que en algunos casos, como en el que nos ocupa, tenía como fuente de inspiración los poemas de Walt Whitman. Y quizá por la idea de que sus obras reflejan lo inminente pensemos en sus estados anímicos. Esa idea se desmonta cuando hablamos de un trabajo meditado y calculado. Debido a eso y a pesar de que nos pueda parecer un paisaje real, Van Gogh pocas veces pintaba lo que tenía delante, esas visiones las mezclaba con otras provenientes de sus sueños y de su imaginación. Por eso y en esta obra que nos ocupa, se ha hablado mucho sobre el pueblo que se ve. Siguiendo las teorías de la inmediatez, podría ser Saint Rémy, pero según algunas investigaciones el pueblecito que se ve estaría en su invención y la aguja de la iglesia evocaría la de su ciudad natal en los Países Bajos, Zundert. ¿Dónde estaría el antecedente de esta obra? ¿No os recuerda "La vista de Toledo" de el Greco? Por lo imaginativo en la concepción de los lugares que representan. El Greco Pintó Toledo pero alteró el curso del río. Nos dio una visión un tanto fantasmagórica de la ciudad. Lo que ambos están haciendo es anteceder el Expresionismo en el arte.

"La noche estrellada", 1889
Museo de Arte Moderno de Nueva York
Vincent Van Gogh.
Si viajáis a Nueva York, no os olvidéis de visitar el MoMa, allí os estará esperando "La noche estrellada" y como sabéis, nada tiene que ver la explosión del color real con lo que nuestra pantalla nos devuelve. Es entonces, cuando se tiene un lienzo frente a frente, cuando realmente se experimenta sensaciones y sentimientos, por eso es tan importante visitar los diferentes museos. 

"Laboreur dans un champ", 1889
Colección privada
Vincent Van Gogh

Otro color que se convirtió en su preferido, fue el amarillo, recordad de nuevo los girasoles. Para vosotros ¿qué representa esa tonalidad? Seguramente lo primero que nos viene a la mente es el astro rey. El sol es vida, es la alegría de un comienzo, de un nuevo día y de nuevas oportunidades. Quizá cuando Van Gogh utiliza este tono esté lanzando un mensaje implícito, el anhelo de un renacer. Como os decía, a pesar de esa imagen que tenemos de él, disfrutaba de la vida, de lo que veía y así lo dejó escrito en algunas de sus cartas, en ellas no solo se lamentaba de que no vender ni un solo cuadro. En 1888 escribió desde el sur de Francia a Émile Bernard: "¡Oh! Ese hermoso sol de verano aquí."

"Girasoles", 1889
Museo Van Gogh, Amsterdam.
Vincent Van Gogh. 

Todas estas obras son de sobra conocidas por todos, en cierta manera nos trasmiten lo idílico, lo que tiene de sugerente otros tiempos primigenios donde el tiempo se detiene y solo es necesario contemplar, eso es lo que quiso mostrar Van Gogh. Quizá esta es la clave de su triunfo entre el gran público, nadie tendría en su casa una reproducción de una obra de la cual se desprenden elementos negativos. Pero yo quiero acercaros otras, que quizá no han sido tan reproducidas y que a través de ellas y de lo dicho hasta ahora, nos sirvan para indagar más en la personalidad real del pintor. Me estoy refiriendo a sus calaveras y esqueletos. ¿Os podíais imaginar que además de las obras que todos conocemos tiene otras tan diferentes? Y no por favor, controlad vuestra imaginación, no hagáis asociación de ideas, no penséis en calaveras, muerte y su destino trágico ya que nada tiene que ver con eso. Quizá en un principio os cueste reconocerlas como obras suyas, esto es debido a la imagen que se ha proyectado de él. Van Gogh fue en gran parte autodidacta pero si que asistió a la Escuela de Bellas Artes de Amberes, allí estudiaban los esqueletos para conseguir reproducir de forma perfecta el estudio del natural. Acordaos de "La lección de anatomía del Doctor Nicolaes Tulp"(1632) del inigualable Rembrandt. Pues bien, este es el origen de sus risueñas calaveras, que aportan el elemento más divertido de su obra. Como nos ha pasado a muchos en nuestra época de estudiantes, había ciertas materias que se hacían más difíciles de digerir, a Van Gogh también le sucedía eso y traducía el aburrimiento en creatividad y así y de forma irónica representaba a una calavera que portaba en su boca un cigarrillo, era la forma elegida de burlarse de estas prácticas académicas. La obra tiene todos los componentes de un cuadro Barroco, el cigarro también. Por supuesto del Barroco holandés, en España una imagen así era ¡imposible! Por un lado, entroncaría con lo que nosotros aquí llamamos las Vanitas y que genéricamente llamaríamos Memento Mori. Un bodegón que nos recuerda que el tiempo pasa, que la vida es fugaz y que lo material es solo eso, material y que recuerdes morir, o dicho de otra manera, aprende a morir. Esta sería la traducción más cercana a la frase Memento mori, que según los historiadores fue susurrada al oído por un sirviente a un general victorioso en su entrada triunfal en Roma. Y por otro lado, en el arte holandés fue bastante frecuente la representación de los vicios y de los pecados capitales, pero no dentro de lo que denominaríamos Vanitas, sino más bien y durante el Barroco, de la pintura de género, que se aprecia en obras como "El rey bebe" de Jacob Jordaens u otra con el mismo título realizada por David Teniers. En ambos lienzos se representa una tradición flamenca relacionada con la Epifanía, en la cual la persona que encontrase el haba en el pastel es nombrado rey por un día y al grito de "el rey bebe" comenzarían los festejos. A los españoles está tradición nos es familiar ya que celebramos lo mismo en la misma fecha. También fueron muy habituales los fumadores como el tronie de Joos Van Craesbeeck, del cuál ya hablamos en una entrada anterior o el de Adriaen Brouwer.

"Cabeza de esqueleto con cigarro", 1886
Museo Van Gogh, Amsterdam.
Vincent Van Gogh. 
En esta obra hace uso de una pincelada perfecta con la que va dando forma a los huesos y esto se aprecia mucho mejor en otra de sus obras que tiene por protagonista otra calavera. El lienzo titulado "Skull", le podéis visitar en el Van Gogh Museum en Amsterdam. Lo más llamativo de esta obra es la forma en la que consigue el craquelado de la cabeza. La pinta sobre otra obra anterior la cual cubrió con una capa de zinc blanco que tiene como característica un lento secado que provocó las grietas. Como veis el cráneo está lleno de color, algo propio de sus obras y que en cierta manera es una antecedente, como decía antes del Expresionismo por lo que tiene de subjetivo.

"Skull", 1887
Museo Van Gogh, Amsterdam.
Vincent Van Gogh.

Van Gogh no fue el único que pintó este tipo de temática entre los pintores post impresionistas, también Paul Cézanne lo hizo, y no una vez sino varias. Sus cráneos nos recuerdan sus bodegones de frutas, utiliza una gama cromática muy suave propia de su obra y la composición piramidal para mostrarnos, de nuevo, la fugacidad de la vida.

"Tres calaveras", 1905
Intituto de Arte de Chicago
Paul Cézanne.

Como veis Van Gogh fue mucho más que un pintor de trigales y mucho más que un hombre de fuerte y atormentado carácter. Sus disputas con Paul Gauguin fueron habituales, a pesar de que fue este a través de la intermediación de su hermano Theo, marchante de Gauguin, quién le invitaría a formar parte de una cooperativa de artistas idea de Camile Pissarro. Arlés fue el punto de encuentro y allí los más creativos pintores de este momento postimpresionistas dieron a luz a algunas de sus mejores obras. 

"Terraza de café por la noche", 1888
Museo Kröller-Müller, Otterlo (Países Bajos)
Vincent Van Gogh.
Para terminar, he titulado la entrada como esa famosa película, que os recomiendo y que recoge de una manera muy acertada su vida, pero en mi caso, la palabra loco no alude a las dolencias mentales de Van Gogh, sino a sus colores a la explosión de las tonalidades. Este "loco" del pelo rojo estaba loco pero por vivir. 
"El arte tiene la bonita costumbre de echar a perder todas las teorías artísticas" (Marcel Duchamp)