lunes, 12 de agosto de 2019

El ídolo eterno de Auguste Rodin.





Si cito a Auguste Rodin (1840-1917), seguro que a vuestra cabeza acudirán diferentes imágenes de este insigne escultor francés, como, "El pensador" o "El beso". De alguna de ellas ya hemos hablado en otra ocasión, así que esta vez, la entrada estará dedicada a una de las mas bellas esculturas: "El ídolo eterno". Una obra que originariamente, y tal y como sucedió con las anteriormente citadas, tenían como destino la Puerta del Infierno, una obra que sirvió de nexo entre el arte de fines del S.XIX y principios del siglo siguiente. Una obra que entronca con el Simbolismo propio de la época pero a la que, como era habitual en el escultor francés, se privilegia la forma por encima del contenido. Una forma que llama a la sensualidad, al erotismo, de una pareja en la que el hombre se rinde a la figura femenina. Una figura, la femenina, que va a ser propia del mundo del movimiento Simbolista. La femme fatale. El símbolo de la mujer que destruye a quien ama. Pero también la mujer se convierte en símbolo de otros conceptos como el de la esperanza, en el caso de Pubis de Chavannes. Gustave Doreau utilizará a una mujer etérea y mística pero altamente sensual para representar temas religiosos como el de Salomé con la cabeza del Bautista en "La aparición". En el caso de Rodin y de esta escultura, aunque la mujer encarne la idea de la mujer fatal, aparece representada de una forma mucho más dulce e idílica, su rostro es sereno y complaciente, su belleza no es turbadora, como la de Salomé, cargada de erotismo, es más bien relajada y tranquila. Y esa relajación del rostro se trasmite al resto de la obra. Contemplándola tenemos la sensación de un amor pausado, sin prisa, que se toma su tiempo, la pasión no desborda de los personajes. Una serenidad que trasciende, a través de la perfección de las formas que encuentran su correspondencia la una en la otra. Los personajes, no se tocan, únicamente ella lleva su mano izquierda hacia él, y él sumiso, lleva los brazos hacia atrás, como en un pacto de no tocarse, pero aún así, nos trasmite una unión perfecta de dos diagonales que forman ambos cuerpos, en un deseo de encontrarse. La de él parte del pie sube por el talón, se introduce en la parte del material sin tallar hasta llegar a los brazos que colocados en esa posición, favorecen la creación de un ligerísimo escorzo, esa diagonal, trascurre por el cuello y llega a la mandíbula, para acabar en la de ella. ¿No es perfecto? La diagonal que forma ella, en cambio, parte de su rodilla y sube hasta la cadera para morir en el hombro que esta en retroceso y que favorece la creación, de nuevo, de otro sutil escorzo. Existen otras líneas que forman ambos amantes, otra parte del talón del hombre, de nuevo, cruza la espalda por su columna vertebral para encontrar su punto de fuga en el punto más alto de la cabeza de la mujer. Como veis, la disposición de los cuerpos no es arbitraria, las líneas que crean ayudan a dar contenido al tema y la sensualidad no emana solo de las figuras también de la composición.


El ídolo eterno. (1890-3)
Museo Rodin (París)

 El ídolo eterno,
 responde al gusto de nuestro escultor de plasmar temas relacionados con el amor, la sensualidad, el erotismo, como se aprecia en otra genial obra, "Paolo y Francesca", ¿os acordáis de esta pareja que en la Divina Comedia, es la única que vuelan unidos y no se dejan llevar como el resto de las almas de amantes que aparecen junto a ellos? En ambas, y en otras muchas, vemos como las figuras emergen del bloque en el que están talladas, las vemos nacer, como si el artista quisiera compartir con nosotros el momento en el que su idea se convierte en arte, en figuras que nacen del frío mármol para trasmitirnos todo el calor de la sensualidad en la que están envueltos. Esta idea de una imagen que surge del bloque, puede estar emparentada con Miguel Ángel, al cual descubre en un viaje a Italia. Como muchos sabréis, el artista romano llegó a decir, que las imágenes ya están presentes en la materia de la que nacen, solo están esperando a que el escultor las descubra. Y eso hace Rodin, las va dejando aflorar, las deja salir del lugar en las que se encuentran, de su imaginación y las busca en la materia. Y así y por contraste nos presenta varias texturas, la  tosca y grosera del bloque, otra intermedia o de transición, donde la superficie se va metamorfoseando para acabar con la última, la más pulida y perfecta de los cuerpos desnudos de los personajes o personaje a los que representa, como se aprecia en "La Tierra y la Luna". Y así nuestros ojos, recorren todas ellas, y gradualmente, dejándonos llevar por las diferentes texturas, acaban sucumbiendo a la belleza de las perfectas, tersas y limpias formas.  Esta forma de presentar las obras, a veces con cierta sensación de no haber sido acabadas, no fueron del gusto de muchos de sus contemporáneos, pero Auguste Rodin, no era un artista más, por eso es considerado el padre de la escultura moderna.

@"La Tierra y la Luna". (1899)
Museo Rodin ( París)

Aún así se le encargaron muchas obras oficiales, entre las que se encuentra la escultura pública de "Los Burgueses de Calais", donde  lo más destacado, es la idea de grupo, ya que no resalta a ninguno de los burgueses sobre el resto, pero en cambio si individualiza las distintas expresiones de los rostros, ante la inminente suerte que estos burgueses van a correr. Si os fijáis en estos personajes, sus estudios anatómico son perfectos, el modelado de los portentosos brazos, las venas que vemos discurrir por ellos hasta llegar hasta las manos que llaman la atención por lo desmesurado de sus proporciones, al igual que los pies. Este estudio anatómico nos recuerda, de nuevo, al insuperable Miguel Ángel. No se a vosotros, pero recordad al David, sobre todo el brazo derecho. Y otro cosa, los pies, también de mayores proporciones, me traen a la memoria, la idea de los exvotos Iberos, los cuales marcaban a través de esta parte del cuerpo, el acto de la llegada, de la presencia en lo santuarios. En este caso sería la llegada, al patíbulo, al lugar en el que estos hombres morirían.

Los Burgueses de Calais. (1889)
Junto a este tipo de encargos, su producción también se pudo admirar en numerosas exposiciones, surgidas a partir de las obras que se presentaron en la Exposición Universal de 1900. 

Volviendo a "El ídolo eterno", el Museo Rodin conserva una copia, realizada en yeso que es escultor conserva, de esta y de otras muchas obras, para posteriormente realizar versiones. Un material con el que el artista trabajaba en algunas ocasiones, no únicamente para hacer los diseños previos, sino también como material final. Algunos dicen que la elección de este material, se debía a su decisión de ir contra las normas impuestas desde los estamentos oficiales, que preferían la escultura en mármol. Este hecho puede ser cierto, pero también discutido, ya que la mayor parte de su producción está realizada en mármol. Como decíamos antes, las figuras proceden de Las Puertas de Infierno, pero Rodin, las unirá para formar un solo grupo que individualizó del todo del que formaban parte, teniendo un gran éxito. El título, se atribuiría después de la realización de la obra, esta o las charlas literarias, tan habituales en la época, contribuirían a dar tan poéticos títulos. 

El ídolo eterno. (1890-3)
Museo Rodin (París)

Como podéis apreciar tras la contemplación de las diferentes obras de arte, el arte es bello en todas su formas, en todas sus disciplinas y variantes, en todas las épocas y en todos los contextos. Enfrentarse a una obra es llevar nuestra mente a un estado emocional perfecto, es suspender el tiempo, es querer tocar y acariciar lo que tenemos delante. 

"El arte tiene la bonita costumbre de echar a perder todas las teorías artísticas" (Marcel Duchamp)