domingo, 19 de noviembre de 2017

De Picasso a Pablo.


"Picasso con Kaboul" (1962)
(Château de Vauvenargues)

Hace unos días me topé por casualidad con una imagen de Picasso, nada novedoso ya que la world wide web está llena de ellas. La fotografía tampoco es nada sorprendente, en ella aparece un Picasso relajado, posando delante de las escaleras del Château de Vauvenargues, residencia a las afueras de Cannes donde se mudó agobiado del ajetreo de la ciudad francesa y dónde será enterrado. El artista va en ropa interior, apoyado sobre su brazo izquierdo lleva un albornoz. La escena se completa con su perro Kaboul, un galgo afgano que aparecerá en varias pinturas de los años 60 en las que Jaqueline, la última pareja de Picasso, será la protagonista, como "Femme au chien Jacqueline avec Kaboul" ( 1962). 


Una imagen nada impactante por lo que se ve, hay otras en las que aparece o bien en ropa interior o en pantalón con el torso desnudo, algo tan habitual como en las que se le ve con su característica camiseta a rayas. Pero si por lo que desprende. Picasso posa despreocupado, con una innata naturalidad, haciéndonos partícipes de esa parte de vida, la privada, de la que tanto se ha hablado y por la que se le ha cuestionado. Su obra nos fascina, pero el trato que tuvo hacia sus iguales, y sobre todo hacia las mujeres que pasaron por su vida cuando dejaba de quererlas, yo siempre me acuerdo del trato que dió a Dora Maar y de su final, hace que nos planteemos como alguien con su capacidad hacia el arte y la sensibilidad que se presupone tienen los artistas, tuviese ese otro lado tan...¿canalla?Pero esta imagen, al igual que muchas otras, hace que nos olvidemos de eso. Aquí desprende familiaridad, nos acerca a un hombre entrañable que disfruta de la vida, de lo ordinario, del día a día y de su amor hacia los animales (además de varios perros también tenía una cabra que campaba a sus anchas). En ella Picasso ha desaparecido para dar paso a Pablo. Y quizá eso es lo que más me sorprendió, en ella ví a una persona "normal", ese halo de gran maestro no está, aunque en cierta manera subyace en la imagen. Esa normalidad es la que destaca David Douglas, el artífice de ésta imagen. 
Pablo Picasso bañándose (8 February 1956)
 Gelatina de plata 20,7 x 25, 4 cm.
Colección Privada © David Douglas Duncan 2011
 Pero si os fijáis bien en ella, en esa segunda lectura en la que yo siempre insisto, nos puede recordar un retrato regio. Busquemos, en el archivo de nuestra memoria, el que Tiziano realiza al emperador Carlos V acompañado de un mastín. Obra que podéis contemplar en el Museo del Prado. Tiziano y años antes Jacob Seissenegger, buscaban dar forma a la imagen propagandística del emperador, una imagen del poder que ostentaba. Seissenegger introdujo en nuestro país el retrato de cuerpo entero, a través de las representaciones reales, aunque Tiziano para las representaciones de los mandatarios era más partidario de los de tres cuartos, algo que no acababa de convencer al monarca. Si al emperador le interesó el arte fue solamente porque a través de él podía difundir y dejar claro quién era. Velázquez, ya en el Barroco, retratará a Felipe IV ( éste sí que fue un gran coleccionista que demostró ampliamente su amor por el arte y gracias a él la escuela española está representada en las colecciones reales que serán el origen del Museo del Prado) igualmente acompañado por un can. Como recoge Alfonso Pérez Sánchez la presencia de los perros en las obras, servía para trasmitir el gusto que los reyes tenían por la caza, y por ende, las características de buen estratega del monarca además de símbolo de fidelidad. ¿Posó Picasso evocando alguna de ellas?¿Quizá la de su admirado Velázquez? ¿O simplemente es una coincidencia sin más?

"Felipe IV cazador" (1632-1634)
Diego Velázquez
Museo del prado

David Douglas Duncan será el encargado de retratar la vida íntima de nuestro artista desde 1957 hasta 1973 cuando Picasso muere. David trabajó como fotoperiodista de guerra para la revista Life. La forma en la que se conocieron no fue casual, casi más nos habla de una admiración, la que Douglas podía sentir por el pintor a través de los relatos que le narraba Robert Capa. Él le animará a conocerle ya que pensaba que podrían hacerse amigos, no se equivocaría. Robert Capa o la amistad que ambos compartieron con él, será la puerta de entrada de David Douglas en la vida de Picasso, ya que éste accede a verle por la amistad que le había unido a Capa, el cual había muerto en Indochina unos años antes. En 1957 David se presenta en Cannes decidido a conocer a Picasso, para ese posible primer encuentro lleva un regalo, un anillo con una inscripción interior "PICASSO-DUNCAN" (como si de amantes se tratase). La historia del anillo es muy curiosa, parece que fue Capa el que le invita a que le llevase algo especial. ¿Pero de dónde provenía ese anillo? Lo que David Douglas cuenta en una de las entrevistas, es que el oro con el que se realiza provenía de unas monedas acuñadas por Alejandro Magno, que estaban en poder de su padre. El encargado de darle forma seria el prestigioso joyero Bulgari. Para personalizarlo mandó que tallaran en una piedra un gallo picassiano. Hay otra historia donde se cuenta que el anillo surge a partir del hallazgo de Douglas, de una cornalina que tiene tallado un gallo.


Anillo regalo de Duncan

Ni corto ni perezoso David se dirige a La Californie, en Cannes, dispuesto a conocerle. Un 8 de febrero de 1957 y conduciendo su Mercedes, David Douglas llega a la vivienda. Cuando se apea del automóvil le recibe Jaqueline Roque, ella le acompaña al piso superior donde Picasso se encontraba tomando un baño, reclamando al fotógrafo a esa estancia tan privada y en un momento tan íntimo, invitándole a que tomase la primera instantánea. La primera de miles. Así comienza la amistad entre ambos. Como él llegó a decir "nos conocimos y nos gustamos". Lo que más le llamó la atención a Douglas de Picasso, además del aspecto de persona normal, como ya he comentado, fueron sus ojos, unos ojos llenos de misterio, quizá "por ello nunca supe que estaba pensando". De él también diría que a pesar de su baja estatura su mirada le hacía enorme. Le retrató de mil maneras dejándonos un impagable documento de su vida y de su modo de vivir, de una vivienda llena de alegría, de niños, de mascotas y de vida familiar. Pero también del proceso de creación de obras que hoy vemos terminadas y admiramos. Le describió como un hombre risueño, que dejaba hacer y se prepocupaba por él. No había tabúes, era todo natural y Douglas consiguió no solo captarlo también trasmitirlo, la parte más difícil y donde se aprecia al buen fotógrafo. Tuvo libertad absoluta para hacer su trabajo y sobre todo respeto y admiración mutua.
Picasso y Jaqueline con Lump.
En ese viaje no solo le regalará el anillo, sino también, a su fiel compañero de viaje, un perro dachshund llamado Lump. Parece que la conexión entre el pintor y la mascota fue tal que cuando Douglas se fue de la residencia, lo hizo solo, su fiel acompañante dejo de serle fiel y de acompañarle al menos durante un tiempo. Lump enfermaría y Douglas se volvería a encargar de él, falleciendo diez días antes de que lo hiciera Picasso, el 29 de marzo de 1973. Como curiosidad Lump, apareció en 15 de las 44  versiones que nuestro genial artista hizo de Las Meninas. Parece que tenía una atracción y carisma que no se limitaba a las personas. 
"Dos visiones de las Meninas"
Óleo sobre lienzo (17/8/1957)
Donado por el artista al MPB

Picasso fue fotografiado por otros grandes artistas como Robert Doisneau o Michel Sima, todos amigos suyos. Por eso quizá vemos a un Picasso relajado, en actitudes habituales y despreocupadas, tales como pintando, descansando o comiendo. Otros como Andrè Villers, nos muestra su faceta más gamberra, la que muestra a Picasso disfrazado de Popeye. Como vemos en todas ellas, nuestro artista gozaba de una gran sentido del humor y sobre todo le vemos disfrutar con lo que hace.

Imagen tomada por André Villers (1957)

¿Y vosotros qué opináis?¿Veis al genio artista o al hombre?

martes, 7 de noviembre de 2017

Joan Miró y el triunfo de una exposición.

"Cartel para la obra Quiriquibú de Joan Brossa" (1976)
Hay artistas que con su simple "presencia", ya sea como eje de una exposición dedicada en exclusiva a ellos o como integrantes dentro de otra, se convierten en un reclamo y la exhibición en un éxito asegurado. Su prolífica obra o las aportaciones que hicieron a la historia del arte, así como el momento artístico e histórico que vivieron junto con sus marcadas y en ocasiones extravagantes personalidades ha hecho de ellos, los favoritos para el gran público y el elemento clave para conseguir recurrencia de visitantes lo que lleva a hacer crecer, de una forma considerable, las estadísticas de asistencia. Los grandes y también los pequeños museos, lo saben y lo utilizan, para ello se sirven de los estudios de público donde éste pone de manifiesto sus preferencias y también en la organización de una exposición temporal, eligiendo artistas y obras que complementen la política del museo y que sean demandadas o gocen de cierto prestigio y cariño por parte del público potencial. Son estudios muy relevantes no solo para elegir al artista y a las obras, sino también las fechas que harán de la exposición el evento más destacado. Fechas que tienen que ver con períodos vacacionales y festivos como las Navidades o fechas que conmemoran aniversarios de nacimiento o muerte del artista o de creación de alguna obra destacada, como ha pasado con "El Guernica". A veces no hace falta ni contar con las obras más importantes o reconocidas, el propio nombre del artista es el que crea el efecto casi mágico de atracción. Dentro de este grupo selecto de "artistas-reclamo" se encuentra Joan Miró. En la actualidad, hay diferentes exposiciones alrededor del mundo que se ocupan de su producción y de lo que significó en el mundo del arte y en concreto del Surrealismo. Muchas de ellas antesala de las que seguramente veremos el año que viene con motivo del 125 aniversario del nacimiento del pintor, escultor y grabador. 
 
El Museo Nacional de Bellas Artes de Argentina, inauguró el pasado 25 de octubre, la exposición "Miró : la experiencia de mirar", con obras prestadas por el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Una colaboración que acerca al público argentino el valiosísimo fondo permanente que posee el Museo. La exposición viajará en el 2018 al Museo de Arte de Lima de Perú. A través de 50 obras de técnica variada y dos filmes, los visitantes podrán conocer cómo el artista mallorquín, abordó sus últimos 20 años de producción artística optando por composiciones simplificadas que le llevaron a reelaborar su obra. Adquiere una especial importancia el simbolismo, que ya había estado presente anteriormente, igual que la figura humana y la naturaleza, pero que ahora simplificará.

"Litografía conmemoración 100 años de la Edit. Mourlot"
 
Más cerca, en la "SME Museo de La Pasión" en Valladolid, se ha inaugurado "MIRÓ. El jardín de las maravillas", (no confundir con el Jardín de las Delicias de El Bosco) centrada en la aportación de Miró a la obra gráfica. Fijaos en el título, es muy explícito de lo que decía antes, para promocionar la expo utilizan el apellido del artista barcelonés, ni siquiera hacen uso del nombre de pila, y lo escriben en mayúscula para llamar más la atención sobre su figura. La exposición hace un recorrido por la obra gráfica del artista desde 1953 hasta 1981, agrupada bajo ese sugerente título. El punto de partida de la muestra es una litografía realizada por Miró para conmemorar el aniversario de creación de la editorial francesa Mourlot. Una editorial entorno a la que los grandes artistas de la vanguardia: Henry Matisse, Georges Braque, Marc Chagall, Pablo Picasso o Le Corbusier y artistas del Pop Art como Oldemburg o James Rosenquist en los años 60, acudieron para crear sus obras gráficas. La editorial fue fundada por Jules Murlot a mediados del S.XIX. Lo más destacado fue la utilización de la litografía y la realización de libros ilustrados, ediciones limitadas y carteles para los museos y centros de Arte más importantes convirtiéndose el atelier, en el lugar en el que el arte del cartel saltó a la fama. Pero será con su hijo Fernand, ya en las primeras décadas del siglo pasado, cuando la imprenta comience a ser foco de atracción para estos artistas que quisieron abrir nuevos caminos utilizando la obra gráfica como un elemento de experimentación y de consolidación de sus ideales artísticos. No se puede considerar, ni se debe, la utilización de las técnicas gráficas como preparatorias para el resto de técnicas en las que destacaron. Mientras que Miró y Chagall fueron los grandes investigadores, Picasso y Klee la dieron la categoría de arte. Joan Miró utilizó la litografía y el grabado como un medio de liberación y expansión, a través de ella buscaba romper los límites que se habían impuesto a las bellas artes. En su obra trataba de conjugar la poesía de sus trazos con la escritura de los poetas equiparando poesía y pintura. Se inicia en la litografía ilustrando un libro de poemas en 1928, como recogió Jacques Dupin, Miró comienza a ilustrar libros en un momento en el que tanto la imagen como la poesía se alejan de la representación naturalista adquiriendo independencia. Su obra gráfica es poesía, dinamismo, liberación, descubrimiento y sobre todo color. Cuando experimenta con el color lo hace utilizando dos planchas, pero en los años 60 descompondrá cada uno de los colores en planchas diferentes (como ya hicieron los maestros del ukiyo-e) superponiendo los colores obteniendo nuevos resultados.


 
En cuanto al montaje de ésta exposición,  insisto en la misma idea que he planteado en entradas anteriores: la disposición de obras en una sala tiene que responder a un mensaje y enriquecer lo que vemos, tiene que contarnos cosas. Las obras que vemos en los museos o salas expositivas, están descontextualizadas y hay que dotarla de significado a través del montaje. Normalmente se suelen elegir diseños atemporales, para que no pasen pronto de moda, pero estamos ante una exposición temporal y aquí hay que arriesgar, tiene que ser impactante y rompedor, con elementos modernos de diseño, teniendo en cuenta, por supuesto, los recursos económicos con los que se cuenta. Estos diseños más modernos, consiguen hacer la expo más atractiva y ayuda a la captación de visitantes. A una exposición no solo vamos a aprender o a contemplar las obras de los grandes artistas, también vamos a experimentar, disfrutar y deleitarnos. Una exhibición es una puesta en escena donde juega un papel destacado cada uno de los elementos que participan, debería ser una experiencia a todos los niveles, que consiga hacernos viajar en el tiempo ya sea al pasado o manteniéndonos en el presente. No solo el espacio condiciona, la obra a exponer también, los grabados presentan un reto, ya que carecen en ocasiones, del poder de atracción que puede tener un lienzo, una escultura o un fotografía. En la mayoría de los casos son obras en blanco y negro que para un tipo de público pueden hacerse más "difíciles" de asimilar. No es el caso de Miró ya que su obra quizá hasta pueda parecernos excesivamente colorista para ver una detrás de otra. Pero quizá el problema que plantea Miró para el gran público, sea la plástica, formas sencillas, planas de trazos y puntos que llegan a la abstracción. Por mi experiencia, cuando el gran público, al que se refería tanto Riviére como Aurora León, se enfrentan a una obra que no entienden, o mejor dicho, en la que no identifican elementos reconocibles, la rechazan, por ello y si queremos conseguir recurrencia de visitantes, la disposición de las piezas tiene que hacerse atractiva. Una exposición debe contar con diferentes niveles de lectura, los mismos que público al que va dirigida. Siguiendo con la idea del color, en este caso debería existir un elemento de ruptura ya que puede producir cansancio visual. Las tonalidades de las obras condiciona en muchos aspectos, es positivo ya que da ritmo, se convierte en foco de atracción, es lo que se denomina el poder del objeto, pero a la vez, como decíamos puede producir cansancio visual. Si vemos obras de colores muy saturados sobre unas paredes blancas e impolutas al final, nuestro ojo lo ve todo igual, ese poder del objeto inicial acaba diluyéndose en la generalidad, ya no hay ninguna obra que nos resulte especialmente atractiva hacia la que dirigir nuestra atención ¿Cómo evitar este cansancio visual y no caer en el desinterés? Creando ritmos pero no solo con el agrupamiento de obras dejándonos llevar por el formato, también y sobre todo, con la iluminación. Aquellas obras más destacadas que sean relevantes por algún motivo, tendrían que tener una iluminación más tenue y especial. Sin olvidar que la iluminación recomendada por las normas emanadas desde el Instituto de Patrimonio Histórico Español (IPHE), para una buena conservación, tendría que ser de unos 50 lux. También hay que tener en cuenta el tamaño de la obra, en una sala tan amplia (y en éste caso maravillosa con múltiples posibilidades) con una luz excesiva, y no dirigida donde no se crea un ambiente acogedor y cálido, el espacio se hace excesivo. Con una luz adecuada y dirigida unida a un juego de colores en las paredes o la compartimentación de espacios a través de paneles móviles que creasen zonas más íntimas y pequeñas, tal y como recoge Michael Belcher o Juan Carlos Rico, se conseguiría la sensación de un espacio más acogedor y pequeño y sería más fácil enmarcar aquellas obras más destacadas en relación con el resto y con la importancia que tienen en la expo y en la producción mironiana. A todo ello hay que sumarle la ausencia de paneles explicativos que nos introduzcan en lo que vamos a ver. Algo positivo, frente a la ausencia de paneles explicativos es la existencia de frases rotuladas en la pared, que son adecuadas ya que nos acercan a las teorías artísticas del autor y que podemos considerar elemento de referencia. También positivo es la distribución por series, pero si no tenemos nada que nos lo indique la visita quedará incompleta. Si tenemos en cuenta la importancia que la obra gráfica tuvo en la producción artística de Miró y lo destacado de la colaboración entre poetas, escritores y pintores y que la expo está enfocada en ello, vemos que aquí esa idea queda diluida, parece un revulsivo sin más, un adelanto de la conmemoración de su nacimiento (ésta exposición también fue utilizada en otras salas, ciudades y países para conmemorar otros aniversarios de nacimiento del artista). Otro elemento a favor de la expo son los marcos de las obras que son todos iguales, dando unidad a lo que vemos.

 
Pero como siempre, os invito a que la veáis y sobre todo, a que no caigáis en esa frase tan manida y ridícula que se oye muchas veces de "esto lo hace mi nieto". Si empezaba diciendo que los grandes maestros del arte son un referente vamos a darles el sitio que se merecen, el de los grandes con magníficas y maravillosas aportaciones artísticas, no solo vamos a valorarles dejándonos llevar por la opinión pública y luego soltar ese tipo de "perlas". No es cierto que "eso" lo haga ni el nieto, ni mi vecina que pinta por diversión, ya que si fuese así habría muchos "picassos" o "mirós" y no les hay. Disfrutad del arte, de los colores, las formas, de los artistas, de lo que nos han legado y de sus aportaciones, pero hacedme un favor: hagámoslo con respeto.
 
 La obra pertenece a la Colección italiana Guido Guastalla, podéis disfrutar de ella hasta el 7 de enero del 2018. 


"El arte tiene la bonita costumbre de echar a perder todas las teorías artísticas" (Marcel Duchamp)