viernes, 14 de agosto de 2015

"Eduardo García Benito. Portadas en Vogue y Vanity Fair"

Que la moda es algo que nos ha interesado desde tiempos remotos, está claro y que los artistas han colaborado en revistas que imponían su estética a la hora de vestir, también. Y ese es el guión de la exposición de la que os voy a hablar "Eduardo García Benito. Portadas para Vogue y Vanity Fair", organizada por la Fundación Municipal de Cultura del Ayuntamiento de Valladolid.

La primera revista Vogue se fecha en 1892, hasta entonces existían crónicas y revistas de figurines en las que la élite encontraba su inspiración, en España fue muy famosa durante el S.XIX la revista La Moda Elegante. Pero volvamos a los artistas, que es nuestro tema, tanto para Vogue como para Vanity Fair o Harper's Bazzar trabajaron fotógrafos de la talla de Cartier-Bresson, Michel Sima o Richard Avedon. La utilización de la fotografía en revistas tan conocidas y difundidas sirvió de ayuda a esa técnica que muchos no consideraban aún un arte. Fijaros hasta 1962 la fotografía no formó parte de las colecciones museísticas, no existían exposiciones dedicadas a fotógrafos, será el MOMA, con Richard Scarkowski a la cabeza quien organiza la primera exposición fotográfica en un museo. Gracias a sus esfuerzos y a los de otros hoy la fotografía tiene su sitio en colecciones y exposiciones y es considerada una más de las Bellas Artes. Vogue fue la primera revista que publicó una fotografía en portada. Para ellas también trabajaron artistas tan famosos como Dalí, Miró o Andy Warhol, por citar algunos y el artista objeto de ésta entrada Eduardo García Benito el cual desde 1923 residirá alternativamente entre París y Nueva York.

En las décadas de los años 20 al 40 el artista vallisoletano participó en la realización de las portadas de ambas revistas. En un principio su obra resultó a Condé M. Nast, fundador de la empresa, interesante y atractiva, en ellas reflejaba las influencias del Cubismo y del Constructivismo por la utilización de formas geométricas muy estilizadas que influyeron en el nuevo ideal de moda americana y también en el desarrollo del Art Decó (último movimiento donde se habla de obra de arte total). Su estilo alcanza gran personalidad a partir de 1926 cuando introduce el mínimalismo en cuerpos con cabezas y cuellos alargados en fondos sencillos de 1 o 2 colores, que fueron llamadas "La Gran Cabeza". Su obra nos recuerda a Brancussi y los rostros africanos de Modigliani. Éstas portadas se convirtieron en el ejemplo más claro del Art Decó y encumbraron a García Benito al éxito americano. Pero nadie tiene la fórmula del éxito perpetuo y lo que hasta entonces gustaba acabó por cansar. A partir de 1929 Condé Nast, concretamente el nuevo director artístico de las revistas, el Dr. Agha, hizo evidente el cansancio de las formas geometrizadas y aunque afirmaba que la obra del vallisoletano era "buen arte", pero el diseño carecía ya de humanidad. Entre 1939-40 siguió colaborando con las publicaciones, comenzó a utilizar formas más libres, menos construidas que le acercaron al Expresionismo. Aunque siguió colaborando hasta los años 50 para Vogue Francia, nunca volvió a gozar del liderazgo que consiguió en los años 20 en el mundo de las revistas.
En sus obras confluyen no sólo la moda de una época concreta, la de los felices o locos años 20, también el lujo, la diversión, es decir, una forma de vida. Pero también la estética que se desarrollaba en las obras pictóricas, la decadencia tras la crisis del 29, el guiño que hace a nuestra estética a través de la introducción de algo tan español y tan devaluado como la mantilla o la peineta. Todo eso lo podemos ver a través de las más de 50 portadas que se muestran en la exposición organizada en la SME de la casa Revilla de Valladolid hasta el 30 de agosto.

Eduardo Garcia Benito, o Benito como él firmaba, es un artista que desarrolla en cada momento el estilo imperante, un artista ecléctico que supo conjugar todos esos estilos vanguardistas desde el Fauvismo al Art Decó, todo ello con buen gusto y con un colorido que acompaña a las formas haciéndolas más geométricas o estilizadas dependiendo del momento. Tomó elementos de otros artistas los cuales aparecen de una forma clara en algunas de sus obras e inmediatamente nos viene a la cabeza obras muy famosas de los artistas en los que se basa, por ejemplo Cézanne cuando compone con el color, o incluso alguna forma de Picasso, por ejemplo en una de las portadas de la exposición, el motivo principal es una paloma muy estilizada casi picassiana. Esto no resta valor a su obra, nos permite comprobar como los artistas estaban al tanto de lo que se hacia y a pesar de las innovaciones el momento en el que se vive propicia unas formas u otras. Aún así supo unir las diversas influencias y darlas un estilo personal. Un estilo basado en la utilización del color pero hay composiciones, temas, formas que recuerdan de una manera muy obvia a grandes artistas. Aunque en las portadas es donde más original se muestra.
De la exposición destacaría el perfecto recorrido documental por una época determinada, la técnica y plástica artística, los tips que introduce, los cambios a los que se ve obligado. El montaje expositivo en cambio, es lineal, anodino, fácil pero poco atrayente, es verdad que la sala impone el discurso y deja poco margen para crear un diseño más acorde con el tema que trata. Pero independientemente de eso, las obras atraen por si solas debido a la utilización de los colores y de las formas, además del momento social que plasmó.
 
 
Sala Municipal de Exposiciones De La Casa Revilla (Valladolid)
 
Hasta el 30 de agosto
De martes a domingo de 12 a 14 y de 18:30 a 21:30
Lunes cerrado

 






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"El arte tiene la bonita costumbre de echar a perder todas las teorías artísticas" (Marcel Duchamp)