En 2001 a Manolo Blahnik, un canario de Santa Cruz de la Palma, le otorgaron la más antigua y alta distinción del diseño de moda en nuestro país: la Aguja de Oro. Una distinción hoy extinta después de que en el 2007 el Ministerio de Cultura decidiese hacerse cargo del otorgamiento del premio. Antes de esa extinción el citado Ministerio realizó una exposición para conmemorar los 25 años del galardón mostrando, cómo éste, fue adquiriendo cada vez más importancia en paralelo al reconocimiento de la moda como elemento fundamental, no solo a la hora de vestir, sino sobre todo como producto de la creatividad del autor. El premio fue sustituido por el Nacional de Diseño de Moda que nació en 2009, tres años más tarde el canario volvió a hacerse merecedor de ésta distinción. Pero no solo le han reconocido en su país de origen, también Estados Unidos y Reino Unido le han obsequiado con los más importantes premios. Todos ellos reconocen la labor de un artesano que mima cada una de sus creaciones convirtiéndole en el hombre más influyente de nuestro tiempo. El primero en utilizar sus diseños en 1972, fue Ossie Clark ¿os acordáis que en una entrada anterior nos referíamos a él, ya que junto a su mujer son los protagonistas de una obra realizada por David Hockney la cual tiene muchas concomitancias con el Matrimonio Arnolfini de los hermanos Van Eyck? Ossie era uno de los diseñadores más importantes del momento el cual le propició el empujón que necesitaba. Un año más tarde Blahnik abriría su primera tienda y después de esa otra y otra, un proceso imparable que ha hecho que la marca esté presente en todos los rincones del mundo. Unas líneas atrás le he denominado como artesano y es que Manolo, aprendió los rudimentos del oficio de una manera artesanal, visitaba las fábricas y hablaba con los operarios, los patronistas, con todo aquel que estuviera involucrado en la fabricación, sacando sus ideas y la forma de hacer. Y esa forma artesanal la traspasó a sus creaciones, dándolas el status de arte, retoca con sus manos, tal y como haría un artesano, las hormas y los tacones. Un artesano que se convierte en artista cuando dibuja concienzudamente cada uno de sus diseños, plasmando la idea, el concepto. Por eso los dibujos que realiza de cada uno de sus modelos, son casi tan importantes como el producto una vez terminado. Los dibujos guardan su creatividad y el material embellece la noción plasmada en un trozo de papel.
Los diseños también forman parte de la exhibición titulada "Manolo Blahnik. El arte del zapato", una exposición itinerante que ya ha podio verse en el Hermitage de San Petersburgo entre otros. La muestra se dividide en 6 secciones que nos muestran las fuentes de inspiración del diseñador. La naturaleza, el arte o la arquitectura así como la geografía se alían para ofrecernos zapatos meticulosos, tanto como su creador, que busca las proporciones y la armonía en cada uno de ellos, tal y como hicieron Praxíteles o Fidias al realizar sus esculturas y que serán estudiadas por Blahnik buscando traspasar, la perfección del arte griego, a creaciones contemporáneas y totalmente diferentes en cuanto a su uso. Por esa búsqueda de la proporción también se interesa por la arquitectura barroca o por la de la Bauhaus encabezada por Walter Gropius y donde el racionalismo y la búsqueda del "menos es más", idea en la que destacaría Mies Van der Rohe, también se dejará sentir en el canario. Pero también la obra de Rafael Moneo, afectada así mismo de racionalidad, proporcionalidad en los volúmenes y claridad compositiva. El arte, los maestros del pasado son y serán fuente inagotable de inspiración para cualquier sector dentro y fuera de las Bellas Artes y Blahnik se deja influenciar por la obra de Zurbarán, de Goya, por el colorismo de la obra de Matisse, el cubismo picassiano, la abstracción de Malevich y del Suprematismo ruso; así como las formas redondeadas y perfectas de las esculturas de Henry Moore. Pero sus creaciones son volátiles, etéreas, flotantes, aerodinámicas como los móviles de Alexander Calder. Calzar unos "Manolos" no es solo lucir unos zapatos de calidad excelente, es llevar en los pies un resumen de los mejores momentos de la historia del arte, son una recopilación de formas, colores, diseños, ideas y conceptos que revolucionaron las dos y las tres dimensiones y que ahora sirven para revolucionar un complemento que se ha convertido en fetiche de muchas y muchos.
El recorrido continúa con la colección que realizó para la película María Antonieta dirigida por Sofía Coppola en 2006, y que documentó pormenorizadamente buscando la fidelidad al modelo. Quería plasmar una época donde primaban los colores pastel, la suavidad, las telas delicadas y que mejor que volver a los artistas del momento, a Watteau, Fragonard o Sir Joshua Reynolds. En ellos encontró el hedonismo que caracterizó el espíritu del Rococó.
La exposición está organizada por la revista VOGUE la cual será fundamental en el recorrido y difusión de sus diseños. De la mano de Paloma Picasso conoció a Diana Vreeland, editora de moda en la revista. Si VOGUE encumbró a Manolo Blahnik, Diana Vreeland lo hizo con la revista, ya que hasta que ella no se puso al frente en los años 60 del siglo pasado, el magazine apenas era relevante.
Una exposición, en definitiva, que sirve para adentrarnos en el mundo del diseño, de la moda como elemento fundamental en la sociedad de todos los tiempos y que alcanza su punto culminante en la actualidad, en como ha ido evolucionando, en las relaciones que se han establecido entre revistas, diseñadores y editores. Es la exposición de Manolo Blahnik, pero a través de ella, podemos adentrarnos en la importancia que VOGUE tuvo en la difusión de otro tipo de moda, los importantes fotógrafos y artistas que trabajaron para ella, en la figura de Diana Vreeland que consiguió todos esos logros tanto para VOGUE como para Harper's Bazaar; en la figura de Ossie Clark, reputado diseñador de los años 70 en el cual las grandes figuras de la música y de la sociedad confiaron para dejarse hacer; de la importancia de pintores y escultores y artistas en general, de esa unión que existe entre todas las facetas artísticas que en el caso de la moda rebasa la simple banalidad para llegar a estados estéticos más altos. Una retrospectiva que no nos dejará indiferentes si tenemos algo de curiosidad. Como siempre varias lecturas entremezcladas pero separadas para que elijamos con cuál de ellas queremos quedarnos, cuál nos aporta más, o con todas esas lecturas.
Os preguntaréis ¿por qué el Museo Nacional de Artes Decorativas realiza una exposición de moda cuando por la temática podría hacerse en el Museo del Traje-CIPE? Pues hay una razón, una la que da la organización, concretamente la comisaria Cristina Carrillo de Albornoz: " El Arte de los zapatos” es una apología al artesanado elevado a la categoría de arte, en el contexto de un mundo mecanizado. Una exposición en pura armonía con el espíritu del Museo Nacional de Artes Decorativas”. Pero a ésta podíamos añadir que los museos han roto los límites, no solo introdujeron al espectador dentro de ellos, le hicieron participe y sujeto activo de sus políticas, también a la sociedad en la que se inscribía, a la arquitectura, el urbanismo todo ello fue conformando una idea dinámica de lo que es un museo. Pero además ha roto el encasillamiento de sus colecciones, de su temática. Los museos nacionales se caracterizan por su especificidad, eso es lo que les hace únicos, pero las piezas pueden verse de muchas maneras, tienen muchas lecturas, la del propio objeto como elemento histórico por su pasado, artístico por la estética y la belleza, cultural en relación con el devenir que ha tenido en las diferentes etapas por las que ha ido pasando y en la relación con el uso que de él hicieron. Todas esas lecturas, que van formando la idea del tan complicado término de Patrimonio, y otras muchas más, hace que podamos verle en casi cualquier tipo de museo, eso sí sabiendo potenciar la idea que le hace, en ese momento, idóneo para ese museo.
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