martes, 4 de diciembre de 2018

Leyendas mitológicas en el arte y en nuestras vidas.


El Olimpo. Batalla de los gigantes, 1764
Francisco Bayeu (1734-1795)
Museo del Prado, Madrid.
¿Sabéis por qué se emplean palabras como odisea o por qué utilizamos la expresión canto de sirenas cuando nos referimos a algo que se nos antoja seductor pero que esconde algo oscuro de lo cual no nos fiamos? ¿O quién fue el Can Cerbero y por qué se les llama así a los porteros de fútbol? En este caso utilizaríamos el término cancerbero. ¿O por qué cuando hablamos de nuestras debilidades decimos que es "nuestro talón de Aquiles" y cuando obtenemos un logro inútil decimos que es "una victoria pírrica ? ¿O qué era la manzana de la discordia, que además da título a mi blog? ¿O por qué a las personas que se gustan mucho las llamamos narcisistas? ¿O por qué cuando oímos nuestra voz que se repite y pierde en la lejanía hablamos del eco? ¿O quiénes eran las arpías y por qué se denomina así a las personas que tienen malas intenciones? ¿O por qué se utilizan cipreses en los caminos que nos conducen a los cementerios? Para encontrar la respuesta a estos interrogantes, deberíamos remontarnos a la Antigua Grecia y a la creación de los mitos por parte de los habitantes de esta isla.

El rapto de Europa, S. IV a.c.
Museo del Louvre, París.

Cuando en mi época de estudiante, escuchaba a mi profesora de mitología clásica, describirnos los diferentes mitos o contarnos historias sobre los dioses, que enamorados de mortales, abandonaban el Olimpo para bajar a la tierra y adoptando diferentes formas, ya fueran humanas o animales, intentaban seducir a los humanos o la lucha de los Titanes o ¡los castigos! exagerados y eternos que imponían a diferentes personajes para recordarlos que la desobediencia hacia ellos tenía una cruel penitencia, al escuchar todas esas historias, me quedaba boquiabierta. Me imaginaba como debió de ser el sufrimiento de Ticio, hijo de Júpiter y Elara, condenado a que su hígado fuese devorado una y otra vez por un águila durante toda la eternidad en el Tártaro. El mismo castigo le impuso Zeus al titán Prometeo, por robar el fuego eterno y dárselo a los hombres. Pero ¿qué significado tenía el fuego para que Zeus se enfadase tanto? El fuego era el raciocinio, la inteligencia. El dios del Olimpo, no contento con castigar a Prometeo, el más inteligente de los titanes, decidió castigar también a toda la humanidad y lo hizo a través de Pandora. ¿Cuántas veces habéis oído la expresión "la caja de Pandora"? Pandora fue la primera mujer sobre la tierra, creada por Hefestos (Vulcano) según orden de Zeus. Pero este no la hace de forja y fuego, sino que la modela de barro y lágrimas, es decir, de dolor y pena. Cada uno de los dioses la dota de un don, de ahí su nombre y la regalan un phyto, que por una mala traducción en el S.XVI, convertirían en caja. Este phyto no podía abrirse, pero los dioses, dotaron a Pandora también de la curiosidad y esta, será la que haga que ella abra el recipiente. Cuando lo hace comienzan a salir todos los males, rápidamente cierra el phyto quedando solo en su interior la esperanza. La lectura es fácil ¿no? Mientras que Prometeo do a los hombres el raciocinio,  los dioses les otorgaron una vida salpicada de elementos negativos, pero ante las adversidades, siempre nos quedará la esperanza, lo único que no se escapó de la vasija. Cuando decimos que se ha abierto la caja de Pandora, nos referimos a que están saliendo a la luz, secretos o elementos que no debían descubrirse y que van a traer cosas poco positivas. ¿No os recuerda otra historia en esta ocasión relacionada con el catolicismo? Como último dato en esta historia, os diré que Prometeo fue liberado de su castigo, pero la argolla que le sujetaba a la roca para que no huyese, se convirtió en un anillo que de por vida le recordaría su penitencia. ¿Qué curioso lo del anillo, no?

Ticio, 1565
Tiziano Vecellio (1490-1576)
Museo del Prado, Madrid.

Escuchando estas historias, llenas de violencia, amor, celos y traiciones, me di cuenta que realmente los mitos clásicos y las explicaciones que los griegos daban a los asuntos que les preocupaban, aún estaban muy presentes en nuestras vidas y sobre todo, que no nos eran tan ajenas, ya que a través de ellas cobraban sentido algunas expresiones y actos. Los hombres de la Antigüedad crearon historias míticas para buscar un sentido a todo aquello que les preocupaba y que tenía que ver con la sociedad y sus valores, con lo político, con las relaciones familiares o con el  más allá, con lo espiritual y el mundo de las creencias. 


Dánae, 1612
Artemisia Gentileschi (1593-1654)
Saint Louis Art Museum, Missouri. 

¡Las tramas que urdían eran impresionantes! Cuando hablamos del Olimpo, nos lo imaginamos como un lugar paradisíaco, tranquilo, lleno de bondades, pero conociendo como se las gastaban sus moradores, más se nos asemeja a un lugar lleno de envidias, deseos y venganzas. Quizá por ello, la mitología se convirtió en una fuente inagotable, de la que los artistas de todos los tiempos, podían nutrirse. En España, esta temática, comienza a desarrollarse durante el Barroco. Entre los artistas españoles que cultivaron este tema, destacan Ribera y sobre todo Velázquez, el cuál abarcó todos los géneros imperantes en su época. Y así, de su primera etapa, nos ha dejado una bella obra, "La fragua de Vulcano". ¿Os acordáis de la obra? Vulcano o Hefestos, era el dios menos agraciado del Olimpo, pero eso no fue impedimento para que se casase con la más bella, con Venus. La historia sería genial, el triunfo del amor por encima de lo físico y por fin podríamos aplicar esa frase tan manida como incierta, de que la belleza está en el interior, pero no. Venus además de bella era adúltera, pero como todos los dioses, ahí tenéis a Zeus, que adoptaba todas las formas posibles para llevar a cabo sus conquistas ¡hasta en polvo de oro se convirtió para poseer a Dánae! Siguiendo con Vulcano y Venus, Velázquez recoge el preciso momento, narrado por Ovidio en Las Metamorfosis, en el que Apolo se encuentra en el taller de Vulcano haciéndole sabedor del engaño del que estaba siendo objeto. El dios del fuego y de los herreros, parece sorprendido por la noticia, sus ojos desorbitados así lo manifiestan, al igual que los rostros incrédulos de los cíclopes que le acompañan. Esta forma de representar a los personajes, como sorprendidos en la realización de sus tareas cotidianas, era además muy propia del Barroco. Si seguís mi blog, ya sabéis la admiración que en mi causa Velázquez. Esta admiración no es solo por la plástica o las aportaciones a la técnica y a la historia del arte, lo es también, porque a pesar de que buscaban la representación de la verosimilitud, Velázquez nunca se recreó en lo desagradable o en las deformidades de los personajes que representaba. En esta obra podía habernos mostrado a Vulcano, como nos le describe la mitología en su aspecto físico y recrearse, a través de él, en el hecho lastimoso del engaño que estaba sufriendo. Pues bien, nuestro pintor evita el morbo o el drama, obvia el momento de indignación por el que está atravesando, no existe un solo rasgo de humillación, ni en su físico ni en la vivencia por la que atraviesa. Solo ligeramente, nos deja ver que Vulcano sufría de cojera y lo hace muy sutilmente, sin recrearse, lo podéis apreciar en la disposición del torso el cual crea una ligera diagonal desde su hombro derecho hacia su cadera izquierda. Incluso a los cíclopes les dota de dos ojos, cuando la mitología nos relata que solo tenían uno. La delicadeza no solo en el tratamiento del tema o en la captación de los personajes, también en las poses que adoptan cada una de las figuras de la composición, nos hablan de un gran maestro. ¡Cómo veis el amor no solo mueve el mundo, también hizo tambalear el Olimpo!

La fragua de Vulcano, 1630
Diego Rodríguez de Silva y Velázquez (1599-1660)
Museo del Prado, Madrid.

Pero no solo la pintura se adueñó de estos temas, también lo hizo la escultura. Gian Lorenzo Bernini nos dejó un soberbio ejemplo de la historia de Apolo y Dafne, la cual para no ser capturada por Apolo y en el preciso momento en el que la está dando alcance, se convierte en laurel. Bernini capta perfectamente la expresividad en el rostro de Dafne, así como las calidades de los cuerpos jóvenes, tersos, bellos y delicados, en contraposición con la dureza y el tacto áspero del árbol en el que la ninfa se está convirtiendo. Bernini utiliza un solo material, el mármol, pero sabe como darle las características propias de cada elemento. Entre sus obras también labraría el colchón sobre el que descansa una bella obra, la "Hermafrodita dormida", que se conserva en el Museo del Louvre.

Apolo y Dafne, 1625
Gian Lorenzo Bernini (1598-1680)
Galería Borghese, Roma.

Hermafrodita o Hermafrodito, era hijo de Hermes y de Afrodita o de Mercurio y Venus en la mitología romana. La leyenda cuenta, como la ninfa Salmacis se enamoró de él, pero este la rechaza aunque acepta bañarse en su pozo. Ella decide bañarse junto a él con un objetivo, abrazarle y rogarle a los dioses quedarse unida a él por siempre. El deseo se hizo realidad y así nació Hermafrodita, uniéndose en un solo cuerpo ambos sexos. El museo parisino conserva una copia griega del S.II a.c, donde apreciamos la voluptuosidad de las formas de Hermafrodita, representada como un ser bisexual. De la obra destaca, además del tema, la perfección formal, lo sensual del personaje que recostado sobre la cama nos muestra sus formas mitad hombre mitad mujer, mientras que vuelve su cabeza hacia un plano posterior, si rodeamos la escultura podemos ver su delicado rostro. A favor de la sensualidad, juega de nuevo, la utilización del mármol y el uso de una sábana enredada en las piernas de Hermafrodita.

Hermafrodita dormida
Copia griega
Museo del Louvre.

















Unas líneas más arriba os preguntaba sobre el eco. ¿Quién fue Eco y que relación tiene con la voz que en la lejanía se repite y acaba desapareciendo? Eco era una ninfa de cuya boca solo salían bellas palabras a la cual Hera castigo dejándola sin voz y a repetir, únicamente, la última palabra que su interlocutor dijera. Por ello, la ninfa decide recluirse en un apartado lugar y allí se enamora de Narciso. Ella ayudada de los animales del campo le declara su amor pero Narciso la rechaza, por ello, la ninfa decide recluirse en una cueva alejada de todos. Algunas versiones cuentan que es Eco quién decide vengarse de él, otras que es Némesis la que lo castiga. Pero en ambas, el deseo o el castigo, es que este se enamore sin ser correspondido por rechazar a todas las que hasta él se acercaban. Ese deseo o castigo se cumplió, de nuevo. Narciso se enamoró, sin saberlo, de su propio reflejo en el agua, debido a ello, su amor era imposible. Ahora ya sabéis de donde proviene el término narcisista aplicado a alguien que se gusta mucho. Narciso estaba desesperado de que el joven que veía y habitaba el río no le correspondiese a su amor. Cada día, se acercaba hasta el mismo lugar para estar cerca de su amado e intentar conseguir su propósito. Pero un día, se inclinó tanto hacia el agua para poder acercarse más al joven que veía, que cayó muriendo ahogado. En ese mismo lugar nació una flor a la que dieron el nombre de Narciso. La leyenda cuenta que mientras que Narciso estaba absorto en la contemplación de su reflejo, en la lejanía, se oía a la ninfa Eco repetir su nombre. 

Así que, si en algún momento escucháis, como a lo lejos resuena vuestro nombre, pensad que quizá es algún enamorado al que olvidasteis y que aún os llama.

Narciso, 1599
Caravaggio ( 1571-1610)
Galería Nacional de Arte Antiguo, Roma (Italia)


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"El arte tiene la bonita costumbre de echar a perder todas las teorías artísticas" (Marcel Duchamp)