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"Gods of Earth and Heaven" (Joel-Peter Witkin, 1988) |
El arte suele ser sinónimo de belleza o al menos es una característica que muchos han buscado en él a lo largo del tiempo, incluso en la actualidad. Nos atrae lo bello, salvo excepciones, nos complace lo agradable, aquello a lo que le presuponemos positivismo. Los griegos sabían mucho de como conseguir la belleza a través, no solo de rostros y cuerpos perfectos y jóvenes, sobre todo mediante la búsqueda de las proporciones, de la armonía y del canon. Pero no solo de la belleza ha vivido y vive le arte y el hombre, ya que en paralelo a las imágenes bellas, con las que nos han deleitado casi desde el principio de los tiempos, surgió lo feo lo cual rechazamos de inmediato. Lo caótico y lo oscuro que va unido a lo repulsivo no era de nuestro gusto, o del gusto de nuestros antepasados. Cuando hablo de lo oscuro, podemos pensar en los colores y no estaríamos equivocados, ya que social y culturalmente las tonalidades negras, marrones, grises u ocres nos trasmiten la sensación de poco agradable, de algo negativo. Muchos fueron los pintores que se sirvieron de los tonos oscuros, como Goya en sus célebres "Pinturas Negras" para trasmitirnos lo macabro, la hechicería, los tabúes de una sociedad y también su propio estado de ánimo. En algún lado, que no quiero recordar, he leído que Caravaggio, debido al uso que hacia de la luz buscando el claroscuro, y por el tipo de modelos que utilizaba en los cuadros religiosos, como prostitutas o mendigos, estaba dentro del grupo de artistas llamados por algunos, macabros. Ésta idea, yo la calificaría de barbarie. Las obras de Merisi tienen rojos impresionantes como el del vestido que cubre el cuerpo muerto de la Virgen y cuya modelo fue una prostituta que murió ahogada en el río, amarillos que trasmiten calidades y luz, luces perfectas rebosantes de vida y de belleza. El tenebrismo no nace para dar primacía a los tonos oscuros, sino para crear dramatismo debido al contraste y potenciar la luz. Los contrastes también son bellos y ambos, la luces y las sombras se necesitan.
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"El aquelarre" (Francisco de Goya, 1823) |
A través de conceptos como lo bello y lo feo se buscaba realmente ahondar en lo bueno y en lo malo, trasmitirnos valores de bondad en las imágenes bellas y de maldad en las feas, grotescas, macabras o protagonizadas por personajes de dudosa reputación o marginados de la sociedad (algo que Caravaggio no tenía en mente). Estructuras mentales que valieron al arte románico y gótico, o más bien a los clientes de los artistas, en éste caso la iglesia, para trasmitir enseñanzas morales y religiosas. Ambas ideas eran y quizá sigan siendo, necesarias para la existencia de una y otra, como las luces y las sombras, son la antítesis pero también la complementariedad. Escritores como Umberto Eco se ocuparon de la presencia de lo feo en el arte en "Historia de la fealdad", donde después de analizar las ideas y características que van unido a lo feo terminará afirmando que la fealdad también es bella. Recordemos que si hay algo que es totalmente subjetivo eso es la belleza.
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"Portrait of a Dwarf" (Joel-Peter Witkin, 1987) |
Hay muchos artistas que se complacieron en la plasmación de lo feo, pero no por el mero hecho de mostrar algo que no fuese agradable a la vista, sino más bien, en algunos casos, como el elemento reivindicativo hacia una sociedad hipócrita. Los bufones, los enanos, los seres contrahechos o las mujeres barbudas fueron en el S.XVII centro de atención para artistas como Velázquez o Ribera, tratados con la dignidad que cualquiera debe tener independientemente de su aspecto físico. El sevillano no buscará recrearse en lo feo o diferente, solamente mostrar una realidad con la que los reyes se divertían. Ejemplos hay mil pero yo quiero rescatar a un fotógrafo, totalmente desconocido para mí, hasta que hace unos días el Museo Reina Sofia colgó en su perfil de Facebook, una instantánea suya, me refiero a Joel-Peter Witkin. Indagando en su obra, porque yo no solo escribo por “diversión”, también y sobre todo lo hago porque me gusta profundizar en artistas y en obras, así como en las relaciones que se establecen entre diferentes estilos, momentos, creadores y creaciones o las influencias que percibimos a lo largo del tiempo, entre otras. Y para profundizar y presentar un trabajo digno, investigo, estudio y busco estrujándome las neuronas para llegar a componer una entrada interesante y atrayente, en donde mi opinión, partiendo de la objetividad de una obra, es parte fundamental. Como decía, indagando en su obra encontré elementos interesantes que me animaron a escribir ésta nueva entrada. Lo primero que me recordó fue a un fotógrafo, del que ya hablé anteriormente llamado Paolo Ventura y que a su vez, alguna de sus imágenes, remiten a una película “Freaks” (1932) de donde proviene la palabra freaky, película que en España se llamó “La parada de los monstruos”. Un film donde aparecían personajes muy similares a la mujer barbuda que José Ribera plasmó en un lienzo. Una mujer que formaba parte de una feria, con la cual viajaba de ciudad en ciudad exponiendo su rareza. Los circos o las ferias del S.XIX serían el otro elemento que uno recuerda al ver sus instantáneas. En esas ferias se exhibía lo anómalo, lo diferente como por ejemplo a los famosos gemelos de Siam o a hombres de gran estatura, como Agustín Luengo, el gigante extremeño, cuyo “vida” y muerte fue comprada por el Doctor Velasco, creador y director del actual Museo de Antropología creado a finales del S.XIX. Os recomiendo la lectura de la historia del Doctor Velasco un antropólogo físico que sentó las bases de la Antropología en España.
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"Night in a small town" (Joel-Peter Witkin, 2007) |
Joel-Peter Witkin (Nueva York, 1939) comienza a fotografiar con 17 años, ésta primera imagen nada tiene que ver con el trabajo que posteriormente desarrollará. En ella, un rabino que aseguraba haber visto a Dios, se convertirá en su modelo. Y es que las vivencias de Witkin, aquellas que se quedan en su retina van a formar parte de sus fotografías o influir poderosamente en ellas. Entre los hechos que le influyen para desarrollar un tipo de imágenes que podíamos denominar grotescas y macabras, donde prima lo repulsivo y en las cuáles mezcla imágenes de muertos con personajes deformes y objetos de deshecho, se encuentra lo que vería en la Guerra de Vietnam (1960-4).
Como muchos otros fotógrafos Witkin participó en la guerra vietnamita como fotorreportero. Conflictos que de una manera u otra y por la dureza de sus vivencias quedaron reflejadas en sus obras. Pero no solo influirían elementos personales, su obra trasmite el influjo de pintores de la época victoriana que se pasaron a la fotografía cuando esta aparece en 1839, y que traspasan también su forma de hacer en la pintura. Nace así una fotografía pictorialista de estudio con mucho atrezzo, que podemos ver en las imágenes de Oscar Gustave Rejlander, Henry Peach Robinson, Julia Margaret Cameron o Diane Arbus. Esta última, una fotógrafa americana que busca en lo estéticamente menos aceptado, en los desplazados y marginados a los protagonistas de su objetivo, ha sido llamada la "cronista de los freaks", pero ella no se recreaba en lo "diferente", no cruzaba el límite, quizá por ello fuese más impactante ya que mostraba el lado humano que otros fotógrafos no captaban. Witkin, al igual que hizo Rejlander, realizaba sus composiciones partiendo de bocetos previos. Primero preparaba físicamente la escena distribuyendo los diferentes objetos, personajes o elementos que van a formar parte de ella. Tras ello tomaba la fotografía, tal y como también hace Paolo Ventura. El negativo surgido de ella es alterado a través de diferentes emulsiones para al final darle una tonalidad que vira al sepia o al selenio. Obtiene así imágenes mucho más asombrosas que parecen trasladarnos a una época anterior, pero al mismo tiempo, nos hace suponer la irrealidad de lo que estamos viendo. Si el resultado final fuese una fotografía en color, lo captaríamos como algo real, como algo que ha sucedido y el impacto que causaría en nosotros sería diferente, quizá lo reflejado en ellas nos causase compasión, nos haría recapacitar, nos incluiría en la escena haciéndonos participes de ella. Algo similar hace Pablo Genovés en la captación de sus imágenes.
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"The Kiss" (1982) |
Su obra más icónica se titula "The Kiss", vista así sin saber nada de ella nos puede parecer hasta reivindicativa del amor entre dos personas del mismo sexo, si nos acercamos y fijamos un poco más podíamos pensar que es un juego, como aquellas obras que surgieron del desarrollo del método paranoico crítico daliniano, en la que se buscaba la doble lectura: lo que veíamos y lo que realmente era. Pero la realidad es mucho más cruenta. Recordad, unas líneas más arriba hablaba de las vivencias que influyeron en su obra, pues ésta es una de ellas. Lo que Joel-Peter Witkin capta es un episodio que le sucedió cuando solo tenía 7 años. El niño acudía a misa junto a su familia y su hermano mellizo, llegando casi a la puerta de la iglesia escucharon un gran estruendo y al volverse vieron el choque de tres coches, de uno de ellos y por el impacto había salido despedida una niña, la cual yacía muerta en el suelo con la cabeza separada del cuerpo. Joel contempló esa terrible escena y éste es el origen de "The Kiss". El fotógrafo para crear la composición no recurrió a espejos, ya que si os fijáis la cara de "ambos" hombres es la misma, sino que y aunque nos provoque repulsión, la cabeza está cortada no solo horizontalmente sino también verticalmente. Witkin rescata esta cabeza de la morgue donde esperaba su turno de autopsia y compone este beso que, si al principio nos podía despertar amor, ahora despierta repulsión, no por lo que vemos sino por lo que sabemos. Buscaba captar la muerte como una parte más de nuestra vida, olvidando y obviando los tabúes que sobre ella podamos tener, desmitificándola para acercárnosla directamente involucrando a lo feo. Pensemos en todos los muertos que vio durante la guerra, quizá cuando uno ve tanta muerte, desolación o la fealdad que provocan las balas y las granadas en los territorios y en los cuerpos de los combatientes y de los civiles, la muerte se enfrente de otra manera, como algo cotidiano que está ahí. La muerte ha sido un tema tratado muy habitualmente desde el principio de la fotografía, hombres, mujeres y niños sin vida, pasaban por aquellos primeros estudios fotográficos donde se inmortalizaba el recuerdo de quién ya no estaba. Los tiempos han cambiado, afortunadamente, y hoy no se nos ocurriría tomar una imagen así. Tal vez y como denuncia Witkin, no lo hagamos, no por respeto sino por una hipocresía fingida, que se desmonta en muchas ocasiones. Sus obras, quizá por ellos, estén cuajadas de miembros separados del cuerpo, que parecen tener vida propia.
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"Love and Redemption" (Joel-Peter Witkin) |
La obra de Witkin, en definitiva, trata de poner coto a la doble moral, de mostrarnos como todo puede y debe ser aceptable, los seres bellos y los que no lo son, trata de incitar y sobre todo de hacer visibles realidades que pueden parecer incómodas. Cuando versiona "El Nacimiento de Venus" de Boticelli, lo hace intentado sacar el lado menos bello, ese que ocultan los artistas los cuales solo reflejaban la belleza obviando otras realidades. Creando la contraposición de la obra armónica y equilibrada.
Algunas de sus obras recuerdan muchas otras de la Historia del Arte y muchos períodos, bodegones e incluso Vanitas, tan de moda durante la época barroca. En ellas se hacía alusión al paso del tiempo, a una belleza que va muriendo y no es eterna se descompone igual que lo va haciendo la vida y donde se buscaba el valor espiritual por encima del material a través de la acumulación de objetos que nos recordaban la caducidad de todos ellos. Valdés Leal (1622-1690) en "Las Postrimerías" utiliza una acumulación de objetos diferentes cargados de significados y acompañados con un esqueleto. Witkin también, como ya he citado antes, recurre a objetos diversos acompañados por personajes también diversos.
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"In ictu oculi" (Valdés Leal, 1671-2) |
Os recomiendo a éste fotográfo no sé si diferente, pero si al menos no deja indiferente a nadie. Para la exposición que de él hicieron en el Reina Sofía creó una composición basándose en Las Meninas, ¿otra versión más o quizá no? No sólo admiraba a los fotógrafos ya citados también a Velázquez y a Miró, entre otros. Os la podía poner pero voy a dejar que la busquéis vosotros, ya os he dado una pista, la otra es que la exposición se realizó en 1988, es muy fácil, no tiene pérdida.
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