lunes, 25 de junio de 2018

Johannes Vermeer, el maestro de la intimidad barroca.


Después de un largo parón retomamos, y lo hacemos casi en el mismo lugar en el que nos habíamos quedado. Si la manzana anterior estaba dedicada a "La joven de la perla", una de las obras más conocidas de Johannes Vermeer, esta manzana va dedicada a él. Al creador de toda una serie de pinturas que nos deleitan y nos acercan a la vida holandesa del S.XVII. Sus obras, cómo las de otros, se constituyen en pieza clave, en un documento preciso de cómo eran las ciudades, los paisajes o la moda, y nos acercan a las tradiciones y los oficios que existían en los diferentes países y en diferentes momentos de la historia. Se nos antojan así, retazos deliciosos, por los que viajar a través del tiempo. Su contemplación, nos aporta una gran cantidad de datos, también plásticos, y deleita nuestros sentidos. 



"Vista de Delft" (1660-1)
Johannes Vermeer
Mauritshuis (La Haya)

El pintor de "la luz holandesa", lo es también de las escenas serenas, equilibradas, congeladas en el tiempo, elegantes y armoniosas, de colores delicados y sensuales, que nos aportan calma y nos trasmiten la sensación del placer que le producía a Vermeer pintar. Su pintura se detiene en detalles cotidianos como los desconchones de una pared, que le encumbran cómo uno de los grandes artistas. Uniéndose la cotidianidad al realismo. El detallismo, característico de la obra de nuestro pintor, no tiene tanto que ver con la minuciosidad propia del estilo flamenco y heredado del arte de la miniatura, sino más bien, está relacionada con lo descriptivo. 

Entre todos los temas que abordó, nos mostró con absoluta delicadeza, el de la pintura de género, algo usual en la Europa barroca. Y así, nos ha legado bellas muestras de interiores burgueses en obras como "El geógrafo" (1668), y también de otros más humildes como nos muestra en "La lechera" (1658). Tanto una como otra, comparten las características propias de los pintores del norte de Europa, tales como el detallismo, la minuciosidad o la búsqueda de las calidades, junto con las habituales de nuestro pintor: la delicadeza, la utilización del apreciado azul ultramar y la captación de la luz blanquecina, que algunos estudiosos, relacionan con la pintura veneciana. Y aunque su obra, está caracterizada por ser protagonizada por mujeres, en el caso de "El geógrafo", introduce una novedad. Por primera vez, el protagonista absoluto es un hombre. Observando otras obras como "La lección de música" (h.1660), apreciamos como también aparecen caballeros que acompañan a las damas, pero estos son eso, un mero acompañamiento y apoyo a la escena y a la temática. En este caso, el hombre aparece solo, concentrándose en él toda la importancia, representando el tema del sabio. Un tema muy característico de la Europa del norte. Que las protagonistas habituales fueran mujeres, podría tener que ver con el tema a tratar. 


"El geógrafo" (1668-9)
Johannes Vermeer.























"La lección de música" (c.1660)
Johannes Vermeer.
Palacio de Buckingham (Londres)


Los temas de género mostraban el día a día, rutinas que en aquella época, eran más propias de las mujeres. Los hombres realizaban sus quehaceres fuera de la misma, podían estar en el campo, en una herrería, etc. Aunque hay varias excepciones, por ejemplo, los pintores, que aparecen en sus talleres, como en "El arte de la pintura" (1666). Aún así, la protagonista sigue siendo una mujer, en este caso la Musa Clío, que hace de modelo para un pintor que nos da la espalda y que posiblemente sea el propio Vermeer. Según algunas hipótesis esta obra de gran formato, fue realizada para el Gremio de artistas de San Lucas, en donde Vermeer ocuparía el cargo de presidente entre 1663 y 1670. Este hecho estaría reforzado por los diferentes elementos, alegorías y simbolismo que aparecen en el lienzo. Clío está caracterizada siguiendo el modelo que, Cesare Ripa, describe en "Iconología" (ambos, libro y artista, son fundamentales para todos aquellos que hemos estudiado Historia del Arte), su cabeza aparece cubierta con una corona de laurel, con su mano derecha sostiene una trompeta, mientras que el brazo izquierdo soporta un enorme libro. Clío es la musa de la Historia, así que alguno de vosotros os puede surgir la duda de ¿por qué Vermeer, para hablar del arte de la pintura, lo personifica en la musa de la Historia? Siguiendo la teoría del arte clásico, la historia estaría en la base de la creación pictórica. Si seguimos analizando los elementos que aparecen en la obra, y que formarían un bodegón, una temática muy característica de los Países Bajos, encima de la mesa observamos un vaciado de escayola, que representaría la escultura, un libro que se relacionaría con el arte de la impresión o incluso con la arquitectura, un cuaderno en relación con el diseño y unas telas con la tapicería, tan característica de los Países Bajos. Otros estudiosos, en cambio, relacionan estos objetos con los atributos de las hermanas de Clío: Thalía estaría representada a través de la máscara (aunque en este caso no es tal máscara, sino como he apuntado antes un vaciado de escayola), el cuaderno con Euterpe, la musa de la música y Polimnia con el libro de lo cual se presupone que este representaría la poesía, ya que Polimnia era su musa. Si tomamos la idea de la escultura y la arquitectura, estarían representadas las tres artes. 
"Iconología" (S.XVI)
Cesare Ripa

No sabemos si Vermeer pintaría este lienzo para el Gremio, ya que aparece en su inventario de bienes, pero además fue tanto el cariño que profesó a esta obra que la colgó en la entrada de su taller cómo una forma de mostrar su gran profesionalidad, por ello, se cree que el interior representaría su propio obrador. Lo que sí sabemos, es que gozó de una gran fama y popularidad, fue tan admirado, que a la muerte del pintor, su viuda trató de evitar, sin éxito, que cayese en manos de los acreedores. Tanta es la fascinación que ejercía este lienzo, que hasta el mismo Hitler quisó adueñarse de él. Cuando los nazis comienzan la "recolección", o más bien expolio, de aquellas obras destinadas a formar parte del museo que Hitler pretendía crear en Linz, su ciudad natal, enseguida depositaron sus deseos en la adquisición de "El arte de la pintura". La compra se produjo, bajo amenaza de su propietario, el cual fue obligado a venderle por un precio más bajo del solicitado, so pena de ser llevado a un campo de concentración. Esta obra, fue una de las más de 7.000 que recuperaron los Monuments Men, al final de la Segunda Guerra Mundial, de una mina de sal en Altaussee (Austria). La obra no fue devuelta a su legítimo propietario, como sucedería con otras, sino que los Estados Unidos la restituyeron al estado austriaco, presuponiendo que la venta había sido voluntaria y sin coacción (¿ingenuidad?). Su dueño, el Conde Czernin, reclamaría su propiedad alegando la falta de voluntad en su venta. En la actualidad se puede contemplar en el Kunsthistorisches Museum de Viena. Otros elementos que destacan en ella, es el preciosismo del cortinaje que parece introducirnos en una escena teatral, un elemento muy propio del andamiaje escénico barroco. Y también la línea de horizonte situada en la parte baja del mapa que representa Holanda. Una línea de horizonte demasiado baja, lo que hace suponer que Vermeer le pintó sentado, tal y como aparece el pintor del lienzo. Y junto a ello, el punto de fuga que ayuda a crear la perspectiva, y que se encuentra descentrado. Algunas hipótesis apuntan que para crear la profundidad de esta obra, se sirvió de hilos que se cosían en el lienzo y que convergerían en el punto de fuga.

El arte de la pintura (h.1666)
Johannes Vermeer
Kunsthistorisches Museum Wien
.
Si en "La joven de la perla", o de otros retratos, es ella quién nos busca con la mirada introduciéndonos en su espacio, en el caso de las obras de género, somos nosotros los que nos introducimos en el cuadro por voluntad propia, sorprendiendo al personaje o personajes representados en la escena. La atmósfera, queda suspendida en el tiempo. Se detiene en ese preciso instante para mostrarnos una actividad. Vermeer no nos narra una historia, solo nos muestra una escena íntima. Así, conseguimos detenernos en los detalles, estudiando minuciosamente la obra. Obras que en muchos casos siguen un esquema más o menos invariable en cuanto a la composición. La aparición de uno o a lo máximo dos personajes, uno es el principal y el otro, como decía antes, le sirve de apoyo. Siempre aparece una ventana a la izquierda por donde entra la luz, algo muy propio de los primitivos pintores flamencos, recordemos las obras de Van Eyck o Robert Campin. La aparición de esta ventana ha servido para argumentar la utilización de la cámara oscura, antecedente de la cámara fotográfica, para crear la perspectiva. Parece que Vermeer tenía problemas para crear la profundidad de una forma natural, sin la utilización de este artilugio. A su favor diré, que Van Eyck, desarrolló la perspectiva aérea a través de la utilización de veladuras sin la necesidad de la cámara oscura, y en sus obras, también vemos una ventana que ayuda a crear profundidad y a ampliar la estancia en la que se ubican las escenas. Pero a diferencia de los primitivos flamencos, a través de las ventanas de Vermeer, no observamos ningún paisaje, no refleja el exterior en el interior. Sus ventanas están entornadas o cerradas, y en ocasiones, cómo en "El arte de la pintura", ni siquiera vemos la ventana, solo la intuimos mediante la luz que se filtra. Para buscar la perspectiva se sirve además de las baldosas del suelo, que adquieren forma romboidal, en las que mezcla dos colores, blanco y negro. También a la izquierda, normalmente, sitúa al personaje, el cuál o bien mira hacia la ventana o hacia el objeto que le caracteriza (globo terráqueo, lechera, carta marina, etc). Al fondo, una pared de la que cuelgan objetos, que de nuevo, nos dan pistas del tema de la obra. Y un elemento más es propio de su obra, la soledad del protagonista al cual representa de cuerpo entero, remarcando de nuevo la intimidad del momento y la dimensión humana que trasciende en todas sus obras.


"La lección de música" (c.1660)
(detalle)
Johannes Vermeer.
Palacio de Buckingham (Londres)

Si las pinturas de género nos fascinan por su delicada belleza, "La callejuela" lo hace por su misterio. Si tuviese que destacar un solo rasgo, sería el de la atemporalidad de la escena. De esta obra, que me fascina, me llama la atención el encuadre elegido, ya que no nos muestra un edificio completo o una vista más amplia de una calle de Delft. A esto añadiría la perspectiva utilizada, bastante extraña, ya que el punto de fuga, ligeramente descentrado en cuanto a la composición, situado en la parte alta del edifico del fondo, está demasiado bajo y aporta un escaso recorrido, en referencia al edificio que tenemos en primer plano, un edificio demasiado alto, lo cual visualmente acorta la profundidad. Pero también me atrae el uso de la diagonal que corta la obra en dos mitades, cuando lo más habitual sería que esa diagonal formase un escorzo, el cual ayudaría a conseguir la profundidad. Y por último, el tema: una callejuela... Me parece completamente fascinante. 

¿Qué opináis vosotros de "La callejuela"?



"La callejuela" (ca. 1658)
Johannes Vermeer.
Rijksmuseum (Ámsterdam)




No hay comentarios:

Publicar un comentario

"El arte tiene la bonita costumbre de echar a perder todas las teorías artísticas" (Marcel Duchamp)