jueves, 24 de enero de 2019

La ventana en el arte.

Las obras de arte están llenas de motivos, de elementos, de recursos que se repiten a lo largo de ellas independientemente del tiempo. Algunos nos sirven para reconocer a los artistas que hay detrás de los lienzos, otros para involucrarnos en un movimiento, otros tienen un significado concreto que hace referencia al personaje retratado. Elementos ligados al poder, al buen príncipe o incluso a las aficiones del personaje. O sencillamente, objetos que ayudan a la estética de la obra y sirven para crear la sensación de realidad de lo que estamos viendo, engañando a nuestro ojo, como los balcones. Es este un recurso que puede rastrearse desde el Renacimiento italiano. Giulio Romano edificó el Palacio del Té o Palazzo Te, en Mantua, para Federico de Gonzaga, decorando algunas de sus habitaciones con frescos, como el del techo de la Sala de los Gigantes. Aquí se crea una falsa sensación arquitectónica utilizando 12 columnas que soportan una cúpula de casetones, típica renacentista, que ayuda a crear aún más profundidad y que es heredera de la utilizada en el Panteón de Agripa en Roma. A la balaustrada, sobre la que se apoyan las columnas, se asoman una serie de personajes, algunos de los cuáles dialogan entre ellos seguramente sobre lo que está sucediendo, que no es otra cosa que la lucha de los dioses del Olimpo con los Titanes a los cuáles castigan, buscando la intención moral y la disposición que Federico de Gonzaga tenía hacia Carlos V. El Manierismo buscó y consiguió trasmitir en su obras, la mezcla de realidad e ilusión.

Techo de la Sala de los Gigantes, 1532.
Giulio Romano
Palacio del Té, Mantua (Italia).
La influencia italiana llega a los Países Bajos. Allí, en los primeros años del S.XVII, Gerard Van Honthorst, buscó sorprender al espectador con la obra "Músicos en un balcón", un lienzo que les hacía creer que sobre ellos no existía una arquitectura, sino el cielo abierto en el que unos músicos que les miraban interpretaban para ellos la más bella de las composiciones musicales. 

"Músicos en el balcón", 1622
Gerard Van Honthorst.
@The J. Paul Getty Museum, Los Ángeles (CA)

En España, una idea parecida la encontramos en el trampantojo que, Francisco de Goya, realiza para la cúpula de San Antonio de La Florida, donde buscaba crear la impresión de un cielo abierto, pero no al estilo italiano de Corregio o del Tiépolo, con grandes rompimientos de gloria, sino más cotidiano, recreando el paisaje que rodeaba la ermita y donde tiene lugar un hecho milagroso, así el fiel tendría la sensación de ser espectador privilegiado del mismo.

"Mujeres en la ventana", 1655-1660.
Bartolomé Murillo.
@National Gallery of Art, Washington.

No solo en los techos, también el balcón o la ventana, son protagonistas de numerosos lienzos. Así Bartolomé Esteban Murillo, el maestro sevillano barroco de la dulzura y de las composiciones anecdóticas, lo utilizará en el lienzo "Mujeres en la ventana". El eco de esta obra se deja sentir en algunas de las que realizaría Goya  y que toman este elemento como referente, como "Majas en el balcón", la cual a su vez influenciará a Édouard Manet para componer "El balcón", al cual se asoman tres personajes, uno de ellos es Berthe Morisot que se convertiría en su modelo y con el paso del tiempo, en una de las más importantes representantes del Impresionismo. En su obra también encontramos escenas en las que aparecen mujeres asomadas a balcones contemplando exteriores, aquí la importancia radica en el paisaje urbano, pero también, Morrisot nos muestra interiores con ventanas abiertas al exterior, en este caso destacaría el carácter intimista. Completarían la escena, de la obra de Manet, un pintor Antoine Guillemet y la violinista Fanny Clauss, amigos todos ellos del pintor. A pesar de que Manet se inspiró en Goya, la temática es muy diferente. En el caso del pintor aragonés, aunque no se puede asegurar, parece que las mujeres son prostitutas, en el de Manet, representan a la rica burguesía. El artista francés al contrario de lo que hizo Goya, huye de las escenas costumbristas tan propias de la época, del tema por el tema, obviando la anécdota. Y esto es lo más moderno de su obra, y donde radica la importancia de este lienzo, ya el tema no importa, es secundario, lo más importante es la forma de resolver el lienzo a través de la técnica. Quizá también, el surrealista, Óscar Domínguez, se inspirase en estas obras para mostrarnos varias versiones de sus "Mujeres en el balcón".

"Mujeres en el balcón", 1947.
Óscar Domínguez.

Volviendo al Barroco, Caravaggio no utiliza balcones pero si ventanas como en "La vocación de San Mateo", como elemento que dota de realidad a una escena, que quizá no lo fuese tanto. Pero si os fijáis, la luz no proviene de la ventana, sino de un foco que se sitúa fuera de la obra, proveniente del margen superior derecho y que ilumina no solamente la parte alta de la escena, dejándonos ver con claridad los rostros de los personajes sentado a la mesa, que se encuentran en la misma diagonal que el haz de luz, sino también y sobre todo la propia ventana. Caravaggio utiliza otros puntos de luz que iluminan a los personajes, pero son ellos mismos los que actúan como focos e irradian esa luminosidad, con lo que consigue crear zonas en penumbra dentro de un mismo personaje. Si os fijáis en el joven que sentado nos da la espalda, se aprecia perfectamente, la parte derecha del cuerpo está iluminada mediante toques de luz y deja el resto en semipenumbra, ayudando así a crear valores expresivos y a dotar de ciertos aires irreales la obra. Ya conocéis mi debilidad por el pintor romano, una debilidad que cada día se acrecienta viendo la genialidad que desprende su obra. La ventana es un motivo muy habitual en las obras, pero utilizado para dar la sensación de profundidad o para convertirse en el elemento que da luz a la obra. En realidad, Caravaggio también la utiliza, pero él muy hábilmente, para aportar cierta sensación de luminosidad, ya que las tonalidades de los cristales ayudan a crear la atmósfera de luces doradas que bañan a los personajes sentados a la mesa y sitúan la escena que estamos viendo en un momento concreto del día y también definen que lo que vemos, es en cierta manera irreal, ya que es un capítulo bíblico aunque los personajes vayan vestidos según la época de nuestro pintor. Caravaggio juega a engañar nuestra percepción y lo hace, como siempre, asombrosamente. 

"La vocación de San Mateo", 1599.
Caravaggio.
Iglesia de San Luis de los Franceses, Roma (Italia)
Podíamos seguir hablando de más ventanas en el arte. René Magritte la utiliza como protagonista de la obra "La clef des Champs"  en la que lo importante no es el paisaje que vemos a través de ella, lo importante es saber si ese paisaje es real o no. Si existe tras la ventana, ya que cuando esta se fragmenta y los pedazos caen al suelo, reproducen parte del paisaje que vemos a través de ella. Algo similar encontramos en la obra "La condición humana", que había realizado unos años antes. La ventana y los cortinajes son los mismos, lo que cambia, es el punto de vista que nos ofrece. En este caso, delante de la ventana sitúa un caballete, aunque a simple vista, pueda parecer que solo son las patas del mismo, pero si centráis vuestra atención, veréis que soporta un lienzo donde se reproduce una parte de paisaje que encaja perfectamente con el que vemos al otro lado del cristal. De nuevo parecen piezas que completan un puzzle, un engaño visual que nos hace dudar sobre lo que es real. Juega con el ilusionismo y la ambigüedad en una mezcla de elementos que podemos situar en la órbita de lo real y lo imaginado, de lo consciente y lo subconsciente en un claro juego surrealista. Magritte quiere que el espectador se pregunte qué es lo real, y de nuevo lo vuelve a conseguir. Y vosotros ¿qué opináis? ¿Conocéis más obras donde aparezca este recurso o en su defecto una ventana? Seguro que la respuesta es ¡sí! Todos los lienzos son ventanas. 


"La condición humana", 1934.
René Magritte.
Colección particular.
Pero no solo los lienzos se llenan de ventanas, también las fotografías las utilizan como símbolo. Podéis encontrar muchas imágenes de fotógrafos de todos los tiempos que utilizan este recurso. Yo me voy a quedar con las íntimas y poéticas de André Kertész que utilizó la ventana, como motivo a fotografiar, pero también desde donde tomó muchas de sus fotografías. Desde la de su apartamento de Nueva York, y con un teleobjetivo, fotografiaba, sin ser visto, a cuántas personas transitaban por el parque o todas aquellas escenas que podía captar con su cámara y que discurrían por los tejados de los edificios cercanos. Como si fuera un voyeur, nos mostraba los momentos más personales de sus vecinos. Captó el día a día, los momentos más cotidianos, los más íntimos y quizá también los más banales, pero que son parte importante de nuestra rutina y componen nuestro día. Y así, aparecen ambientes de lo más variado, como niños jugando, mujeres tomando el sol en los tejados e incluso una ventana de la que cuelgan calcetines. En "Una ventana en el Quai Voltaire", vemos dos bustos, uno masculino que parece salido de la Antigüedad y otro femenino, quizá más moderno. Ambos se asoman a la calle pareciendo observar algo que sucede al otro lado. Como Kertész, actúan de mirones. Pero quizá no fuesen mirones, sino cautivos de un tiempo pasado que reposan en un espacio nuevo y cuyo único contacto con su nueva realidad fuese esa ventana. Una ventana que les enmarca como si fuesen dos retratos. Una ventana de mansarda, característica de los edificios parisinos. Una ventana historiada con volutas laterales, que deja de ser un sencillo elemento para ser el marco de una historia.

"Una ventana en el Quai Voltaire. París". 1928.
André Kertész.

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"El arte tiene la bonita costumbre de echar a perder todas las teorías artísticas" (Marcel Duchamp)