En la entrada anterior hablábamos de las obras de arte en las que aparecen o bien balcones o bien ventanas. Hoy lo haremos de otro elemento constructivo: las escaleras. Pero no las que llenan los edificios históricos, entre las que podíamos recordar la de la Biblioteca Laurenciana realizada por Miguel Ángel o la escalera Dorada de la Catedral de Burgos obra de Diego de Siloé e influenciada por las obras de Bramante y de Miguel Ángel, o quizá la escalera de caracol de los Museos Vaticanos o las escalinatas que asciende hasta las pirámides dedicadas al sol y levantadas por las culturas Mesoamericanas en Tikal o en Teotihucán, por citar algunas. Estas escalinatas están formadas por 260 escalones, 52 por cada sol o cada era, explicando así, el mito de la creación del mundo a través de la leyenda de los Cinco Soles. ¿Conocéis esta leyenda propia de los pueblos mesoamericanos? Os invito a que la leáis y descubráis algo más de su pensamiento religioso. De estas escaleras ya conocemos su función y en algunos de los casos su simbolismo, por eso, en esta ocasión, no nos vamos a ocupar de ellas, sino de las que vemos en lienzos y fotografías.
¿Recordáis alguna obra en la que la escalera se constituya como un elemento a tener en cuenta?
Pirámide del Sol, 1-150. Teotihuacán. |
Unas de las más famosas son las de Maurits Cornelis Escher, o simplemente Escher (1898-1972), a través de las cuales nos introduce en complicados juegos visuales de perspectivas imposibles que buscan engañar nuestros sentidos. Sus obras nos ofrecen planos frontales para contemplarlas, pero es un engaño para nuestro ojo, ya que introduce múltiples puntos de vista que juegan con perspectivas alteradas. En la obra "Relativity", en un mismo tramo de escalera, vemos a dos personas, que estando en la misma dirección ¡una sube y la otra baja! En esta obra juega con los centros gravitatorios, así cada una de las personas que aparecen representadas, o mejor dicho, de los autómatas, estaría asociado a un centro de gravedad, por ello suben y bajan por el mismo tramo de escalera sin preocuparse de la dirección del otro. Pero mientras ellos tienen asignado un centro de gravedad, las escaleras no lo tienen, por ello vemos las dos caras de un mismo escalón, el tramo que sube y el que baja. Curioso al menos ¿no? ¿Qué os sugiere el título de la obra? ¿Lo relacionaríais con la teoría desarrollada por Albert Einstein, personaje que a muchos nos parece extraño y oscuro? Yo diría que alguna de esas ideas están en insertas en esta obra, y más teniendo en cuenta que Escher era un hombre de ciencia. Si analizamos, muy por encima la teoría del físico, esta defendía que el tiempo y el espacio eran valores variables y no constantes. Y que el tiempo, dependía de la velocidad y de las fuerzas gravitatorias. Los autómatas de Escher están asociados a diferentes centro de gravitación, si el tiempo depende ello, ¿podríamos pensar que estos personajes suben y bajan por el mismo tramo de escalera sin encontrarse ya que no coinciden en ese mismo momento? A cada uno de ellos le correspondería un tiempo que estaría asociado a la gravedad a la que están unidos. ¿Qué pensáis vosotros?
La geometría, la física, la lógica y las matemáticas hicieron que sus obras a simple vista, pudieran parecernos una sucesión de escaleras, pero al mirarlas detenidamente vemos como rompen con las leyes de las ciencias exactas y nos muestran planos cambiados, donde lo relativo, esa ley que defendía el artista, en su grabados adquiere todo su significado. La ausencia de color sirve para potenciar aún más los juegos visuales. La inspiración para crear la geometría de su obra, según cuentan, le llegó tras la contemplación de los alicatados de la Alhambra granadina.
No solo Escher juega con escaleras en sus obras, también lo hace el fotógrafo Henri Cartier-Bresson. Varias son las fotografías en las que aparece este recurso. En algunos casos, sirven para completar el tema y añadir profundidad a la escena, como en la fotografía "Hyères", título que hace referencia a la población francesa en la que fue tomada. En ella, la escalera, tiene un papel fundamental. Si os fijáis en los elementos que forman la imagen son todos curvos, la propia escalera crea una curva, la barandilla, el recorrido de la acera y el bordillo y la carretera por la que desciende el ciclista, con ello consigue por un lado que la escena quede encuadrada, algo que preocupaba mucho al fotógrafo, y por otro, que nuestros ojos se focalicen en el hombre, ya que nuestra vista va desde la parte alta de la escalera dibujando la curva que termina en el hombre montado en bicicleta. Imaginad que no existiese la escalera ¿qué sucedería? La profundidad de campo se acortaría tanto que parecería que estamos demasiado cerca del hombre. Por lo tanto este elemento arquitectónico se convierte en fundamental. La profundidad necesaria está potenciada por el plano en picado de la escalera. El punto de vista alto nos sitúa a nosotros también en la arte más alta creando la deseada perspectiva. Como la escena implica movimiento, el del hombre en bicicleta al descender por la pendiente, Cartier-Bresson juega con el tiempo que el obturador de la cámara esté abierto y que permite la entrada de más o menos luz. En este caso, la velocidad de obturación es baja o lenta, es decir el tiempo en el que el obturador está abierto o tiempo de exposición es largo, entrará más luz. ¿Cómo se aprecia en la imagen una vez revelada? La imagen que nosotros veremos tendrá movimiento ya que aparece movida, nos puede producir incluso la sensación de que está desenfocada. Los pintores futuristas representaron la misma idea de una forma muy parecida, pero no jugaron con la luz, sino con las líneas y las siluetas de los personajes que aparecían en el lienzo. Cuando nosotros nos movemos, se producen líneas de fuerza, los pintores futuristas lo que hicieron fue multiplicarlas y desdoblar la figura del sujeto representado. Al desdoblarse la imagen ¿qué obtenemos? Pensad un minuto sobre ello, imaginad en vuestra mente esa idea. Lo que obtenemos es lo mismo que en la fotografía, un sujeto desdibujado, movido. ¿Sí?
Pero también las escalintas, sirven para identificar espacios, lugares como podemos apreciar en la fotografía de "Siphnos" (Grecia), utilizadas para salvar los desniveles de una urbe ubicada en un pequeño promontorio. Esta isla fue refugio de artistas e intelectuales por la sencillez de su arquitectura, la belleza de su paisaje y el remanso de tranquilidad. En esta imagen vemos a una joven que corre escaleras arriba. Una escalera en la que se proyecta la sombra del día. Lo más habitual hubiera sido que la escalera estuviese iluminada, ya que así nuestros ojos ascenderían por ella hasta desembocar en la joven. A pesar de ello, el resultado es casi el mismo, ya que la oscuridad enmarcada por luz también juega el mismo papel. La intensa sombra parece marcar el tramo que ya ha recorrido, lo que va dejando atrás, lo que se olvida. En cambio la luz proviene de la parte alta, la que ilumina el sol en el momento más álgido, si buscamos una metáfora ¿esa parte superior a la que se dirige y que está fuertemente iluminada, podrían ser los anhelos, los deseos, las esperanzas hacia las que correr apresuradamente? Probablemente esa no es la idea, sino la de mostrarnos a una joven que de un momento a otro desaparecerá de nuestra vista al tomar el último escalón. ¿Quizá estamos ante el concepto del "instante decisivo" desarrollado por Cartier-Bresson?
Relativity, 1953.
Collection Gemeentmuseum Den Haag, The Netherlands. ©2015 The M.C. Escher Company-Baar. Maurits Cornelis Escher. |
Hyères, 1932. Henri Cartier-Bresson. |
No solo Escher juega con escaleras en sus obras, también lo hace el fotógrafo Henri Cartier-Bresson. Varias son las fotografías en las que aparece este recurso. En algunos casos, sirven para completar el tema y añadir profundidad a la escena, como en la fotografía "Hyères", título que hace referencia a la población francesa en la que fue tomada. En ella, la escalera, tiene un papel fundamental. Si os fijáis en los elementos que forman la imagen son todos curvos, la propia escalera crea una curva, la barandilla, el recorrido de la acera y el bordillo y la carretera por la que desciende el ciclista, con ello consigue por un lado que la escena quede encuadrada, algo que preocupaba mucho al fotógrafo, y por otro, que nuestros ojos se focalicen en el hombre, ya que nuestra vista va desde la parte alta de la escalera dibujando la curva que termina en el hombre montado en bicicleta. Imaginad que no existiese la escalera ¿qué sucedería? La profundidad de campo se acortaría tanto que parecería que estamos demasiado cerca del hombre. Por lo tanto este elemento arquitectónico se convierte en fundamental. La profundidad necesaria está potenciada por el plano en picado de la escalera. El punto de vista alto nos sitúa a nosotros también en la arte más alta creando la deseada perspectiva. Como la escena implica movimiento, el del hombre en bicicleta al descender por la pendiente, Cartier-Bresson juega con el tiempo que el obturador de la cámara esté abierto y que permite la entrada de más o menos luz. En este caso, la velocidad de obturación es baja o lenta, es decir el tiempo en el que el obturador está abierto o tiempo de exposición es largo, entrará más luz. ¿Cómo se aprecia en la imagen una vez revelada? La imagen que nosotros veremos tendrá movimiento ya que aparece movida, nos puede producir incluso la sensación de que está desenfocada. Los pintores futuristas representaron la misma idea de una forma muy parecida, pero no jugaron con la luz, sino con las líneas y las siluetas de los personajes que aparecían en el lienzo. Cuando nosotros nos movemos, se producen líneas de fuerza, los pintores futuristas lo que hicieron fue multiplicarlas y desdoblar la figura del sujeto representado. Al desdoblarse la imagen ¿qué obtenemos? Pensad un minuto sobre ello, imaginad en vuestra mente esa idea. Lo que obtenemos es lo mismo que en la fotografía, un sujeto desdibujado, movido. ¿Sí?
Dinamismo de un perro con correa, 1912. Albright-Knox Gallery. Buffalo (USA) © Estate of Giacomo Balla Giacomo Balla. |
Siphnos (Grecia), 1961. Henri Cartier- Bresson |
La imagen que refleja el logro del "instante decisivo" también cuenta con una escalera, en esta ocasión en un plano horizontal. Y es la que tenéis bajo estas líneas.
La fotografía de la isla griega, me recuerda a una pintura realizada muchos años antes, por Caspar David Friedrich, una de las pocas pinturas de este autor que se desarrolla en un interior, "Mujer en las escaleras", en la cual aparece una mujer, que en esta ocasión, por el momento del día que parece representar, las sube despacio, sin hacer ruido. De nuevo la iluminación de la obra parece centrar nuestra atención, la escalera vuelve a estar en penumbra. ¿Qué quiere mostrarnos el pintor del Romanticismo?¿Es sencillamente una escena de género nocturna en la que una mujer se dirige hacia sus aposentos? Me voy a detener en la iluminación que confiere a la imagen. Si en los paisajes juega con las luces del día, con los crepúsculos que dependiendo si son al alba o al anochecer, nos muestran una paleta cromática más cálida o más fría, en este lienzo lo hace con los fuertes contrastes que proporciona la luz artificial. Deja en penumbra la parte inferior de las escaleras para iluminar con un fuerte claroscuro la parte superior de la vivienda hacia donde se dirige la mujer. Y así crea expectación, y lo hace de una forma muy parecida a como lo hizo Cartier-Bresson en la fotografía de Sipnos. Siguiendo con cierto paralelismo entre pintor y fotógrafo, podíamos decir que Friedrich jugó en esta obra con el "instante decisivo", la frase clave que define la obra del fotógrafo francés. Podemos pensar que todas las imágenes juegan con ese momento, ya que nos muestran el segundo exacto en el que sucede algo, pero el instante decisivo es más que eso y Friedrich, a pesar de los años que los separan, parece que en esta obra supo captarlo, dejando en suspense hacia donde se dirige la mujer que está a punto de perderse ante nuestros ojos, de desaparecer en cuanto de la vuelta a la esquina. Y eso es lo que hace que el tiempo se detenga y que estemos expectantes de ver lo que sucede preguntándonos cual será el siguiente paso, hacia dónde se dirige, cómo es la vivienda que se nos oculta, cómo es la habitación a la que encamina sus pasos o quién es esa mujer. En ese punto, echamos de menos el siguiente fotograma, el que acabe con nuestras dudas. Y pensando así, en ese paso posterior, os pregunto ¿quién puede ser protagonista en esta escena? ¿La mujer, las escaleras o la luz? Realmente ¿estamos esperando saber hacia dónde se dirige la mujer, dónde desembocan las escaleras, cómo será el foco de luz que la ilumine cuando siga su avance, será más potente o más tenue? Lo más importante en este lienzo, no es la mujer, ni la escalera, ambas son medios, elementos que complementan y dan forma a la obra. Lo más importante, es la luz, la forma de jugar con las tonalidades, de expresar a través de ellas, la creación de una atmósfera intimista, cotidiana, nocturna, de un momento preciso. En las obras, donde la naturaleza tenía todo el protagonismo, también jugaba con las luces, como decía antes, con los crepúsculos y con las gamas cromáticas. Y en ellas, también aparece la figura humana, que incidían en un concepto muy Romántico, el de lo pintoresco. En ellas, los hombre y las mujeres, estaban supeditados al paisaje que les empequeñecía. Aquí la mujer que avanza escaleras arriba, sirve para situarnos ante una escena de género. Una escena que nos habla, seguramente, de una casa burguesa, cuya clave la dan las escaleras. Debido al ascenso de la burguesía, como clase social dominante, comienzan a construirse viviendas de varias plantas que distribuían los espacios desde los públicos, que se encontraban en la parte baja y los privados a los que se accedía por una escalera, en la parte superior. Pero no solo eso, en la parte superior existían dos alas, una ocupada por la mujer y otra por el hombre. En algunas viviendas existía un tercer piso ocupado por los niños o por las personas que trabajaban en la casa, aunque estos solían ocupar la planta baja, en estancias cercanas a las cocinas. Muy curioso, es como las dependencias femeninas tenían acceso a dos escaleras, la principal y una trasera que conectaría directamente con las cocinas. En ese momento también nacieron los edificios de pisos que se alquilaban, en la parte baja, la más cara vivirían los señores de la misma y en los pisos superiores los alquilados.
Plaza de l´Europe. Gare Saint Lazare, 1932. Henri Cartier-Bresson. |
Woman on the stairs, 1825. Pomeranian State Museum, Greifswald, Germany. Caspar David Friedrich. |
La literatura también se hizo eco de la importancia de la escalera, y así, Buero Vallejo nos dejó su particular "Historia de una escalera".
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