jueves, 28 de febrero de 2019

El diablo y los Brueghel presentes en Valladolid.


Cuando un museo se plantea la realización de una exposición temporal, son muchos los temas que pueden abordarse, dependerá de los objetivos a conseguir. En la actualidad, el museo como centro de ocio, más que como institución cultural de primer orden, busca ser conocido o reconocido en el ámbito turístico más que en el cultural, se busca la recurrencia de visitantes, como ya he dicho en otras ocasiones, y no tanto avalar un estudio o una investigación científica que se haya llevado a cabo en el museo, en el ámbito de su especialidad. En la actualidad, tengo la impresión que cuando un museo quiere profundizar en la institución como ámbito cultural lo hace solo a través de conferencias y no a través de las exposiciones, que aparecen planteadas como un elemento de ocio y no de cultura. Me recuerda un poco aquel lema romano "pan y circo". En eso es en lo que se han convertido las exposiciones temporales, en el circo para los visitantes, donde acudimos guiados por la multitud y por lo llamativo del nombre que da título a la exposición. Las exposiciones temporales, de las que muchos estudiosos y profesionales empiezan a renegar. En su origen tenían una finalidad, la de profundizar en la temática del museo o en algún aspecto de la colección permanente para reforzar la importancia que esta tiene, y que debe de ser la primera razón y preocupación de todo museo. Ahora, y en su mayoría, las exposiciones temporales solo sirven para subir el número estadístico de visitantes y una forma de conseguir recursos económicos quizá propiciado por la crisis económica y por la falta de recursos monetarios de muchos museos. ¿Así se mide el éxito o la calidad de un museo? ¿Nos están dando pan y circo?




Y todo esto viene como reflexión de la exposición organizada por el Museo Nacional de Escultura de Valladolid, titulada "El diablo, tal vez. El mundo de los Brueghel." Tengo que reconocer que la exposición me parece interesante, me gusta el montaje y la idea de que en una misma muestra, podamos ver obra del S. XVI mezclada con la contemporánea formando una unidad, sobre todo por la unión de dos técnicas: el grabado y el vídeoarte, en donde el primero toma vida en el segundo. El período que se representa está dentro de la época a la que pertenece la colección permanente, y la temática muy propia del momento que representa el museo, pero técnica y geográficamente no tiene mucho o nada que ver con el museo, pero aún así podía justificarse por la temática. Pero la pregunta que a mí me surge es ¿Por qué esta exposición? ¿Cómo justificar una exposición que tiene, no se si al demonio como protagonista o a los Brueghel, ahora, en este momento? ¿Cuál es el verdadero tema? Obviamente desconozco los entresijos de la organización de la exposición o de la elección de la temática, pero a simple vista, parece como una exposición más, en un momento cualquiera del calendario, sin una justificación científica o investigadora. Hay algo que me lleva a pensar que se ha montado por cubrir fechas en un calendario, y esa idea me surgió cuando vi que solamente ocupaba 4 pequeños espacios y la presencia/ausencia de El Bosco, luego profundizaremos en esta idea. Vamos a analizar la exposición y que cada uno saque sus propias conclusiones, pero como siempre, tenéis que verla con vuestros propios ojos  ya sea in situ o a través de la web corporativa del museo. Nunca os quedéis solo con mi opinión, no la deis por única y válida,  plantearos todo, dudad de lo que yo os digo y así podréis profundizar en está maravillosa disciplina que es el arte.


La entrada a la exposición se hace a través de una antesala, que nos introduce, por un lado, en lo que vamos a ver a través del título y de un panel explicativo a modo de introducción, y por otro, en la iluminación general de la muestra. La luz tenue de esta antesala sirve para que nuestros ojos se acostumbren a la poca luz que tendremos en el recorrido. A pesar de ser una idea de manual, me encanta, ya que en muchos otros museos o salas expositivas, no se cuida ese detalle. Nunca se debería acceder a las salas de un museo directamente desde la calle, sin una preparación previa de lo que nos vamos a encontrar, sobre todo hablando en términos de iluminación.

"Las tentaciones de San Antonio", 1601-1625.
Jan Brueghel de Velours (1568-1625)
Museo Nacional de Escultura (Valladolid).

 La siguiente sala esta ocupada por un gran lienzo que se extiende a lo ancho de la pared frontal y que cómo podéis imaginar, por el lugar en el que se encuentra, es la obra sobre la que pivota la exposición, hacia la que irremediablemente vamos a ir, debido a lo que se denomina la atracción del objeto. Esta obra representa las "Tentaciones de San Antonio", y su autor, no es otro que Jan Brueghel de Velours, hijo del afamado Peter Brueghel el viejo. La temática de la exposición está enfocada en las mil y una formas que puede adoptar el demonio, y esas, son las que aparecen resumidas en esta obra, a través de las tentaciones que sufrió el Santo. La obra nos muestra, por un lado los siete pecados capitales (la gula, la lujuria, la envidia, la ira, la soberbia, la avaricia y la pereza), junto a estos una serie animales diabólicos que le atacan y le clavan los cuernos mientas el Santo continua leyendo como si nada pasase a su alrededor y finalmente algo tan típico en la época, que es la tentación de la carne a través de bellas mujeres. 



La inspiración le vino de diferentes grabados de su padre, entre ellos el dedicado a uno de los pecados capitales, el del orgullo. Esto justifica que en la siguiente sala veamos estos grabados pertenecientes a Peter Brueghel y también justifica la presencia en la misma sala de un grabado basado en otro realizado por Martin Schongauer, en el que el pintor se inspiraría. Si os fijáis en el anagrama situado en la esquina inferior izquierda, una A y un D ¿no os recuerda al de Durero? La función por lo tanto de estos grabados es la de contextualizar y completar la lectura iconográfica, de la obra principal. 

Las tribulaciones de San Antonio, S.XVIII
A partir de Martin Schongauer (1448-1491)
Biblioteca Nacional de España. 
"La soberbia", 1558
Peter Brueghel, el viejo (1525-1569)
Biblioteca Nacional de España.


















Esta sala se completa con varias obras más, que ahondan en le tema tratado y nos muestran otras formas de representar los pecados capitales o las tentaciones del santo. Por un lado un escritorio con escenas de eremitas que data del S.XVII, una serie de alto relieves propiedad del museo y que formaron parte de un retablo dedicado a San Antonio, fechados en el S.XVI y varias obras más, dos de ellas son copias de dos tablas pertenecientes a un tríptico realizado por el Bosco que se encuentra en Lisboa, y  otra, es una obra atribuida al taller del mismo autor, donde se narra "La visión de Tondal", que se conserva en el Museo Lázaro Galdiano. 

"La visión de Tondal", 1478-1485
Taller del Bosco.
Museo Lázaro Galdiano (Madrid)

Esta obra está basada en una publicación, la Visión de Tondalud, publicada a finales del S.XV, curiosamente en la ciudad de ´s-Hertongenbosch, ciudad en la que nace, vive y muere el Bosco. Su importancia radica en que se convirtió en obra de referencia en la creación del paisaje demoniaco. Nos cuenta como un caballero del S.XII llamado Tondalus y de origen irlandés, a través de un viaje iniciático visitará durante tres días el más allá, lo visto en ese lugar hace que a la vuelta lleve una vida monacal. En esta obra, de nuevo aparecen representados los siete pecados capitales, adoptando formas diferentes según las creencias medievales. El centro de la imagen está ocupado por una gigantesca cabeza, en una de las cuencas de los ojos vemos una rata negra, símbolo de la lujuria, de su nariz salen monedas en clara alusión a la avaricia, las cuales caen en un barril lleno de agua en el que retozan hombres y mujeres desnudos, esto simboliza la lujuria y la codicia, y así sucesivamente hasta completar todos ellos. La obra no solo representa el mal también el bien, a través del Paraíso que podéis contemplar en la parte superior izquierda. La iconografía que toma el Paraíso es la de un lago luminoso donde retozan las almas. En la parte superior derecha una ciudad en llamas, algo muy habitual, que puede o no hablarnos del infierno, y que está muy presente en la obra de el Bosco, debido al incendio que sufrió su ciudad. Todos estos personajes están  inspirados en él, en su repertorio y en su gran inventiva. Pero yo me planteó y os planteo otras cuestiones. Nadie duda de la calidad artística de el Bosco, ni de el ingenio de sus representaciones, pero creo que estamos llegando a la locura. Durante el medievo y hasta el S.XVI en los Países Bajos, existían unos códigos de representación iconográfica que hoy a nosotros se nos escapan. Igual sucede cuando contemplamos los relieves de cualquier portada románica. Estos códigos se basaban en dichos populares, en proverbios flamencos, en su propio folclore, que los habitantes de la época reconocían. 


Detalle de "La visión de Tondal". 

Yo no soy experta en el Bosco, me gusta, pero creo que utilizando una frase habitual, "se nos está yendo de las manos". Quizá deberíamos ajustar más sus obras a un período muy concreto, contextualizar siempre es importante, ya que si analizamos las obras de cualquier artista por separado encontraremos cosas sorprendentes. Y otra cosa que quiero plantear aquí ¿por qué hay una recurrencia en los últimos tiempos a la obra de este artista? ¿Por qué esa locura? ¿Es la forma de atraer a un público que obnubilado por una serie de obras que se le presentan descontextualizadas acuden en masa a verlas? Creo que los Brueghel tienen suficiente importancia y entidad para poder haber prescindido de las obras de taller del Bosco y de las copias, parece que si hablamos de los pintores flamencos y no aparece el Bosco por ningún lado, ya sea obra original, copias o taller, la exposición no tiene peso. Puedo entender la presencia de la temática de esta última obra como generadora de una idea, el paisaje diabólico, pero si es el mundo de los Brueghel, vamos a darles su importancia, aunque sabemos que Peter Brueghel padre, se inspirase en él e hiciese grabados de alguna de sus obras. 

Detalle de "La lujuria", 1558
Peter Brueghel, el viejo (1525-1569)
Biblioteca Nacional de España.
Detalle de "La desidia", 1558
Peter Brueghel, el viejo (1525-1569)
Biblioteca Nacional de España.

La siguiente sala está dedicada casi por completo a Peter Brueghel a través de los geniales grabados que nos hablan de una forma individualizada de los pecados capitales. Ricos en detalles, en iconografía, en ejecución, auténticas obras de arte con las que disfrutar. Pero, junto a ellas y en un rincón, hay una obra magnífica, pero que permítanme los responsables del centro, no entiendo ni su ubicación, ni su iluminación. La obra es un demonio, muy movido en una composición que mezcla lo horizontal del cuerpo con la diagonal de la posición, donde lo que más llama la atención es la boca abierta en una mueca de desesperación, una perfecta representación del mal. Pero ¿qué hace allí en ese lugar residual? Al verla, me dio la impresión que el espacio quedaba vacío y la escultura, la cual da el título a la exposición debido al tema, no tenía un espacio definido pero tenía que estar presente, encajaba perfectamente en ese rincón. Así la sala no quedaba con un gran vacío y se materializaba la figura del diablo a través de la representación real y no de las formas que adopta. Con lo cuál ningún visitante podría quejarse de que el diablo no aparece en la exposición, a pesar de que ya el título nos introduce en una duda, con el "tal vez". 


"Demonio", S.XVIII
Anónimo.
Museo Nacional de Escultura (Valladolid).
Me reafirmo en esta idea debido a que antes decíamos como las obras que acompañan a la principal, sirven para reforzar el mensaje, están todas en sintonía con ella, ya sea por tratar el mismo tema en una técnica diferente o por mostrarnos las influencias del autor. En cambio, esta escultura no tiene nada que ver con el resto de las obras que hay en la misma sala. Lo único que podría pensar es que a través de la escultura del demonio nos quieren mostrar el origen de los pecados capitales que vemos en los grabados de Brueghel padre, pero si fuese así, la ubicación no es la correcta, ya que la vemos frente a nosotros cuando entramos en la sala pero el recorrido lógico, para ver los grabados, empieza por nuestra derecha. Tendríamos un conflicto entre lo que queremos ver y lo que debemos hacer. El poder de atracción de la obra hace que queramos dirigirnos hacia ella, pero la lógica nos hace ir en sentido contrario. Sinceramente, no encuentro explicación de su ubicación. Es como un parche. Llama la atención, pero no es el lugar adecuado. La obra parece estar hecha para ser vista desde distintos puntos de vista y en su ubicación solo nos permite un punto de vista, el frontal.



Si el tema, según reza el título, es el diablo, esa imagen debería estar en un lugar destacado, por ejemplo en la antesala. La exposición, como hemos dicho, gira en torno al cuadro de "Las tentaciones de San Antonio", con lo cuál la escultura visualmente no puede tener más importancia que la pintura, ya que podría llevar al espectador a dudar sobre el objeto destacado. Pues bien, si ese demonio le colocamos a la entrada de la exposición, bajo el título, conseguimos introducir al visitante en el tema, y damos a la escultura la importancia que se merece pero, a la vez, no deslumbra a la obra estrella de la muestra. Y sobre la iluminación que la han dado, pues... de nuevo tengo muchas dudas. Como os decía la escultura es maravillosa, está dotada de una gran movimiento a través de todas y cada una de las partes del cuerpo, pero cuando la sombra proveniente de los focos, se proyecta en la pared, aparece desmembrada y ahí  surge el interrogante ¿Han buscado deliberadamente este efecto para lanzarnos la idea de la visión que en la época representada tenían sobre este personaje que producía temor a través de unos miembros, que casi individualizadamente, se proyectan en los muros? Si la iluminación y la sombra que proyecta está pensada de esta manera, está genial, ya que vemos a un demonio desmembrado, y podemos pensar que la lucha contra él se ha ganado y por eso su sombra se proyecta de esa manera. Pero parece que no es la idea, insisto, por el lugar en el que ocupa. La iluminación cenital utilizada nos ofrece  una visión muy horizontal, en consonancia con el formato de la escultura, y a la vez, parece reforzar la percepción de un demonio vencido y aplastado que nos remite a la idea que tuvo el escultor para representarnos la lucha del mal que finalmente es vencido. La obra es anónima y se fecha en el S.XVIII. Como decíamos es perfecta, en detalles, en su estética, en la idea que trata de trasmitirnos, pero su iluminación debería estar más cuidada y pensada, sobre todo por la proyección en la pared, como lo está en el resto de la exposición. 


Detalle de "Demonio".

Las últimas dos salas contienen los dibujos realizados por el artista belga Antoine Roegiers, basándose en los grabados de Brueghel padre y los vídeos donde les vemos tomar vida. Que os aconsejo que los busquéis y disfrutéis de ellos. De nuevo todo tiene un sentido, incluso los artistas seleccionados, todos ellos pasados y presentes de la misma órbita geográfica.

Dibujos preparatorios, 2011.
Antoine Roegiers (1980)

La exposición ha sido prorrogada debido al éxito de la misma, así que no tenéis excusa, los que podáis para ir a disfrutar de ella, ya que merece la pena. Y los que no podáis hacerlo, como os decía antes en la página web del museo tenéis unas imágenes más de la exposición y así, tal vez, podáis disfrutar del demonio en sus muchas variantes.

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