martes, 9 de abril de 2019

Francis Bacon, influenciado e influyente.

En algunas de las entradas anteriores he citado a Francis Bacon (Dublín 1909- Madrid 1992), pero hasta ahora no le había dedicado una entrada, pero como todo en la vida, ha llegado ese momento. Quizá, junto con Lucien Freud, es uno de los grandes pintores que mejor ha sabido bucear en el interior de la figura humana y mostrárnosla no desde su aspecto exterior, el que todos vemos, sino desde ese interior que se trasluce en el exterior. Aunque siempre intentamos dar poca o ninguna importancia al exterior, porque lo consideramos frívolo, realmente estamos negando una parte de nosotros o de las personas con las que entramos en contacto. A través del aspecto exterior proporcionamos y nos proporcionan una valiosísima información sobre los rasgos de personalidad o sobre el momento emocional por el que atravesamos. Quizá sea deformación profesional, pero en ocasiones, traslado a las personas el minucioso análisis que hago a una obra de arte, descubriendo en ellas, como si de una pintura se tratase, aspectos de su momento vital que quedan plasmados, por ejemplo, en el uso de colores en su indumentaria o en sus gestos.  


"Tres estudios de hombre blanco", 1970.
Francis Bacon. 

Francis Bacon mostró el sufrimiento de la vida en personajes de rostros deformados, retorcidos y en soledad. Las habitaciones que habitaban, eran el reflejo de su soledad, únicamente ocupadas por una cama o un sillón, y siempre con un espejo que les devolvía la amargura de su existencia y quizá, a través de su propio reflejo, podría sentirse un poco menos solos. Su autodestrucción le llevó a hacer del sufrimiento su tema preferido, era una forma de mostrar al mundo su dolor y lo absurdo de una existencia traumática. Con 16 años, su padre descubre que es homosexual, al encontrarle probándose la ropa interior de su madre, motivo por el cual tiene que abandonar su casa. Paradójicamente, a pesar de convertirse en un hecho humillante que marcaría su vida, Bacon sentirá desde entonces, una fuerte atracción física hacia su progenitor. De Irlanda viaja a Londres sin tener muy claro su propósito y de aquí a Berlín y a París, donde descubre su afición por el arte y el gusto por la pintura, además de sentirse mucho más libre. ¡Son los felices años veinte! la Belle Epoque de la que él también disfrutará, a su manera. Ambas ciudades vivieron un tiempo esplendoroso culturalmente hablando. Eran ciudades bohemias, llenas de libertad, pero también de excesos. Excesos, que en ocasiones llevaron a la creatividad más delirante, y otras veces al racionalismo más puro, al de las líneas y los espacios impolutos de la Bauhaus. Un momento único, como todos, donde se fraguaron movimientos artísticos de gran calado. Pudo ser en Berlín donde por primera vez viese la película “El acorazado Potemkin", de Eisenstein, la cual, con el tiempo, se convirtió en una gran influencia para su obra. Será el fotograma que nos muestra a una enfermera de rostro desencajado, y boca abierta en un estertor de miedo y de dolor debido a que su ojo derecho ha sido aniquilado por una bala, la que concentre toda su atención. 

Fotograma del "Acorazado Potemkin", 1925.
Sergei Eisenstein. 

Y este gesto, este grito sordo pero muy expresivo y cargado de pánico, de rabia y de injusticia le veremos fusionado con la obra de Velázquez, “El Papa Inocencio X”. Pero será París el lugar en el que decida convertirse en pintor tras la visita a una exposición de Picasso. A partir de entonces, comenzó a explotar su vena artística de forma autodidacta a través de dibujos y acuarelas. Antes de terminar los años veinte, decide volver a Londres donde trabaja como decorador de interiores y diseñador de muebles. Con 23 años pinta su primera obra “La Crucifixión” (1933), influenciada por Picasso.



"Crucifixión", 1933
Francis Bacon.

 Esta obra, un tanto espectral, ya marca su estilo en el que busca la materia, la carne, pero a la vez la deshace dando como resultado imágenes figurativas que rozan lo irreal e incluso en ocasiones, como aquí, lo abstracto. Aquí quiero hacer un paréntesis. Si buscáis información sobre esta obra, seguro encontraréis mucha en la que la relacionan con una Crucifixión de Alonso Cano, una de las grandes figuras del Barroco. Ni mi misión, ni la de este blog, es negar esa supuesta influencia que algunos le adjudican y que en este caso, es errónea, u otras informaciones, pero hoy creo que es justo hacerlo. La inspiración directa la encontramos en la obra de Picasso, que había visto en aquella primera exposición. En concreto en los personajes influenciados por el Biomorfismo. ¿Y qué es el biomorfismo? Ya que lo leeréis en otras publicaciones, pero no explican que tipo de influencia u obra es. Pues bien, de una forma muy breve, el Biomorfismo nace en los años 20 ligado al Surrealismo. Lo que buscaba este nuevo estilo, era fusionar y simplificar las formas de la naturaleza hasta llegar a un aspecto casi abstracto. Se parte de formas orgánicas y reales para llegar a la irrealidad, pero donde la materia tiene una gran importancia, ya que son figuras potentes, lo abstracto, lo irreal, sería la forma en la que se convierten,  como si fuesen visiones de un sueño. Esta nueva forma de crear, se vería influenciada por Picasso en un momento en el que su obra se acerca a los presupuestos surrealistas. Un ejemplo muy claro del biomorfismo lo representan las esculturas de Hans Arp. Bacon, lo que hace, es llevar al límite esa técnica y buscar como antes decíamos, la desmaterialización. Yo no dudo que existan ciertas influencias barrocas en esta Crucifixión, pero creo que Alonso Cano no estaba en la mente del pintor irlandés. 



"Baigneuses a la cabine", 1929
Pablo Picasso.


Tras este período de fecundidad artística, de encargos y exposiciones, Bacon comienza a decaer y vuelve a una vida caótica. 
Para huir de sus propios recuerdos, ahoga su vida en alcohol y peleas. Su lugar favorito era el Colony Room Club, en el Soho londinense, donde se codeaba con otros pintores, como Lucien Freud, escritores y bebedores en general. Según cuenta la leyenda, por allí también pasó Damien Hirst, el cual sirvió cervezas desnudo. Bacon definió este bar de reducidas dimensiones y decorado con bambú y piel de leopardo, como "un lugar al que ir donde uno se siente libre". La definición es bastante expresiva de cómo debía sentirse y las ansias de poder ser él mismo. Pero aun así no deja de crear obras, de participar en exposiciones que volverán a ser habituales, ni tampoco de caminar hacia su propia destrucción. En los años 50 del siglo pasado, junto con otros artistas, formaría lo que se ha denominado la Escuela de Londres. Su biografía es apasionante, llena de sombras, pero a través de las cuales podemos conocer su pintura, yo no voy a profundizar más en ella, pero os invito a que vosotros si lo hagáis.  



Autorretrato, 1971.
Francis Bacon. 
Francis Bacon, tiene obras carismáticas, que nos atrapan a pesar de sumirnos en un estado melancólico potenciado por la técnica de verticales campos de color, donde arrastra la pintura la cual en muchas ocasiones se deshace perdiendo su materialidad, y otras veces construye el cuerpo humano dándole consistencia y a través de ello visibilidad en el mundo. Pero él no se dedicó a mostrarnos personajes anónimos, el retrato fue uno de sus géneros predilectos, pero también los autorretratos a la manera de Rembrandt que nos muestran como iba cambiando su particular rostro, analizándose y dejando traslucir que hay detrás de lo que percibimos, de lo que aparentamos. Las deformaciones expresan el drama del alma, como este se retuerce, lo cual me recuerda la obra de Ribera, otro maestro del Barroco, cuando plasma a las Furias clásicas, de las que hemos hablado en otra entrada anterior. La de Rembrandt es junto con la de Velázquez y la de Miguel Ángel, las únicas influencias que reconoció. De él también tomaría la técnica de la pincelada que barre, que es pastosa pero muy suelta, que busca como decía antes la inmaterialidad de lo material, lo que le convertiría con el paso de los años en el precursor del Expresionismo, movimiento al que pertenece la obra de Francis Bacon. Pero también el gusto por las luces y las sombras, en este caso mucho menos desvaídas. Y un recurso, el buey desollado, que aparece como tema en una de las obras del pintor holandés y que Bacon toma como telón de fondo de algunas de sus pinturas. Un buey que puede tomarse como una vanitas, un bodegón de los habituales durante el Barroco, que nos hablan de la cruenta realidad. Y de nuevo este recurso lo vuelve a fusionar con la obra del Papa de Velázquez, en "Figura con carne" (1954). ¿Obsesión o realmente hay un mensaje a trasmitir? El mensaje existe, si unís lo que significan ambos elementos la lectura es bastante clara. Pero junto a ello, Francis Bacon reconoció que este retrato donde Velázquez trasmite de una forma magistral la personalidad del religioso, era uno de los mejores del mundo. Y reinterpretándolo una y otra vez, era la forma que tenía de trasmitir su admiración. 

"Figura con carne", 1954.
Francis Bacon.

Pero él también se convertirá en fuente de inspiración, sobre todo cinematográfica, inspira al monstruo de Alien (1979) y la obra "Figura con carne" podéis verla en Batman. 
 

Francis Bacon
Fotografía de John Deakin para Vogue.
@2014 The Condé Nast Publications LTD.
Como siempre os invito a profundizar en la obra de uno de los artistas más representativos de la Historia del Arte y de los más cotizados en las casas de subastas. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

"El arte tiene la bonita costumbre de echar a perder todas las teorías artísticas" (Marcel Duchamp)