miércoles, 4 de abril de 2018

Sorolla a través de su madrileño jardín.


¡El blog vuelve a sus orígenes analizando una exposición! Ya sabéis montaje expositivo, tema, obras, etc... 

El pasado día 28 de marzo, se inauguraron dos exposiciones dedicadas a Joaquín Sorolla en el Museo de Arte Contemporáneo Español "Patio Herreriano"(Valladolid). "Sorolla en su paraíso", dedicada al proceso creativo del artista documentado a través de la fotografía. Y "Sorolla. Un jardín para pintar", a la que va dedicada esta manzana. Ya sabéis que a mí me gusta llamar manzanas a las entradas, quién no sepa el motivo de esta denominación, le invito a que lea la primera de ellas "El comienzo". Una exposición que tiene como objetivo acercarnos la temática del jardín en la obra de Sorolla, introducirnos en su espacio más íntimo y mostrarle a él, como creador de un jardín muy particular, el de su casa. Jardín que recrearía en sus lienzos.



No sé vosotros, pero cuando visito un museo y sobre todo una exposición temporal y como ya he dicho en otras ocasiones, no quiero ver solo obras, también quiero un montaje expositivo atrayente y que contextualice lo que voy a ver. Por supuesto, en este caso, no pido flores, plantas ni césped que me recuerden un jardín (perdonad la ironía). Quiero que la exposición me atrape, me haga olvidar lo que hay fuera de los muros, que la realidad quede suspendida para entrar en un mundo mágico, que me involucre y me traslade al espacio y al tiempo en el que se realizaron las obras que estoy viendo, que cree interés en mí y tenga la necesidad de saber más cosas. Conseguirlo será el mayor éxito de un montaje expositivo. Aunque en muchos casos y este es uno de ellos, y por diferentes motivos, no se consiga. La sensación tendría que ser la misma que cuando lees un buen libro y te sientes parte de la historia que cuenta. Consiste en crear una mágica ilusión que nos haga recordar siempre, lo que hemos visto o leído. ¿Qué exposición recordáis vosotros y por qué?



La exposición, "Sorolla. Un jardín para pintar", se divide en tres salas, buscando el paralelismo con los tres jardines que Sorolla crea en su casa. Pero, al contrario que en el jardín de Sorolla, aquí no hay unidad entre las tres salas, no nos hacen ver que forman parte de algo más genérico que lo engloba. Es decir, cuando Sorolla crea sus tres jardines independientes entre sí ya que cada uno obedece a unas influencias, lo engloba dentro de algo más genérico: el concepto de jardín, sus influencias o su intimidad. Cuando visitamos su casa y vamos pasando de uno a otro, vemos que son diferentes pero hay una unidad. Si la exposición quería recrear los tres jardines, o las tres etapas de creación, tendría que haber dado cohesión dentro de la diferencia que representa cada uno. Pero esa unidad no existe. Aunque las tres salas son iguales y siguen un mismo esquema, parecen espacios aislados. Tendría que existir un elemento ajeno a las propias obras y que tenga más que ver con el diseño expositivo. Un elemento de diseño que amalgame las tres salas. Podríais decirme, que el elemento que da unidad al recorrido es la imagen de Sorolla que da la bienvenida en alguna de las salas o la temática del jardín, pero por si solo ni uno ni otro crean un todo, lo único que crean es un recorrido monótono. En todas se repite un mismo esquema, que tampoco unifica ni nos muestra la diversidad dentro de la unidad: en la entrada de las dos primeras salas una imagen de gran tamaño del pintor; pinturas que nos muestran el jardín de la casa de Sorolla y otras de jardines andaluces y de la Alhambra y el Generalife, en los que se inspiraría. Y por último, fotografías de la familia, esculturas, azulejos y bocetos de cómo se fue creando cada uno de los jardines. Objetos que podíamos denominar como elementos complementarios de apoyo. Si la idea es ver cómo Sorolla se convierte en creador de su propio jardín, habría que dar más importancia a los bocetos e incluso a las pequeñas esculturas, y no subordinar todo a los lienzos. Así, lo que han logrado, es que la idea vaya por un lado y la exhibición por otro. 









Proyecto para el cerramiento del segundo jadín (1916-7)
Proyecto para el segundo jardín de la casa de Sorolla (ca 1916)

Si fallamos en el montaje expositivo, insisto, de una exposición temporal, fallamos en la trasmisión del mensaje y por lo tanto en la exposición, ya que se nos olvidará lo que hemos visto. Una exposición es una puesta en escena. No puede ser una sucesión de obras ancladas a la pared y menos con un tema tan cerrado y repetitivo como este, debido a que al tercer o cuarto jardín nuestro ojo deja de trabajar, nuestro cerebro se declara en huelga, ya no capta más colores ni formas, las verá todas iguales y con eso se consigue cansancio visual, aburrimiento y abandono de la exposición. Tiene que existir un ritmo que no se puede crear únicamente con el marco del lienzo y con los tamaños. Y aquí entra en juego la idea de destacar aquellas obras más importantes dentro de la exposición, que en esta ocasión, tampoco existe. No todas las obras son igual de relevantes en la producción del artista, por lo que debe de haber una diferenciación entre ellas. Cuando las damos el valor que tienen con respecto al tema, conseguiremos crear el ritmo que necesitamos a través de puntos de interés en el recorrido, y así nuestro ojo y cerebro volverían a trabajar. Y lo más importante, estaríamos dando información relevante al público, ya que esta no solo hay que darla a través de los paneles explicativos o de las hojas de sala. Pensemos que las obras tienen múltiples lecturas y elementos de los que podemos servirnos para crear un mensaje. Dependiendo de cómo los utilicemos, de aquello que queramos destacar o de otras obras con las que las relacionemos, las posibilidades son muy variadas. El tema del jardín en la producción de Sorolla tiene un motivo muy concreto, no es aleatorio ¿la exposición trasmite qué buscaba realmente Sorolla cuando decide pintar jardines incluido el de su casa? 



En 1907 Joaquín Sorolla (1863-1923) comienza a pintar jardines. Jardines ordenados, realistas y pintados al aire libre. Jardines influenciados por la "Vista del jardín de la Villa Médici de Roma" de nuestro siempre querido Velázquez. En este lienzo, Velázquez, como harán siglos después los impresionistas, busca la captación de lo inmediato, del juego de luces, de la plasmación del jardín sin más, sin ningún elemento que lo justifique, obvia la anécdota. Aún siendo una obra de 1630 es infinitamente más actual que cualquiera de las de Sorolla. Él buscará lo mismo pero ¿lo conseguirá?

"Vista del jardín de la Vila Médici en Roma" (ca 1630)
Diego Velázquez.

En 1910 creará su propio jardín. Un jardín que mezcla la estética mediterránea; la hispanoárabe, debido a la fascinación que causó en él lo visto durante sus estancias en Andalucía que se aprecia en el primero y segundo jardín de su casa madrileña, y la renacentista italiana mediante la introducción de esculturas como parte del jardín.


"Jardín de la casa de Sorolla" (1916)
"Dionysos" (ca 1911)

Era frecuente que los pintores de la época creasen sus propios espacios que luego se convertían en el objeto de sus pinturas. A través de ellas nos mostraron la parte más íntima de su vida. Esta idea es la que pretende vender la exposición, y desde el museo hablan de cómo está introducido en ese círculo de "pintor jardinero". Pero los artistas impresionistas que ellos citan, como Camille Pissarro (1830-1903) o Claude Monet (1840-1926) crearon sus jardines mucho antes de que lo hiciese Sorolla. Ya desde 1870 Monet se había interesado por ellos, primero en su casa de Argentuil y desde 1890 en Giverny. Aquí, recreó un exótico jardín con nenúfares importados desde Egipto que las autoridades de la ciudad le aconsejaron quitar ya que envenenaban el agua. Ni que decir tiene, que Monet hizo caso omiso de la sugerencia. El jardín se completaba con un puente japonés que aparece en alguno de sus lienzos y que evidencia el gusto oriental, debido a la influencia que sobre los artistas de la segunda mitad del S.XIX tuvo la estética japonesa. Un jardín que se convirtió en el centro de su producción hasta el final de su vida. Un jardín que nos da mucha información de la época, de las influencias en el arte o de la sociedad. Los jardines de Sorolla no dan ninguna de esas informaciones, le muestran más anclado en el pasado que en los intereses de la sociedad de su tiempo. No sucede lo mismo cuando pinta retratos o paisajes. 


"Puente sobre las ninfeas" (1899)
Claude Monet (1840-1926)
Museo de Arte de Filadelfia.
Cuando Sorolla comienza a pintar el jardín de su casa o los jardines andaluces, lo hace con un único objetivo: seguir profundizando en la captación de la luz, la creación del jardín, es el medio para desarrollar su verdadero interés. Un interés qué es más una obsesión. Su formación como iluminador de fotografías y el empuje de sus maestros para que pintase al aire libre, están en la base de su obra posterior. Por la búsqueda de los valores lumínicos se le ha comparado con los impresionistas, pero le separan muchas más cosas de las que les unen. La gran diferencia se encuentra en la técnica. El Impresionismo, tal y como establecía la ciencia pictórica, utilizó una pincelada corta y rápida, para deshacer lo material y convertirlo en inmaterial y así atrapar el momento preciso y fugaz. Utilizaban pigmentos sin mezclar, ya que la mezcla se haría a través del ojo del espectador. Podéis experimentarlo, cuando veáis una obra impresionista tomad cierta distancia y veréis como los objetos van tomando forma, los colores se unen unos con otros reconstruyendo el lienzo. Si por el contrario, os acercáis, percibiréis colores puros pero no sabréis que objetos o representaciones hay en el lienzo. Podéis hacer lo mismo con la obra de Sorolla, aunque el resultado no será el mismo. 

Fragmento "Mujer con sombrilla en un jardín" (1875)
Auguste Renoir (1841-1915)

Museo Thyssen-Bornemisza (Madrid)



Fragmento " Jardín de la casa de Sorolla" (1916)
Joaquín Sorolla (1963-1923)
Museo Sorolla (Madrid)
Sorolla, utilizará una pincelada larga y sinuosa, que le pone en relación con la barroca de Franz Hals. A mí me recuerda también a la post impresionista de Van Gogh en obras como "La noche estrellada". Con ella no logra trasmitir la idea de inmediatez sino de un momento largo, pausado y congelado. Sorolla busca dar luminosidad a la obra a través de la plástica de los colores. Como recoge Valeriano Bozal, lo que hacía era saturar hasta el grado más chillón el color local de los objetos. De esta forma no capta, ni consigue trasmitir los efectos de la luz sobre un elemento o un cuerpo, únicamente les baña de luz. Por ello, su obra es muy reconocible solo fijaros en la luz que baña el lienzo. Como opinión personal, hablar de él, como máximo representante del Impresionismo español, como algunos le denominan, supone simplificar al máximo lo que este estilo fue y supuso en la historia del arte. Pero es que además, el Impresionismo acaba disolviéndose en los primeros años de 1880. También le engloban dentro del Iluminismo o Luminismo. Un estilo proveniente de Estados Unidos, donde comenzó a desarrollarse a mediados del S.XIX, con intereses similares al Impresionismo. 


Segundo jardín de la casa de Sorolla (1818-9)
Influencias del Generalife de Granada.

Sinceramente y aquí entre nosotros, como si tuviésemos un conversación entre tú y yo, Sorolla se acercó a las novedades vanguardistas, reinterpretándolas o adaptándolas a su forma de hacer. Pero no logró crear un estilo, solamente siguió los esquemas que estaban presentes en su época, el Impresionismo y el Luminismo, unido a los avances científicos y tecnológicos que se estaban llevando a cabo en lo referente a la luz. Tuvo tantas influencias y tan variadas desde Fortuny a los pintores del norte de Europa, pasando por los Fauvistas y Velázquez junto a muchos otros, que su aportación personal, si descartamos el tema, se pierde. Según yo creo, su mayor aportación no fue técnica. Su mayor aportación fue intentar captar los efectos de luz en temas como el costumbrismo social, es decir en temas de denuncia, cuando el tema que servía de base a ese propósito en el resto de pintores era el paisaje.

Sorolla seguirá buscando el estudio de la luz cuando ya el Impresionismo y la importancia del valor lumínico estaba superado con el nacimiento de otros movimientos de Vanguardia, de otros Ismos, que tenían otras preocupaciones estilísticas y de ruptura con el arte establecido. Pensad que cuando inicia sus estudios de jardines, en 1907 ¡Pablo Picasso presenta "Las Señoritas de Avignon"! Punto de partida de desarrollo del Cubismo. Un estilo que tan alejado está de aquellos objetivos lumínicos y de captación de lo real, y que nace precisamente para contrarrestar esos efectos. El Cubismo, el estilo más revolucionario del arte, el que hizo replantearse los postulados artísticos y los valores sociales, estaba en plena ebullición, y al que califican como "nuestro artista más internacional" ¡parece que no se estaba dando cuenta! Después del Cubismo ya nada volvería a ser igual, excepto en la obra de Sorolla, donde nada cambió. 

"Las Señoritas de Avignon" (1907)
Pablo Picasso (1881-1973)
Museum of Modern Art (MoMA)
Estamos ante una exposición itinerante más, creada desde el Museo Sorolla para recorrer una ciudad tras otra. Está muy bien poder contemplar los jardines del pintor valenciano, pero ¿es el lugar y el momento adecuado? Vosotros podéis pensar ¿existe un momento adecuado? ¡Por supuesto! Y los organizadores de la programación cultural de un museo deben saberlo. El momento adecuado tiene que coincidir con la política cultural del museo o de las salas expositivas, con las necesidades culturales de la ciudad y de los ciudadanos que tienen que convertirse en visitantes. En muchas ocasiones parece que lo único que tiene interés es el incremento de público a través de exposiciones tipo, es decir, de las que son un reclamo y venden. La cultura no es un negocio, ni una competición que nos sitúe a la cabeza del ránking de museos más visitados. El arte tiene que ser deleite, disfrute y aprendizaje. En éste caso las cifras están más que aseguradas, la unión de Sorolla, jardines y período vacacional son una apuesta segura. Pero ¿realmente el triunfo de una exposición se puede medir por los cientos de visitantes que pasean por las salas como si lo hiciesen por cualquiera de las calles más transitadas de cualquier ciudad del mundo? Y lo más importante ¿cuántos se acordarán de ésta exposición pasados unos meses? Y en cuanto al lugar... ¿Es adecuado hacerla en un museo que está dedicado al arte contemporáneo español desde 1918 a la actualidad? Pues claramente no, ya que se aleja totalmente de la temática y de la orientación del museo. Muy distinto hubiera sido si se hubiese puesto en relación con algún artista de la colección permanente, con una idea de esa misma colección, con la sociedad del momento, etc. 


"Barrio de París" (1928) Joaquín Torres García
"Sur noir" (1948) Pablo palazuelo
"Hommage a Marc Chagall" (1933)  Pablo Gargallo
Las cifras también estarán aseguradas después del período vacacional, ya que éste tipo de obras son como un imán. Como dice Guillermo Solana, director artístico del Thyssen- Bornesmiza "el público solo quiere ver lo que conoce y conoce cuatro cosas". Algo en lo que estoy totalmente de acuerdo. Os puede parecer una frase dura, verdaderamente lo es, pero también es una realidad. Es verdad que hay que dar gusto a todos y complacer a la variedad de visitantes. Si el arte no es excluyente las exposiciones tampoco tienen que serlo. Pero los museos y las exposiciones, tienen que ayudar a que esas pocas cosas que conocen se amplíen. Tienen que enseñar a ver y a hacernos disfrutar de todo lo que el mundo del arte nos ofrece. 



Como siempre, recomiendo la visita al museo y a la exposición. Aunque en la actualidad, más que un museo sea una amalgama de espacios expositivos donde todo vale. El conocido popularmente como Patio Herreriano, tiene una colección permanente magnífica que ha pasado de vivir de espaldas a la ciudad, sin pensar en las necesidades de los ciudadanos, a volcarse tanto en hacerlo accesible, que ha perdido su rumbo. 

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