viernes, 25 de mayo de 2018

La joven de la perla y otros retratos.


"La joven de la perla" (1665)
Johannes Vermeer
Mauritshuis (La Haya)

La Historia del Arte está llena de retratos. Imágenes, a través de las cuáles, hemos podido conocer el rostro de artistas, de reyes y reinas, de amantes del arte, de "donantes" y marchantes, de personajes de la iglesia, de burgueses y de un largo etc. Pero junto a estos, fácilmente reconocibles, existen otros, de los cuáles, desconocemos su nombre. Retratos inspiradores y atrayentes, con una belleza cargada de un gran misterio. Entre estos últimos se encuentra el de "La joven de la perla". Un retrato que seguro todos conoceréis. El artífice de tan bella obra, no es otro que uno de los grandes, Johannes Vermeer. 

Johannes Vermeer (1632-1675)
El retrato, como género artístico, está presente en todas las etapas de la Historia del Arte. Durante la época romana hay un gran desarrollo que se aprecia, no solo en las esculturas, sino también en las monedas con un claro carácter propagandístico. No eran, en muchos de los casos y dependiendo de la época, retratos fidedignos, ya que durante el Imperio olvidan los rasgos personales de cada uno para buscar la idealización del Imperator con la que mostrar su grandeza. Siglos después, será el Renacimiento y el Barroco, los que hagan de él un género imprescindible. Los cambios sociales, el deseo de mostrar el poder, y los logros económicos de una burguesía muy pujante, harán que los personajes de las altas esferas, quieran tener el suyo propio, imitando a la realeza, para mostrar al mundo sus logros. Algunos pintores se dedicaron casi en exclusividad a este género, sobre todo los pintores de Corte, como el pintor flamenco Van Dyck o Sofonisba Anguisola, que retrató a Felipe II. Sus retratos destacan por la frescura, ya que, en ocasiones, sus modelos aparecían realizando tareas domésticas. Otros, como Rembrandt o Velázquez, lo alternaron con otras temáticas, destacando en todas ellas. Su genialidad era tal, que daba igual lo que pintaran, todo lo que tocaban lo convertían en excelso. Entre sus retratos más conocidos, en el caso de Rembrandt, destacan sus autorretratos que reflejan los cambios físicos por los que va pasando. En el de Velázquez, sobresale el del "Papa Inocencio X", por su magistral estudio psicológico. Vosotros me podéis argumentar que existe otro aún más famoso, es cierto, ¿todos sabéis cuál es? Velázquez no solo retrató al papado y a la monarquía, también a los enanos y bufones tan presentes en la España del seiscientos, y que a costa de sus deformidades, entretenían a una sociedad ociosa, la cual pensaba que cada hombre tenía un papel concreto que desempeñar en la vida.

Autorretrato de Rembrandt van Rijn (1661).

"El Niño de Vallecas" (1635-45).
Diego Velázquez.
Museo del Prado (Madrid)





Con la llegada, en el hemisferio norte, del verano, las ganas de viajar se acrecientan. Si aún no tenéis un buen plan, podéis acercaros hasta los Países Bajos, concretamente hasta La Haya y visitar el Mauritshuis. Allí encontraréis obras maestras de Vermeer, del genial Rembrandt como la "Lección de anatomía" o su propio retrato, de Franz Hals, Clara Peeters, Rubens o Van der Wyden, entre muchos otros. Todos ellos, grandes maestros de la pintura flamenca, renacentista y barroca, que hicieron avanzar el arte. Y allí podéis contemplar y disfrutar de la joya del museo, y protagonista de esta nueva manzana: "La joven de la perla". Una joven vestida con un exótico traje que envuelve su cabello en un turbante azul ultramar. Su rostro se gira para mirarnos. Sus ojos vívidos y llenos de misterio, nos interrogan. Su belleza se completa con un pendiente de perla en forma de lágrima que emite destellos y reflejos. Si os fijáis, el pendiente es excesivamente grande, convirtiéndose en foco de atracción para nuestros ojos. Pero al mismo tiempo, hay una confrontación con otros dos elementos: el delicado rostro de la muchacha que busca el contacto visual con el espectador y el preciosismo del azul del turbante. Tres elementos creados de una forma magistral con un elemento en común: la captación de la luz. Una luz blanquecina que caracteriza a su creador, y que también están presentes, en sus labios húmedos, así como en su rostro. Luz que le ha valido, el sobrenombre del pintor de "la luz holandesa".


Detalle de "La joven de la perla"


En 1665 Johannes Vermeer pinta este lienzo en el que representa a una desconocida joven, de la que, ni siquiera en la actualidad, sabemos quién pudo ser, a pesar de las elucubraciones que existen. Sinceramente, viendo la obra, a mí no me interesa tanto saber quién fue y porqué la retrató, ya que su sola presencia lo llena todo. Es tan imponente y a la vez tan delicada, que cuando nos enfrentamos a ella solo podemos apreciar la calidad de los pigmentos, de la pincelada, del dibujo, de la intimidad que emana, y de una obra, en la que todos los elementos se unen y se relacionan buscando la perfección. Los escasos colores se conjugan ofreciéndonos unas tonalidades que casan a la perfección con el rostro tierno de la muchacha. Pero no solo eso, juega con el nacarado del rostro evocando el material perlado del pendiente. Crea conexiones a través de muy pocos elementos, que lo que hacen, es potenciar aún más la sencillez de la retratada y de su belleza. Y en este sentido, se sirve también del fondo. En este caso, elige un fondo negro, sin referencias espaciales, haciendo que destaquen aún más los elementos antes citados, convirtiéndoles de nuevo, en foco de atracción. El objetivo es solo ella. Pero aunque saber quién pudo ser o qué relación guardaba con Vermeer, no sea lo más importante, si que se nos plantean otras dudas. ¿Por qué la retrata con un traje de marcado carácter oriental? ¿Qué significado tiene el pendiente y por qué de dimensiones tan grandes? ¿Qué pretendía al hacerle coprotagonista de la obra? ¿Por qué una perla? ¿Puede ser que utilice la perla haciendo referencia al Barroco? La palabra Barroco proviene de la portuguesa barrueco que hace alusión a una perla irregular, aunque en este caso tiene forma de lágrima. Vermeer no dejó cartas, ni documentos que nos den pistas sobre sus encargos o como transcurría su vida. Lo cual hace más difícil conocer datos sobre su historia y la de sus obras.

Detalle de "La joven de la perla" (1665)

Johannes Vermeer (1632-1675) comparte con esta obra, por lo tanto, una característica, la del enigma. Su vida es todavía hoy un misterio en muchos de sus puntos. Nació en 1632 en Delft, una preciosa ciudad holandesa de la que nunca salió, a excepción, de un viaje que hizo debido a un litigio. En la actualidad, la urbe sigue recordando al maestro, aunque en su época no dejó de ser un pintor más. Esto se aprecia, en las estrecheces económicas que pasaría a lo largo de su vida, a pesar de casarse con Catharina Bolmes, una mujer adinerada. Quizá, esta estrechez, se deba a la cantidad de hijos que tuvo, nada más y nada menos que once. A lo cual, se une la falta de encargos, y que estos partiesen de coleccionistas y mecenas locales, como Pieter van Ruijven. Su arte no salió de los límites de su ciudad y de la cercana La Haya, y eso, que Vermeer fue un importante miembro del gremio de pintores de San Lucas. Aún así, sus obras se vendían por una gran cantidad de dinero. Se le atribuyen, aproximadamente 45 obras, de las que sólo se conservan unas 30. En manos de la hija de Ruijven, y heredadas de su padre, se hallaron 20. Por ello, no se entiende muy bien, que no gozando de un estatus privilegiado, utilizase, tan habitualmente, el carísimo azul ultramar, el pigmento más costoso de los habidos en ese momento. Este azul, se obtenía al triturar una piedra semipreciosa: el lapislázuli, con un brillo irisado, que provenía de más allá del mar, de ahí el sobrenombre de ultramar. Una piedra, que fue característica de los faraones egipcios y que como pigmento, fue profusamente utilizado por los pintores del Trecento, como el Duccio o el Giotto en los frescos que decoran la Capilla Scrovegni (Padua), y del Quattrocento, como Fra Angelico. El color se utilizaba para simular el cielo o como fondo en el caso de el Giotto, pero también, como se aprecia en las Anunciaciones, era el color del manto de la Virgen.

Capilla Scrovegni (1302-1305)
El Giotto 

Si bien hablamos de "La joven de la perla", como de un retrato, sería un error calificarle como tal. Realmente pertenece a un género llamado tronie, cuya traducción sería rostro, y que se desarrolla, durante el S.XVII, en Holanda. El tronie es una pequeña pintura de un personaje, que no tiene que ser real, por lo tanto no hablaríamos de retrato, ya que lo que se busca es mostrar la variedad de gestos. Son, en muchos de los casos, divertidos estudios gestuales. La tipología más generalizada era la de busto o busto ligeramente alargado hasta los hombros, aunque podían llegar a extenderse hasta la cintura, es decir de medio cuerpo. Algunos de los autorretratos de Rembrandt se catalogan dentro de este subgénero, pero sobre todo destaca Franz Hals. Y entre los más difundidos, y que representan a la perfección lo que es un tronie, destaca "El fumador" de Joos Van Craesbeeck y los realizados por su maestro Adriaen Brouwer.

"El fumador"
Joos Van Craesbeeck (1605-1660)

"The bitter potion" (c.1635)
Adriaen Brouwer.
Autorretrato de Rembradt
("Rembrandt riéndose")

Pero Vermeer pintó más retratos, como el "Retrato de una mujer joven". Los dos, el que nos ocupa y este, son obras de madurez y guardan muchas similitudes. Ambos se inscriben dentro del género de los tronies. Para la representación de las dos mujeres utiliza el tipo de busto ligeramente largo, de perfil y con el rostro girado tres cuartos hacia la izquierda, mirando al espectador. El retrato de tres cuartos, viene heredado de Jan Van Eyck, uno de los más destacados primitivos flamencos. Ambas llevan un tocado y un pendiente de perla en forma de lágrima. El fondo, como en la otra representación, es neutro, carece de referencias espaciales. Obvia la narratividad que nos podía proporcionar ubicarla en un ambiente concreto. De nuevo, el rostro, es iluminado por una luz que hace que resalte respecto al fondo, contrastando ambos elementos, y recortando la cara de la joven, que parece salir hacia nosotros. Ella también nos mira como buscando nuestra complicidad, pero en esta ocasión, parece sonreírnos muy tímidamente, mientras que la joven de la perla, con sus labios entreabiertos, parece querer entablar una conversación con el espectador. No todo son parecidos, hay diferencias, como la gama cromática utilizada, no aparece el azul ultramar, los colores son más apagados, más neutros y fríos. Pero como en el caso anterior, sirven para completar y ahondar en el gesto, en la delicada y tímida sonrisa que nos dedica la joven. En el caso anterior, el rostro destila más sensualidad y por ello, utiliza el azul ultramar, un color más atrayente, podíamos calificarle incluso de sensual, exótico por su origen y muy deseado. Características, todas ellas, aplicables al rostro de la joven. Pero hay un elemento más que profundiza en lo que nos quieren trasmitir una y otra. Ese elemento, es la actitud que adoptan las jóvenes. Mientras que la joven de la perla esta erguida, lo cual da sensación de seguridad, de aplomo, la otra joven parece que se repliega sobre ella misma, los hombros parecen estar adelantados y cerrados, un gesto que sirve para remarcar la timidez que emana del propio rostro. Vermeer es el creador de las escenas perfectas, en las cuales todos los elementos, los colores, las poses, las formas van hacia un único objetivo. No obstante, la sensación que tenemos al contemplar uno y otro, son totalmente diferentes. Mientras que "La joven de la perla" ejerce un gran poder de atracción y de preguntas sobre la joven que aparece representada, en el "Retrato de mujer joven" no existe ese poder de seducción. Es un rostro igualmente delicado, pero carece de la belleza e intriga que nos trasmite el otro.

"Retrato de una mujer joven" (1665-7)
Johannes Vermeer.
The Metropolitan Museum of Art (Nueva York)

Yo me declaro fan absoluta e incondicional de Johannes Vermeer, a pesar de reproducir modelos y esquemas en todas sus obras. Pero sus características, sobre todo el enorme detallismo y el estudio de las calidades, el color, junto a la delicada belleza, a lo liviano y a lo grácil, hacen que se convierta en uno de mis pintores favoritos. 

El misterio que rodea a nuestra joven con pendiente, ha hecho que surjan libros y películas, que intentan acercarnos la historia de esta muchacha y a la supuesta relación con el pintor, algunos creen que era la hija del coleccionista antes citado. Y gracias al cine, Scarlett Johansson, se ha convertido en la nueva joven de la perla. Pero también, hay toda una variante de versiones en diferentes técnicas y con personajes muy conocidos tanto de la ficción como de otras obras. Así, Daisy, ha adoptado el característico turbante para convertirse en "Daisy de la perla". Pero también, la joven a la que Vermeer dió la inmortalidad, aparece compartiendo escenario con La Mona Lisa (por el misterio que rodea a la joven de Vermeer, se la pone en relación con esta obra de Leonardo, apodándola la Mona Lisa holandesa, término del que yo huyo), y con el hombre de "El Grito" de Munch. Los tres, con gestos muy actuales, se realizan un selfie, adaptándose a los nuevos tiempos. A mí, la versión que más me gusta, es la que os dejo aquí. Parece, que cansada de ser fotografiada una y otra vez, se toma la revancha para fotografiarnos a nosotros. Así que... ¡Sonríe!



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