"For the love of God" Damien Hirst |
Las producciones artísticas de todos los tiempos, grosso modo y simplificando, se mueven entre dos aspectos: la creatividad unida a la originalidad, y la estafa o el plagio. Buscar la originalidad en el arte, sin caer en la extravagancia, es cada día más complicado, sobre todo cuando este valor de singularidad y unicidad, se ha perdido. Pero no son los artistas actuales los que huyen de la huella dejada por ellos mismos, ya desde principios del S.XX y sobre todo el arte que nace tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo estilos como el Op Art, buscaban la desacralización y la democratización del arte, acabar con el aura que le imponía la individualidad. Para ello se sirvieron de la técnica, de la producción en serie y por lo tanto de un taller lleno de ayudantes que realizaban esas obras. La idea residía en el artista, pero la ejecución recaía sobre un taller. Los grandes escultores y pintores de todos los tiempos trabajan de una manera similar, con los medios con los que contaban. Esta idea ha llegado hasta nuestros días de la mano de artistas como Takashi Murakami. Para ellos, la importancia que antes descansaba y residía enteramente en la obra, ahora lo hace en los procesos de producción, quedando esta como un objeto más. La finalidad de esta producción, reconocida por la estética que identifica al artista, pero altamente aséptica, es el mercantilismo artístico. Se busca generar dinero, algo que ya hiciera Andy Warhol en The Factory. De todos estos presupuestos, participa un personaje al que califican de excéntrico, pero yo creo que tiene más de embaucador, de cínico y de un hombre con mucha suerte. Este personaje no es otro que el británico Damien Hirst (Bristol, 1956). ¿Quién no ha oído hablar de él?
Damien Hirst no deja indiferente, no tanto por sus obras, más bien por sus actos pero sobre todo por sus declaraciones. Si queréis conocer realmente a un artista y el significado de sus obras leed las entrevistas que concede, las cuales, se convierten en un documento fundamental para acercarnos a ellos, incluso más que los catálogos expositivos. Estos únicamente nos acercan a la obra ofreciendo una visión muy sesgada. Las entrevistas dadas por Hirst son más relevantes que las obras que vamos a ver, es un maestro, no de la creatividad, pero si de la creación de expectación a través de sus palabras que generan polémica. Una polémica, que hace, que la importancia se aleje de la obra en si para centrarse en otros aspectos vinculados a ellas como el plagio, la producción en serie o la utilización de ayudantes u "obreros", como él les denomina, que las terminan. Podíamos pensar que todos estos aspectos devaluarían la producción artística y al propio creador, pero inexplicablemente, lo que provoca, es todo lo contrario: la revalorización de la obra y sobre todo del artista. Después de leer algunas de sus entrevistas, llegas a la conclusión que Damien Hirst no tiene ningún amor por lo que crea o recrea. Sus obras se compran no por lo que representan sino por quién la ha hecho. La obra es una transacción monetaria, un medio con el que hacerse millonario. Y lo ha conseguido. Está considerado el artista más rico del mundo. Pero ese encarecimiento, también lo ha conseguido manipulando el mercado artístico, que como todos sabemos, es el mercado más fuerte que existe, y las normas por las que este se rige. Hirst sabe que los marchantes y el mercado del arte son los encargados de marcar el rumbo del arte, de catapultar a la fama o despreciar a los artistas. Y por ello, debió pensar que lo mejor era controlar no solo su producción, también a los marchantes y las leyes del mercado para que su obra fuese valorada en términos económicos pero siempre al alza. Un juego especulativo que controla a la perfección. Para ello monta sus propias subastas en las cuales prescinde de marchantes e intermediarios. Ha llegado a cerrar Sotheby´s para montar sus propias subastas según su propia ley de la oferta y la demanda. Se habla de que muchas de sus obras son adquiridas por él a través de una sociedad de la que es miembro, para luego, después de revalorizarlas, venderlas, ahora sí, a clientes que nada tienen que ver con él, lo cual le genera un enorme beneficio económico y de prestigio. Todo el marketing que subyace en la compra y venta de las mismas, hace que la atención se desvíe de la obra como objeto artístico y se centre en su intrahistoria. Las críticas, por supuesto, no se hacen esperar, lo que le lleva a ser odiado y amado a partes iguales.
Entre sus obras más destacadas, valorizadas y revalorizadas, curiosamente destacan aquellas que son un plagio, su máxima "todas mis ideas son copiadas". Como los famosos puntos de colores de "Spot painting" inspirados en los de Larry Poons; o los animales conservados en formaldehído dentro de una enorme pecera. Su instalación más importante e icónica de su producción y de una época, tiene como protagonista a un tiburón: "La imposibilidad física de la muerte en la mente de alguien vivo"(1991). Una instalación que tiene su origen en otra anterior, que lucía en el escaparate de una tienda londinense, propiedad de un artista y electricista llamado Eddie Saunders. La obra de Hirst fue adquirida por un multimillonario estadounidense, Steve Cohen, por más de 9 millones de euros. Con ese precio nos tendrían que asegurar la eternidad de la misma. Pero años después, el tiburón comenzó a descomponerse, debido a la solución utilizada y Hirst, haciendo alarde del poco amor que siente hacia su producción, y hacia el arte en general e incluso me atrevería a decir, hacia el conocimiento de estilos, movimientos y postulados artísticos, llegó a decir que podía cambiarse por otro sin que la obra variase, debido a que, como es una obra conceptual, donde lo importante es el significado que da sentido a la obra y no el propio objeto, podría sustituirse por otro animal de la misma especie, sin que la instalación sufriese un cambio en su significado y valoración. ¿Curioso no? ¿Os imagináis que nos cambiasen "La Fuente" de Marcel Duchamp por otro urinario, alegando el mismo motivo? Probablemente nos llevaríamos las manos a la cabeza, ya que en el arte conceptual, aunque la importancia reside en la idea, pero es una idea que toma forma en el obejto primigenio y "original". Como vemos, Damien Hirst, también manipula a su antojo los conceptos, las ideas sobre las que debería asentarse su producción artística. Este tiburón no está exento de polémica. En 2007 fue trasladado al MET para ser disfrutado por los visitantes que se acercasen hasta el museo neoyorkino, para algunos críticos fue una estrategia publicitaria de su comprador para aumentar su valor, para otros, la estrategia provendría del museo para incremetar el número de visitantes, ¿realmente le hacía falta al MET el tiburón de Hirst, para conseguir ser foco de atracción o para mostrarnos la integración del arte de diferentes períodos?
Escaparate de la tienda londinense de Eddie Saunders. |
Damien Hirst también hace versiones de obras de artistas como Francis Bacon, recreando sus famosos trípticos, en los que los protagonistas humanos son reemplazados por tres cadáveres de ovejas. "La tranquilidad de la soledad" (2006) recrea "Tríptico Mayo-Junio 1973" (1973).
Esta obra fue realizada por Bacon tras el suicidio de su amante, George Dyer, de una sobredosis el día antes de la inauguración de la retrospectiva, que el Gran Palais parisino, le dedicó en 1971. Hirst también pretende realizar un homenaje, pero no al amante, sino al artista, demostrando las influencias que sobre él tuvo su compatriota, tanto en las formas como en la utilización de marcos tridimensionales tan habituales en los trípticos de Bacon. La obra de Hirst es mucho más dura visualmente hablando, mucho más narrativa y detallista. La utilización de cajas acristaladas que forman cada una de las alas de un tríptico, nos permite, por un lado, apreciar los elementos contenidos en ellas, y por otro, nos separa y distancia del drama que en su interior se representa. Es demasiado explícito y desgarrador a pesar de las mamparas que nos distancian.
Hay muchas otras instalaciones de Hirst muy reconocidas como "The Phamarcy" (1992) y obras como "For the love of God". Bajo este título se esconde la famosa calavera humana realizada en platino y recubierta por más de 8.000 diamantes, realizada por un conocido joyero londinense Bentley & Skynner. Considerada la pieza de arte moderno más cara del mundo, está inspirada en otra azteca conservada en el British Museum. La compra de esta pieza, en la que el cantante George Michael estaba interesado, estaba supeditada a que el comprador la exhibiese en diferentes museos del mundo. ¿Amor por su obra, eso sí, creada por otros, o publicidad para su nombre?
"Tríptico Mayo-Junio 1973" (1973) Francis Bacon . |
Esta obra fue realizada por Bacon tras el suicidio de su amante, George Dyer, de una sobredosis el día antes de la inauguración de la retrospectiva, que el Gran Palais parisino, le dedicó en 1971. Hirst también pretende realizar un homenaje, pero no al amante, sino al artista, demostrando las influencias que sobre él tuvo su compatriota, tanto en las formas como en la utilización de marcos tridimensionales tan habituales en los trípticos de Bacon. La obra de Hirst es mucho más dura visualmente hablando, mucho más narrativa y detallista. La utilización de cajas acristaladas que forman cada una de las alas de un tríptico, nos permite, por un lado, apreciar los elementos contenidos en ellas, y por otro, nos separa y distancia del drama que en su interior se representa. Es demasiado explícito y desgarrador a pesar de las mamparas que nos distancian.
"La tranquilidad de la soledad" (2006) Damien Hirst |
"The Pharmacy" (1992) Damien Hirst. |
Curiosamente él que plagia y copia con descaro todo aquello que se cruza ante sus ojos, ha creado un Comité de Autentificación para evitar que sus obras sean falsificadas. Es cierto que una cosa es falsificar y otra lo que hace Hirst, pero su moral me parece discutible. Su idea es resguardar su nombre y el valor económico de sus obras. Obvio, no le importa blindar la idea ya que no es suya.
Exposición Sensation (1997) |
Damien Hirst fue el precursor del grupo YBAs, quizá esto explica, en cierto modo, las ideas que aún hoy prevalecen en su obra, ligadas al marketing. En 1988 un grupo de jóvenes artistas pertenecientes al Goldsmith College of Art de Londres, comenzaron a desarrollar un tipo de obras en las que empleaban materiales, tan poco habituales, como animales muertos, excrementos o vello (la utilización de pelo no es novedosa la artista surrealista Meret Oppenheim ya había utilizado en 1936, en este caso pelo de animal, en "Desayuno con pieles"). La primera exposición que hicieron los Young British Artists (YBAs) fue Frezze, y la que les agrupó bajo el nombre por el que conocemos a este movimiento o grupo, que no llegó a constituirse como tal, fue Sensation (1997) en la Royal Academy of Arts en Londres. Los YBAs realmente fueron una marca, bajo la cual Damien Hirst, agruparía a otros artistas como Sarah Lucas, Angus Fairhurst, Marcus Harvy, Chris Ofili o Tracey Emin. Una marca que le debe todo al marketing y a la publicidad que la convirtió en un espectáculo y a sus artistas en los más cotizados, a pesar de que sus obras eran mediocres y pobres artísticamente hablando. Si YBAs fue la marca, ellos fueron el producto que se vendía, no sus obras. Un producto deseado por los coleccionistas de arte y buscado por el público sobre el cual ejercieron un gran poder de atracción. Y al igual que hoy nos preguntamos si la obra de Hirst es importante para el mundo del arte, también en esa década de los 90 se preguntaron si estos jóvenes artistas estaban dejando su huella en el mundo del arte, buscando la provocación al más estilo Punk, marcando una nueva ruptura con los cánones estéticos y artísticos del momento, o simplemente, eran un producto publicitario, provocador y muy banalizado, bajo una marca llamada YBAs. Quizá tuvo mucho que ver en su desarrollo y su valoración que el mentor de este grupo fuese Charles Saatchi, un publicista y coleccionista de arte. Jamás tuvieron un corpus teórico que les agrupase en unos ideales a desarrollar buscando con su arte crear algo nuevo o imponerse a la sociedad imperante que no les gustaba. En lo YBAs no hay nada de eso, lo único que les une es la idea de espectáculo y provocación, la utilización de materiales como he dicho antes, poco habituales en las Bellas Artes y la importancia del proceso en el hecho creador y no la obra como elemento importante que aunase sus ideas. Su forma de trabajar se ha puesto en relación con las ideas posmodernistas sobre todo en el uso de la provocación traspasando los límites de la decencia (aunque yo me pregunto ¿por qué tenemos que poner límites al arte?). Con sus obras y sus actitudes marcaron el desarrollo de una contracultura agresiva que ya estaba presente en Londres, a través del movimiento Punk, dos década antes.
Para poder comercializar su trabajo, a finales de los años 90, Tracey Emin (1963) y Sarah Lucas (1962) crearon The Shop en East London. Hay dos obras que se han constituido como iconos de este "estilo" londinense, una es el tiburón de Hirst y otra "My bed" (1998) de Tracey Emin.
Se ha hablado de que la obra de estos artistas, incluso Hirst lo decía al hablar de su tiburón, se engloba en el Arte Conceptual. Pero hay una enorme diferencia entre estas obras y las que pertenecen al conceptualismo. Las obras conceptuales se crean desde una idea o desde un objeto, pero hay una transformación del mismo para que tenga el significado que el artista busca. Si observamos "My bed" podemos llegar a pensar que la artista partiendo de su propia cama ha creado un significado modificando los elementos. Si observáis la instalación encontraréis un lejano recuerdo en otra habitación ¿Sabéis cuál? (Podemos hacer un juego, dejad en los comentarios, si os apetece, la obra que os viene a la memoria después de ver la de Emin, me gustaría conocer vuestras ideas). Pues bien, nada que ver. Tracey Emin estaba pasando por una época de sexo desenfrenado que al día siguiente no recordaba, borracheras continuas, consumo de drogas, etc. Una de esas noches locas, al volver a su cama la observó y pensó que ese mueble deshecho, sucio, tóxico y corrosivo, lleno de botellas, preservativos, ropa sucia y otros objetos, estaba reflejando su mundo interior. Y esa cama despeinada, revuelta y arruinada, fruto de sus orgías, se convirtió en una obra de arte altamente cotizada. Como idea y paralelismo es genial, su mundo interior queda reflejado perfectamente, pero ¿dónde está la creación, la idea que lleva a realizar algo? ¿o el proceso de creación que ellos tanto valoraban?
Si Emin y Lucas crearon una tienda, Hirst da un paso más y crea su propio museo. Según el nos cuenta, el objetivo es acercar sus obras a toda la población, por eso, además, es gratuito. Podíamos pensar en un hecho altruísta de un multimillonario artista que a través del museo democratiza el arte, haciéndole accesible a todos. Pero conociendo sus declaraciones, más bien huele a egocentrismo. Para otros, en cambio, es una tapadera de otros negocios, idea que le persigue. Si tenéis la oportunidad de ir a Londres este verano, o en cualquier otro momento, pasaros por el "Newport Street Gallery", cerca del Támesis y difrutad del museo y de las obras.
Tracey Emin y Sarah Lucas en "The Shop". |
Para poder comercializar su trabajo, a finales de los años 90, Tracey Emin (1963) y Sarah Lucas (1962) crearon The Shop en East London. Hay dos obras que se han constituido como iconos de este "estilo" londinense, una es el tiburón de Hirst y otra "My bed" (1998) de Tracey Emin.
"My bed"(1998) Tracey Emin. |
Se ha hablado de que la obra de estos artistas, incluso Hirst lo decía al hablar de su tiburón, se engloba en el Arte Conceptual. Pero hay una enorme diferencia entre estas obras y las que pertenecen al conceptualismo. Las obras conceptuales se crean desde una idea o desde un objeto, pero hay una transformación del mismo para que tenga el significado que el artista busca. Si observamos "My bed" podemos llegar a pensar que la artista partiendo de su propia cama ha creado un significado modificando los elementos. Si observáis la instalación encontraréis un lejano recuerdo en otra habitación ¿Sabéis cuál? (Podemos hacer un juego, dejad en los comentarios, si os apetece, la obra que os viene a la memoria después de ver la de Emin, me gustaría conocer vuestras ideas). Pues bien, nada que ver. Tracey Emin estaba pasando por una época de sexo desenfrenado que al día siguiente no recordaba, borracheras continuas, consumo de drogas, etc. Una de esas noches locas, al volver a su cama la observó y pensó que ese mueble deshecho, sucio, tóxico y corrosivo, lleno de botellas, preservativos, ropa sucia y otros objetos, estaba reflejando su mundo interior. Y esa cama despeinada, revuelta y arruinada, fruto de sus orgías, se convirtió en una obra de arte altamente cotizada. Como idea y paralelismo es genial, su mundo interior queda reflejado perfectamente, pero ¿dónde está la creación, la idea que lleva a realizar algo? ¿o el proceso de creación que ellos tanto valoraban?
Si Emin y Lucas crearon una tienda, Hirst da un paso más y crea su propio museo. Según el nos cuenta, el objetivo es acercar sus obras a toda la población, por eso, además, es gratuito. Podíamos pensar en un hecho altruísta de un multimillonario artista que a través del museo democratiza el arte, haciéndole accesible a todos. Pero conociendo sus declaraciones, más bien huele a egocentrismo. Para otros, en cambio, es una tapadera de otros negocios, idea que le persigue. Si tenéis la oportunidad de ir a Londres este verano, o en cualquier otro momento, pasaros por el "Newport Street Gallery", cerca del Támesis y difrutad del museo y de las obras.
Newport Street Gallery |
Hablar de Damien Hirst es hablar de copias, de estafa, de efectismo, de cinismo, de flirteo con el mercado del arte, de dominación, excentricidad y de burla hacia todos los agentes que entran en juego en el mercado y la visualización de la obra: el comprador, el crítico y hacia el público. Hablar de él y de los integrantes de YBAs es hablar de una nueva forma de entender el arte como negocio y generador de dinero, por encima de los valores que deben estar presentes en la producción, lo cual plantea dudas no solo sobre los artistas también y sobre todo, sobre los coleccionistas y los marchantes. Todos ellos entran en este juego que desvirtúa la creación y la valoración del Arte Contemporáneo.
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