domingo, 29 de julio de 2018

La fotografía a través del objetivo de Gerson Magana.



@Gerson_magana_photography

No hay nada más bello que la naturaleza. Ella, sabiamente sabe combinar los colores que hacen únicos los atardeceres, donde  los naranjas y los amarillos se mezclan y se van tornando en otros más oscuros hasta alcanzar la noche. Atardeceres con líneas de horizonte bajas por donde el sol, de un amarillo intenso, va desapareciendo para dejar paso al reinado de la luna con sus tonalidades grises. Una belleza, que se perdería, si el objetivo del joven fotógrafo estadounidense, Gerson Magana, no la hubiera captado. Él, a través de las lentes de su Nikon, y por encima de todo, de la enorme capacidad que tiene para saber verla, capta en imágenes serenas, nostálgicas, y en ocasiones enigmáticas, la atemporalidad de un momento único y fugaz. Y así, estos elementos, se convierten en característicos de sus fotografías. 

@Gerson_magana_photography

La primera vez que contemplé sus instantáneas, quedé fascinada por la perfección del esplendor que trasmiten. No me fijé en nada más, y eso, que mi mente analítica, intenta explicar cada uno de los elementos que aparecen en una obra. Pero las tonalidades, eran tan puras y vibrantes, y las composiciones tan limpias, que mis ojos quedaron atrapados en los colores y en el espacio. Y junto a la idea de algo bello también sentí la de la soledad, pero sobre todo la de la serenidad. Sus obras nos trasmiten la calma de un momento preciso, el momento en el que las calles han sido abandonadas por los transeúntes y en la cuáles reina la calma. Y es entonces, cuando el objetivo de su cámara los capta, los pilla in fraganti, cómo cuando Velázquez retrataba una escena cotidiana con tanta maestría que los personajes parecían sorprendidos en actitudes habituales. Gerson, sorprende el atardecer o el anochecer y con ellos, a los personajes y edificios que los pueblan. Sus fotografías, tienen la capacidad de invitarnos a entrar en ellas. Sus obras, no son solo para ser contempladas desde fuera, sino también desde dentro, nos hacen una llamada para descubrir espacios que rebosan algarabía durante el día, pero que en el momento en el que él les capta, están en completo silencio. Podemos pasear y disfrutar de la quietud que da la soledad de ese momento, en donde la luna o el sol en su ocaso, se convierten en nuestros acompañantes, guiándonos a través del paisaje. Pero aunque estén vacíos, en ellos, aún queda la huella implícita de las personas que los pueblan. Ofreciéndonos una visión diferente de estos lugares, cómo se aprecia en la instantánea que tiene como protagonista, al Palacio de Bellas Artes de México en total quietud, y que acompañado de la luna, o quizá, por influencia de ella, se nos presenta misterioso. 


@Gerson_magana_photography

Utilizando un contrapicado en diagonal, lo que el fotógrafo consigue, es mostrarnos la magnitud del edificio y de la escultura que tenemos en el primer plano, la cual parece estar observando al satélite lunar. 
Pero nosotros también le observamos, ya que hábilmente, el fotógrafo, ha creado una composición diagonal ascendente que se inicia en la esquina inferior izquierda (desde donde está tomado el contrapicado) la cual atraviesa los tres elementos más destacados de la composición (escultura, edificio y luna) y dirige nuestra vista hacia la redonda luna que dota a la imagen de un componente seductor. Gerson Magana sabe captar la belleza de los paisajes ya sean urbanos o no, el misterio, la quietud, y sobre todo la belleza del silencio, algo enormemente difícil, en composiciones de una gran creatividad.


@Gerson_magana_photography

Pero sus fotografías son mucho más, ya que las dota de significado, un significado que une al simbolismo de los elementos de la composición. Hay una imagen que él destaca por encima de todas, una instantánea de un atardecer tomada en las playas de Santa Mónica, en Los Ángeles. 



@Gerson_magana:photography

Oírle hablar del significado de esta imagen es mágico, ya que todos los componentes que forman parte de ella, cobran sentido. Lo que nosotros vemos es una imagen con una gran profundidad de campo que ayuda a crear distancia, nos aleja de la obra dándonos una gran perspectiva del espacio fotografiado. Y así nos convierte en simples espectadores, pero espectadores de primera fila. Desde nuestra posición contemplamos un apanoramica, con la línea de horizonte baja, que nos habla del ocaso, y vemos, cómo el sol que aún conserva su brillo, va descendiendo, parece que en cualquier momento va a tocar las arenas de la playa. A lo lejos, se vislumbran las siluetas de personas, que probablemente, disfruten de este hermoso atardecer. Hasta ahí, se nos antoja una bella instantánea de un momento determinado, en la que el fotógrafo ha sabido jugar muy bien con los colores y la luz. Pero ahora viene la explicación que él nos da de esta obra convirtiéndola en especial. A la derecha de la imagen y bajo el sol vemos una figura encorvada, un anciano que seguramente sea el único que no disfrute del ocaso, ya que él mismo se encuentra en el de su vida. Esta figura se contrapone a las que se encuentran a la izquierda, jóvenes que disfrutan de la compañía de otros. Gerson, explica cómo cuando uno es joven y está en la plenitud de su vida lleno de energía, goza de la compañía de otros, en cambio, cuando el atardecer de la vida cae sobre nosotros, también lo hace el abandono y la soledad. Y para potenciar esa idea, aprieta el disparador de su cámara, en el momento preciso en el que el anciano está bajo el sol, él cual también va perdiendo su fulgor, pero con la luminosidad que aún le queda le ilumina, haciéndole protagonista de la imagen, fusionándose así, ambos crepúsculos. Transmitiéndonos, no solo el ocaso de la tarde, también el de la vida, en un perfecto paralelismo. Y aunque, al primer golpe de vista, nos fijemos en los colores magníficamente tratados, lo importante no es solo la gama cromática, ya que esta, únicamente, se convierte en el elemento que ayuda al desarrollo del tema. ¿Qué opináis ahora de la imagen? ¿Qué os trasmite ahora este atardecer? ¿Y los colores? A mí los colores de estos atardeceres, ¡se me antojan venecianos! Y no, no estoy loca. Fijaos en las tonalidades cálidas y en la luz dorada, como la de los cuadros de Tiziano o de Veronés. La pintura veneciana del S.XVI, destacó por el tratamiento que los pintores dieron a la luz y al color, y a mí me parece, que de la misma forma, este fotógrafo, se preocupa por ambos aspectos. En sus fotografías están muy marcados los contornos, el dibujo, si fuese una pintura, pero por el efecto que crea el color y la luz sobre ellos. Le importa la luz a través de la cual, los colores se desarrollan en toda su plenitud. ¿Qué opináis, el tratamiento que da a ambos elementos no os recuerda a esos pintores de la ciudad del Dux?

La interpretación de la obra, junto con el momento exacto y los personajes, están tan perfectamente trabados, que pareciese una escena preparada. Lo importante reside en la capacidad que ha tenido el artista para captar ese momento y darle un significado tan preciso y certero. "El instante decisivo", un concepto creado por Henry Cartier- Bresson, aparece perfectamente reflejado en la obra de este joven estadounidense y como él, sabe "sorprender a la vida". Pero en ella, no solo se contrapone la juventud y la vejez, si seguimos fijándonos en la imagen, vemos cómo hay elementos contrarios que lo que hacen es dotar de unidad a la obra. Antes hablaba de la profundidad de campo que nos distancia de lo que vemos, pero al mismo tiempo los naranjas del atardecer crean una escena íntima. Las figuras recortadas en negro deshumanizan a las personas que representan, pero están cargadas de significado, representan una idea: la de la soledad por un lado y la de la alegría de la compañía por otro, al igual que el paisaje en el que se mueven. Un paisaje congelado en el espacio y en el tiempo de un atardecer, pero que por la mañana volverá a estar bullicioso lleno de energía y de alboroto que nos alejan de la melancolía del momento captado. 


@Gerson_magana_photography

Y junto a éstas fotografías panorámicas, de planos amplios y perspectivas infinitas, cuyo punto de fuga se pierde en la lejanía, donde ya no alcanza nuestra visión, realiza otras más íntimas. Y para buscar ese momento más personal, ya no se sirve de ciudades o paisajes de playas en atardeceres, sino que elige flores y plantas. ¿Y cómo nos lo muestra? Lo hace a través de planos cortos y fondos desenfocados, debido a la poca profundidad de campo, lo cual se consigue abriendo mucho el diafragma. Juega con la técnica para mostrarnos en un primerísimo plano la belleza de una flor de colores muy saturados. Y de nuevo la quietud, la calma, la soledad y el momento único.

El Greco, cuando da forma a su teoría artística explicaba cómo el artista debía de inspirarse en la naturaleza, pero nunca copiarla. Tenía que ser un filósofo. Nuestro fotógrafo hace eso, no la capta como es, se sirve del momento y de lo que está delante de sus ojos para crear una obra de gran personalidad, emotivas, enigmáticas y rebosantes de significado, que nos muestran a un fotógrafo preocupado por el momento preciso, la belleza, la luz, el color y el significado que tras ellas se esconde. Un significado que completa la obra y que nos acerca un poco más al conocimiento de la personalidad del artista. Un joven, de alma vivida, que queda perfectamente reflejada en sus instantáneas. 

¿Qué os sugieren a vosotros las fotografías de Gerson Magana? 

Gerson_magana_photography

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"El arte tiene la bonita costumbre de echar a perder todas las teorías artísticas" (Marcel Duchamp)