jueves, 7 de mayo de 2020

Livia Drusila: la Matrona de Roma.

Seis aves sobrevolando el cielo sobre el Monte Palatino bastaron para que Rómulo cogiese su arado y marcase los límites de una ciudad: Roma. 

Cuando lo hizo, a mediados del S. VIII a.c, no podía imaginarse que este pequeño territorio llegaría a convertirse en un gran Imperio, cuya vigencia se alargó en el tiempo hasta el año 457. Una República primero y un gran Imperio después, que se alimentó, como en los orígenes de su fundación, de intrigas, asesinatos y envidias entre hermanos, maridos y enemigos. Y el primer asesinato, fue llevado a cabo por el propio Rómulo matando a su hermano, Remo, por sobrepasar los límites de la urbe palatina, enterrándolo en la cima del monte. Cima, que después, acogería la morada de los Emperadores. Pero, según cuenta la leyenda, Rómulo no salió indemne, y años después una tormenta provocada por su propio padre, Marte, acabaría con su vida. Las confabulaciones familiares son incluso anteriores al nacimiento de ambos hermanos, pero eso lo dejo para vosotros.

Interior de la casa de Livia y Augusto en el Palatino. 
La gobernanza de la ciudad era querida por todos, lo que llevó a mil disputas. Hombres que con sus actitudes, estrategias y deseos hicieron crecer los límites del territorio. Pero no solo los Imperator fueron los artífices de esta expansión, también sus mujeres jugarían un papel destacado y en toda esta puesta en escena, la imagen que proyectaron de ellos mismos de una forma consciente a través de sus retratos, a veces idealizados, a veces realistas, pero siempre con una gran carga textual, fue el vehículo idóneo para llegar a todos los rincones del Imperio.

Esta manzana no está dedicada a Roma y a su expansión, si lo está al retrato, a la imagen propagandística pero en relación a una mujer. Una mujer que supo jugar sus cartas, una mujer que fue repudiada por uno de sus hijos, Tiberio, quién gracias a ella, llegaría a ser Emperador de Roma. Esta mujer no es otra que Livia Drusila, o simplemente Livia la emperatriz de Roma o como la llamaron en los textos antiguos “la mujer bonita”. Una mujer enamorada de un Emperador, Augusto, y él de ella, el cual, la nombraría, de forma extra oficial la Madre de la Patria y quién erigió una estatua pública en su honor.  Ella no solo le veneró en vida sino que a su muerte se proclamó su sacerdotisa y descendiente del dios Augusto lo que la valió el título de Julia Augusta, este título se materializaría en una de sus esculturas. ¿por qué lo sabemos? Si os fijáis en algunas de las representaciones de Livia, aparece con el manto sobre la cabeza, algo habitual, pero una parte del manto la cae sobre la parte delantera del cuerpo, ahí estriba el significado. Esa forma de expresar estaba íntimamente ligado con un característica la de la "pudicitia", esto nos habla de una mujer casada, de una mujer casta y modesta.

Livia Drusila (59 a.c.- 29 d.c.)

Los retratos de las mujeres y también de los hombres, durante todo el Imperio, nos dan pistas de la evolución política y también de las modas que se fueron imponiendo. Así a Livia es frecuente verla peinada con el nodus, un flequillo, que más bien parece in tupe que la cae sobre la frente, raya al medio y el pelo recogido en la nuca. Pero también vamos a verla simplemente con el pelo ondulado hacia los lados y recogido en la nuca pero sin nodus. Es este un caso excepcional, que la muestra como Salus, y que apareció por vez primera en la numismática en un momento en que se divinizaba a las diosas relacionados con la salud. Otro elemento que caracteriza a las mujeres de la dinastía Julia Claudia, son las diademas imperiales, que luciría Livia y también la madre de Nerón, Agripina Minor, que la recuperó frente a los retratos de Mesalina, la cual aparecía con la corona de laurel más propia del Imperator. Ambas fueron esposas de Claudio pero mientas una se hace partícipe de los logros de su marido en la batalla, la otra, Agripina, quiere recuperar los valores difundidos en época de Livia y de Augusto y mediante la recuperación del uso de la diadema se proclama descendiente de esas cualidades. La diadema fue utilizada en época de Tiberio como elemento divinizador, pero su madre la utilizó para dejar clara su posición de Augusta. Estas ideas relacionadas con la divinidad, quedan mucho más claras cuando aparece como diosa de la Fortuna, como Cibeles o como Démeter. Dependiendo del lugar y del mensaje a transmitir, se la podía caracterizar de una u otra forma.

Livia.
@Museo Arqueológico Nacional (Madrid)

Durante el Alto Imperio las ciudades se llenaron de retratos que trasmitían los valores de sus gobernantes, la Clementina, la Virtus, la Potesta y la Dignitas. Y lo hicieron a través de un retrato cuyos rasgos físicos, en parte idealizados, mostraban la personalidad del retratado. Nuestra protagonista, luce rostro ovalado, grandes ojos almendrados y boca pequeña. Pero su gesto vigoroso nos habla de su personalidad, de una mujer decidida y la serenidad de su rostro de una mujer equilibrada, dotada de diferentes virtudes.



 Las mujeres de los emperadores como buenas influencers de la época, impusieron su propio estilo. Como veis, ya estaba todo inventado antes de la llegada de Instagram a nuestras vidas.

Quizá cuando Livia era esculpida con los atributos de la divinidad ya estaba preparando su camino. Acumuló títulos viva y también una vez fallecida, pero no será su hijo quien se los conceda, sino su nieto Claudio. De él recibió todos los honores que no tuvo de Tiberio, fue divinizada proclamándola Diva Augusta, lo que permitió que toda su descendencia fuese dotada de ese carácter divino. 

Su vida, como la de muchas otras, fue apasionante, tuvo seguidores y detractores, como todos, pero no vamos a detenernos en eso. Como siempre, os dejo a vosotros que leáis su vida y decidáis si mereció la buena fama que tuvo o si fue una estratega que en ocasiones se serviría de malas artimañas para conseguir sus objetivos. Por cierto, su papel en la proclamación de leyes a favor de la liberación de la mujer, salieron de ella.

La dinastía Julio- Claudia, que finaliza con Nerón, tuvo en Livia a su Matrona, a su máxima representante. 

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"El arte tiene la bonita costumbre de echar a perder todas las teorías artísticas" (Marcel Duchamp)